Capítulo 2: "¿Mucha casualidad?"

424 74 145
                                    


🦉 2. ¿Mucha casualidad? 🦉 


—Hola de nuevo, humano con demasiado tiempo libre. En el capítulo anterior te conté sobre mi trágica vida y como pasé de ser Sami la huerfanita a Sami la heredada.

Y no fue el collar lo único que heredé.


Hace dos meses:

Al día siguiente desperté antes que sonara la alarma. Primera señal de que algo no andaba bien conmigo.

Yo jamás me despertaba antes que sonara la alarma. Jamás.

Me duché y alisté para ir al trabajo ya que tenía turno en la mañana.

Pegué un grito al verme al espejo, o mejor dicho, al ver mi cabello al espejo.

¡Estaba rojo!

Medio minuto después observarlo noté que no me quedaba tan mal, y solo eran las puntas así que el cambio no era super wow.

—Pero no recuerdo haberme teñido —dije en voz alta el detalle que tardé en notar.

Intenté pensar en posibles razones por las que haya ocurrido tal extraño cambio, pero ninguna me convencía.

Después de varios segundos de silencio, me encogí de hombros y terminé de alistarme.

Mi lema no patentado era "¿Para qué pensarlo tanto si eso no cambiará nada?".

🦉 🦉 🦉

Ya en el trabajo, con mi bello uniforme que consistía en una camisa de manga corta color marrón y unos jeans azules, me acomodé en mi puesto de avisos.

—Lindo peinado —halagó mi jefe en cuanto pasó por mi lado.

—Gracias. —Sonreí.

Me aclaré la garganta para hablar al micrófono sin soltar ningún gallo, cosa que me solía pasar porque mi voz ya era muy similar a la de ese animal. Por eso sabía que nunca podría ser cantante con mi voz de pito.

—¡Compre sus colchones! ¡Hoy están de oferta! —inicié con el saludo usual mientras buscaba el guión que debía leer—. Estos colchones te harán flotar y sentir que duermes sobre nubes —empecé a leer.

A pocos metros de donde me encontraba, inició el espectáculo.

Los colchones se convirtieron en nubes.

Los espectadores, lejos de asustarse, se asombraron y subieron a estos como si fuera un patio de juegos.

—¡Los narradores están aquí! —vociferó alguien al lanzarse de una nube a otra.

—El proceso de envío es tan rápido que solo debes pestañear y el colchón que solicitaste aparecerá en tu casa —continué leyendo, alejada de lo que ocurría frente a mí.

Lo admito, era algo despistada.

Lo admito, lo sigo siendo.

La cara del dueño cambió radicalmente en cuanto los colchones, o al menos los que seguían siendo colchones, desaparecieron.

Corrió hacia mí, escandalizado.

—¡Sami!

Brinqué medio centímetro de mi asiento por el grito y alcé la vista hacia mi jefe.

Él volteó para revisar el desastre y se quedó con la boca abierta al comprobar que todo volvió a la normalidad.

Saltó sus ojos de la tienda a mí un par de veces más, como si no se creyera lo que acababa de ver.

SamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora