Capítulo VII: El Colgado (no invertida)

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"... ¿En qué lugar realmente estás?"

No hubo ruido, no hubo disturbio, no hubo catástrofe. El final siempre resultó ser el inicio. Las experiencias que enterramos en nuestra mente en algún momento salen a la luz, pero lo único que ocasionan es la calma en un ciclo que no tiene donde parar. Mientras el mundo se acaba a causa de la impertinencia del ser humano, que no se molestó en conocer su propia mente y el lugar en donde habita antes de huir al espacio, los viajeros iluminados se encuentran frente a frente con la verdad absoluta.

Abrió los ojos y lo primero que observó fue un cielo con nubes suaves desplazándose despacio. Su cuerpo estaba recostado de espaldas sobre la hierba de una colina en medio de la pradera con árboles simples y frondosos. Ambos codos se apoyaron en el pasto para así incorporarse levemente. Parpadeó un par de veces tratando de quitar el aparente rastro de sueño en sus rasgos y después se sentó derecho en el suelo. Se sorprendió cuando notó que no estaba solo en aquel paisaje que parecía hecho se solo tonos grises y opacos, pero que por alguna razón resultaba hermoso. Vio que, al pie de la colina, había miles o incluso millones de personas de pie y con la cabeza inclinada hacia abajo en un aparente estado de reposo. Estuvo a punto de pararse cuando, de repente, algo se movió en la esquina de sus ojos. Giró su cuerpo en dirección a la nueva presencia y fue recibido por un gato tuerto que creyó reconocer de alguna parte.

- Veo que despertaste... ya era hora – habló el animal con una voz grave y algo hipnótica para los oídos normales – Pasó mucho tiempo desde que otro de tu tipo logró liberarse de sus propios trucos mentales.

Algo confundido, apartó los ojos del gato y los posó en sus palmas extendidas ante él. Flexionó los dedos en puños para luego soltarlos. Miró las falanges y las líneas de sus manos mientras los presionó sobre su cuello en busca de la cortada; sin embargo, no encontró rastro de ella.

- ¿Dónde... estoy? – dijo Peter de forma ronca.

El animal lo observó por unos segundos, analizándolo, con su ojo amarillo y con la pupila en rendija. Estiró una de sus patas para lamerlas con su rasposa lengua en un intento casi perezoso y desinteresado de desligarse de las cosas que lo rodeaban.

- Este lugar tiene muchos nombres que ustedes los humanos se han encargado de ponerle sin siquiera llegar a conocerlo hasta el final – respondió el gato pasándose la extremidad anteriormente mencionada por el rostro – Algunos lo llaman el más allá, otros el infierno, cielo o purgatorio, pero al final todos coinciden en que esto es la "muerte".

El joven se quedó callado un momento, repasando lo que la criatura le acababa de decir.

- Entonces... ¿Estoy condenado a vagar por la eternidad? – contestó Peter mirando el horizonte con calma.

- Yo no lo llamaría una "condena", pero si te quieres expresar así, no lo considero un problema – habló el animal mientras estiraba una de sus patas traseras en el aire para después lamerla y acicalarla.

Fue algo relajante ver aquel proceso de limpieza por parte del gato tuerto, tanto que se volvió a sentar en la hierba, flexionar sus rodillas hacia su pecho y envolverlas entre sus brazos. Volvió a ver a la gente al pie de la colina con curiosidad.

- ¿Quiénes son ellos? – preguntó el chico.

- Personas que no han logrado todavía que su mente pase a este plano – respondió la criatura a su lado – Antes tú estabas igual.

- ¿A qué te refieres? – dijo Peter con una ceja levantada en confusión.

De repente, el animal dejó de acicalarse el pelaje y se empezó a estirar sobre el pasto, su hocico se abrió en un bostezo perezoso que mostró sus colmillos pequeños y blancos.

POST MORTEMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora