Se dice que las estrellas le otorgan su bendición a aquellos de corazón noble, brindándoles la oportunidad de usar su poder. Las leyendas cuentan sobre el día en que la diosa dio a luz una niña. La pequeña recibió la magia de una gigante de luz y cambió la historia de dos mundos.
Dioley, la diosa que representa el orden, solía gobernar el reino celestial. Cuando se enteró de su embarazo descuidó el equilibrio del universo, desde ese momento había algo más importante que cuidar. Sus acciones trajeron desequilibrio al reino y puso descontentos a los demás dioses que demostraban su enojo con amenazas e incumpliendo las ordenes de su superiora.Una noche, la diosa entró en labor de parto y dió a luz a una bella niña. Dioley observó a su hija y notó lo frágil y pequeña que era, sus ojos oscuros y el cabello azul Le recordaba mucho al cielo estrellado. Con orgullo la nombró con el mismo nombre que su estrella favorita. En agradecimiento la gigante de luz le otorgó su bendición a la niña y le obsequió su magia.
La noticia se divulgó por el vasto universo, llegando a cada rincón. En todos los mundos se festejó el nacimiento y se realizaron ofrendas en honor a la nueva integrante del reino celestial. Por otro lado, la noticia no llegaba con el mismo ánimo al gran salón de los dioses, todos allí se encontraban celosos y malhumorados, una recién nacida había recibido lo que ellos esperaron durante mucho tiempo.
Entre todas las deidades se encontraba Etherion, un poderoso guerrero que ascendió gracias a sus logros y que representaba el poder. El había esperado milenios por una oportunidad con las estrellas. Sus hazañas eran dignas de un héroe y se escribían historias sobre ellas, pero hacía tiempo que su corazón se había corrompido. Esa oscuridad no le permitía recibir una bendición, y en vez de enfrentarla terminó hundiéndose en ella con sus acciones.
Los días pasaron y la envidia y el enojo cegaban a Etherion. Comenzó una revuelta en contra de la diosa, divulgando un discurso de traición y odio por parte de los superiores. Uso todos sus recursos para recibir el apoyo ajeno, sin importar cuanto tenga que influenciar y manipular a todo aquél que se encontrará disconforme con la situación. Nada le impediría recibir el poder sagrado, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario, aún si le costase su lugar en el reino celestial.
La revuelta tomó impulso cuando los demás dioses demostraron su apoyo. Impulsados por la sed de poder y los ideales egoístas, los rebeldes se dirigieron al templo sagrado donde descansaba Dioley. Entraron por la fuerza en busca de la bebé, destruyendo todo a su paso y esperando obtener, al menos, una pisca de esa energía sagrada, sin importar que tuvieran que enfrentarse a sus mismos pares para conseguirlo.
Por suerte, no todos los que habitaban el reino podían considerarse enemigos, muchos juraban lealtad a la diosa y a su hija, y estaban dispuestos a dar su vida por ellas. Adelantándose a los hechos, ayudaron a ambas a encontrar un lugar seguro. Los tiempos de paz fueron inestables durante los últimos meses de embarazo, pero el nacimiento fue tan solo la gota que rebasó el vaso y terminó desatando el caos.
Dioley era responsable por los daños y el descuido del reino, pero no del desorden que crearon los demás. Aún así no podía quedarse sin hacer nada, debía afrontar los problemas y calmar la situación, aunque antes de eso decidió alejar a su hija de toda maldad y la avaricia ajena. Fue esa decisión la que cambiaría la historia de nuestro mundo.
Mientras que los guardianes vigilaban los alrededores, Dioley tomó en sus brazos a la niña y la envolvió con una de las mantas que se encontraban allí. Procuró que nadie la estuviera observando y se dirigió hacía el lugar que conecta todos los mundos, donde los portales llevarían a la bebé a un nuevo hogar.
Sentada en el borde del abismo, entre lagrimas, le dio un último beso de despedida en la frente a su tesoro más preciado, y le entregó su collar como muestra de que nunca estaría sola.
Dioley tomó un último segundo para apreciarla. Estiró los brazos y dejo caer a la niña en las manos del destino. Un destello cegó a todos en el reino y La pequeña comenzó su viaje abriéndose paso por el universo mismo. Los portales unen todos los mundos, podía haber llegado a cualquier parte, pero de entretantos el destino nos eligió a nosotros para cuidarla.Ambas caras del mundo celestial entraron en conflicto ese día, y aunque Las guerra se haya declarado en el momento que Etherion destruyó el templo sagrado y juró hacerse con el poder, todas las batallas se pelearon en nuestra amada tierra.
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El despertar de Kya ©
FantasiaKya, la hija de una diosa superior, debe restaurar la conexión entre dos mundos antes de que un poderoso mal despierte. Obra registrada en Safe Creative. Todos los derechos reservados ©