Un nuevo día amanecía en Madriz, la capital de las capitales. El sol iba escalando el más alto de los skylines, colando su luz entre los minúsculos espacios que aún no habían sido edificados. El tráfico ya sonaba, silenciando el clásico cantar de pájaros que solía anunciar la mañana muchos años atrás... O muchos kilómetros lejos de esa ciudad.
Sin embargo, Alba no se despertó por los pitidos de los coches ni las sirenas de las ambulancias. La empresaria vio roto su sueño por la alarma que anunciaba su vuelta al trabajo: sueño contigo, que me has dado. Sin tu cariño yo no me había enamorao'.
—¡Apaga eso, Richard! Ag, ¿cómo se te ocurre despertarme con esa música para gitanos?
—Lo siento, Alba. ¿Deseas bloquear Camela para las alarmas musicales?
—Sí, joder—masculló, levantándose de la cama con el pie izquierdo. Mal augurio.
Con su kimono floreado y elegante que usaba de pijama, acudió a su baño para poner un poco de orden en su pelo alocado. Abrió el armario de las cremas y tardó una media hora en echarse aquellos potingues por la cara. Y otra media en vestirse, o más bien, en elegir las prendas.
—Richard, revisa mis notificaciones. Sí, traje de chaqueta rosa para la vuelta al trabajo. Definitivamente.
—Tienes trece mensajes y quince llamadas perdidas de Dulceida de anoche entre la una y las tres de la mañana.
—Dios mío, ¿y por qué no me despertaste?
—Necesitabas descansar. Ayer fue un día complicado.
—Maldito bicho inteligente... ¡Lee los mensajes!
—Alba, tenemos que hablar. Cógeme el móvil. Me has cobrado el triple, acabas de hacerle un agujero a mi cuenta bancaria. ¿Desde cuándo le subís la tarifa a los primeros clientes? Sin nosotros no habríais llegado a ningún sitio. Si no me coges el móvil me voy a enfadar. Explícame por qué habéis subido así el precio después del verano. Sé que has vuelto a Madriz. Alba. Cógelo. Alba. Me cago en tus dulcemuertos, pensaba que éramos m.j.a. Mejores amigas.
—¡Vale, para! —gritó histérica, colocándose a tirones la chaqueta—. ¿Dice algo más? Importante, me refiero.
—No. Solo veintidós emoticonos de la mierda contenta.
—Debe de haber un error... Esto... Llámala.
—Llamando a La.
—¡A Dulceida! Tan listo que eres para unas cosas...
—Llamando a Dulceida.
—Dulce, cariño, tiene que haber un error, yo no he dado ninguna orden de subir las tarifas... Ni siquiera he pisado la oficina. Llegué ayer, y para colmo... Pf, tengo que contarte.
—Ábreme.
—¿Qué?
El timbre del ático retumbó en la casa. Alba se colocó sus tacones a toda prisa, los que la hicieron crecer unos diez centímetros. Como Bambie recién nacido, fue tropezándose hasta... Un salón en el que Dulceida ya estaba allí, de brazos cruzados.
—Estoy segura de que es un error, ¿vale? Desayunamos tranquilamente y vienes conmigo a la ofi. Te devolveremos lo que haga falta.
—Es que sabes qué, estoy harta. Al final esto quema.
—¿El qué?
—Pagaros una burrada para lo que hacéis.
—¿Perdona? Gestionamos absolutamente toda tu publicidad, tus eventos, te asesoramos para que tengas un canal interesante, te ayudamos contra las campañas de los haters, te...
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Girazoles en la ciudá
FanficLlega la continuación de Girazoles, esta vez en la ciudá. ¿Qué pasará con el idilio entre la granjerita inocente y la super empresaria de éxito? ¿Podrá el amor con todo? ¿Volverá Manolo? ¿Volverán al pueblo? ¿Se adaptará Natalia a la capital? No pue...