─ Tengo que encontrar trabajo pronto. Si seguimos así, no sé cómo vamos a sobrevivir─dije mirando en el ordenador una página de ofertas de empleo.
─No te agobies, Lydia. Tú madre trabaja.
Aparté un momento la vista del ordenador y la miré incrédula. Ella mejor que nadie conocía la vida que llevaba mi madre.
─Sheila, sabes que el poco dinero que gana mi madre se lo gasta en bebida. Eso no ayuda nada, ¿sabes?
Ella bajó los ojos y se quedó mirando al suelo. Casi siempre que hacía ese gesto era porque sabía que había metido la pata. Sheila era así. Le gustaba tanto hablar que, en ocasiones como esta, lo hacía de más. Pero era un pequeño defecto que poseía. En realidad, Sheila tenía un corazón enorme. Yo no tenía nada que reprocharla. Todo lo contrario.
Sheila y yo nos conocimos en la carrera de medicina. De eso hacía dos años ya. Congeniamos inmediatamente, tanto que nos volvimos inseparables. Ella me conoció cuando todo mi mundo se desmoronaba, y, sin embargo, decidió quedarse a mi lado, a pesar de todo. El tiempo nos hizo pasar de ser compañeras a amigas. Estábamos muy unidas y cada vez veíamos que teníamos más cosas en común. Pero, todo cambió cuando Sheila averiguó mi dirección. Por más que ella me preguntaba donde vivía, yo jamás la respondía, aunque lo hacía entre risas para disimular. Ella se lo tomaba a broma, lógicamente, pero le pudo la intriga, y un día al seguirme, la descubrió. A mí eso me pilló muy desprevenida, y para que mentir, no me agradó nada, por lo que, desde ese día la evitaba todo lo que podía. No por ella. Simplemente no quería que se adentrara en mi mundo más de lo que ya estaba. Pero, Sheila era demasiado insistente, y yo no podía mentir; la echaba de menos. Así que cedí e incluso, había veces que la invitaba a mi casa para estudiar juntas. Aunque, desgraciadamente en muchas de esas ocasiones, ocurría lo que tanto me temía; aparecía mi madre demasiado bebida. En ese momento, los nervios me acechaban, no sabía cómo responder, por lo que, rápidamente, invitaba mi amiga a que se fuera. Los días siguientes me costaba hablar con ella, es más ni siquiera le dirigía la mirada. Sentía tanta vergüenza.... Hasta que, Sheila se hartó y fue ella quien me encaró para hablar de lo que me perturbaba. Todo fue mejor de lo que esperaba. Ella me entendió y a raíz de ahí, nos convertimos en mejores amigas.
─Lo sé. Tienes que hablar con ella. No puedes seguir consintiendo que el poco dinero que tenéis se lo gaste en alcohol. Mírate. Estás en mi casa porque no tienes ni un triste ordenador para buscar trabajo.
Es cierto que el dinero no nos daba para mucho y por eso muchas veces visitaba a Sheila para que me prestara su ordenador, pero también lo hacía para evitar pasar el mínimo tiempo con mi madre.
─ ¿Y cuando quieres que se lo diga? ¿Cuándo está trabajando, dormida o borracha? ─espeté mirándola malhumorada.
Ella se mantuvo en silencio sin saber que decir.
─Y para colmo no encuentro nada─protesté desesperada.
─A ver que te ayudo─Sheila se acercó a mí, cogió el ratón del ordenador y fue pasando paginas─. ¿Y esta? ¿Qué te parece?
─Se necesita persona responsable para cuidar de una niña de cinco años. No es necesaria experiencia, pero si disponibilidad. Se detallará toda la información en la entrevista. Urge ─leí─. ¿En serio, Sheila? ¿Una carrera de medicina para acabar de niñera? Además, sabes que no soporto a los niños.
─También sé que necesitas el dinero. Es temporal, hasta que encuentres otro empleo mejor. Llama y si no te convence, buscas otra cosa. ─hubo un largo silencio─. Piénsalo Lydia. No parece que aquí haya algo mejor.
Volví a leer la oferta de nuevo para ver si me atraía un poco más, e inmediatamente dirigí la mirada hacia Sheila, quien esperaba pacientemente mi contestación. Ese mismo procedimiento lo hice varias veces, hasta que después de una larga exhalación contesté:
─Está bien. Voy a probar.
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Mi pequeña Luz
RomanceLydia necesita encontrar un trabajo urgentemente. Un dia , mirando ofertas en una pagina de internet, su amiga lee que necesitan una niñera. Lydia no soporta a los niños , pero acepta a regañadientes. Su vida estará a punto de cambiar cuando conozca...