Capítulo II.

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Aún podía sentir los labios de Jason envolviendo los míos a pesar de que el beso había sido hace diez minutos. Me encontraba buscando el baño, había tantas puertas y tantos pasillos que empezaba a pensar que a los dueños de la casa le gustaban los laberintos.

Abrí puerta por puerta y no lograba encontrar el baño. Abrí una séptima puerta y lo único que había era una pareja semidesnuda besándose. Inmediatamente cerré la puerta y corrí, a pesar de que no se hayan dado cuenta. Abrí una octava puerta y ¡AL FIN! el baño se encontraba ahí. Entré y cerré la puerta con llave, no quería ningún inconveniente.

Hice mis necesidades pero de eso no necesitan detalle. Lavé mis manos y mi cara, luego me arrepentí de esto ya que llevaba maquillaje. Mierda. Intenté arreglar el desastre que me hice hasta que lo logré. Di una última mirada al espejo y salí del baño.

Al salir choqué con alguien. Al observarlo pude notar que era el hombre que me estaba observando anteriormente. Él sólo me mira y siguió su camino.

¿Por qué, vaya donde vaya, él está ahí? Primero el patio, ahora en el pasillo. Tal vez era pura coincidencia y yo estaba exagerando. Probablemente.

Volví donde estaba Jason pero él ya no estaba. Lo busqué con la mirada pero no lo encontraba. Me sentí mal al respecto ya que no pude despedirme de él pero no importaba, nos veríamos en el colegio.

Busqué a Lincy y Jessie pero tampoco las encontré, recorrí toda la mansión y no estaban. Era muy raro ya que tenía que volver a mi casa con ellas.

—¿Estás perdida? —preguntó alguien a mis espaldas.

Al ver quién era un escalofrío recorrió por toda mi espalda hasta la nuca. Era el mismo hombre que me estaba persiguiendo.

—No. —respondí fríamente.

Intenté pasar por su lado pero el hombre me tomó del brazo.

—Entonces ¿qué haces recorriendo toda la mansión? —preguntó.—no creo que sea para admirarla ¿verdad? -sonrió.

—Suéltame. —dije observándolo directamente a los ojos.

—Eres muy linda ¿sabías? —dijo al mismo tiempo que me apegaba hacia él.

Mi respiración era agitada, tenía el corazón en la garganta debido a mis nervios.

De un movimiento rápido hice que me soltara y corrí. Al ver que el hombre no venía tras mí supuse que no estaba en las condiciones físicas para perseguirme y me alegré muchísimo por eso.

No encontraba a mis amigas por ningún lado y me rendí, si no las había encontrado hasta en ese entonces, no las encontraría luego. Decidí volver a casa sola.

Al salir de la mansión pude ver a varias personas, me acerqué a una chica pelirroja para preguntarle sobre Jessie y Lincy pero al estar a centímetros de ella pude notar que no estaba en un estado sobrio, retrocedí y volví a mi camino.

No me gustaba estar sola a esa hora pero no tenía más opciones. Caminé rápido en dirección a mi casa, estaba algo lejos pero si apresuraba mi paso estaría en menos de diez minutos. Decidí quitarme mis tacones para ir más rápido. Sentí unas manos rodear mi cintura y giré rápidamente. Era el mismo hombre de la mansión.

-¿Por qué tan sola muñeca? -habló aquel hombre.

Sólo me limité a empujarlo y tratar de correr pero su mano apretando mi muñeca me impedía huir. Grité que me soltara pero lo único que lograba era que me agarrara más fuerte y me apegara a él. Tomé uno de mis tacones con mi mano libre y lo golpeé tan fuerte como me permitía a mí misma, logré que me soltara y corrí.

Corrí y corrí sin importar el dolor de mis pies al pisar quién sabe qué cosa.

Una camioneta blanca frenó de golpe frente a mí y no pude reaccionar a tiempo, logrando que impacte contra la camioneta. De ella salieron tres hombres los cuales dos me tomaron del suelo, trate de golpearlos pero eran más fuertes que yo, otro de ellos tomó mi brazo y me clavó una aguja haciendo que el líquido ingrese a mis venas.

Me colocaron una bolsa negra en mi cabeza y sentí el impacto de la camioneta, supuse que me habían metido en ella. Mi corazón no dejaba de latir, estaba realmente desesperada pero mi cuerpo no respondía, supuse que era por el líquido. Dejé de sentir mis piernas, luego mis brazos y mis dedos. Mis ojos empezaron a pesar, sabía lo que venía y no podía impedirlo. Me desmayé.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora