Capítulo 1 - Máscaras

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La pelea finalmente terminó, al igual que las mentiras, pero esto podría provocar más dolor que un golpe de los tantos recibidos en el campo.

Luego de haber rescatado a Rin, y de que esta volviera a abrir los ojos, hizo que todo lo vivido valiera la pena, por ahora. 

Towa se encontraba fuera del castillo de su abuela InuKimi, ya que Sesshomaru literalmente les había ordenado a ella y Setsuna seguirle hasta allí, ya que es donde se repondrían físicamente. Su uniforme había sido destrozado, sin mencionar el hecho de se había teñido de rojo por la sangre derramada, tanto la propia, como ajena... Por lo que, acabó por usar un atuendo más casual que había traído de la otra época, debía usarlo alguna vez.

Setsuna se encontraba durmiendo plácidamente, lo que la albina tanto anhelaba, se había hecho realidad, por lo que había salido del cuarto sin hacer ruido alguno.

La brisa era agradable, aunque la vista no tanto por el lugar donde la residencia estaba. Todo se había solucionado o eso se quería hacer creer a ella misma. En realidad, había algo nuevo dando vueltas en su mente y estaba relacionado con cierto muchacho, quien le había... ¿usado? ¿traicionado?

Estaba triste y furiosa, por lo que, sin que nadie lo notara, tomó la correa de Ah-Un y decidió ir a dar un "paseo" para despejar la mente.

— Jaken. —

— Si, amo Sesshomaru. —

El pequeño demonio hizo una leve reverencia antes de retirarse y seguir a la jovencita, que aún se encontraba malherida.

— Towa está triste. — Mencionó la esposa del Daiyokai, quien se encontraba en cama, puesto que, sus piernas estaban algo débiles de tanto tiempo que se mantuvo quieta.

Este no respondió, sólo procuraba cuidar de la mujer.

Ya en tierra firme, la chica observaba el árbol sagrado que estaba frente a ella.

Todo había comenzado con él, incluso mucho antes de haber sido arrastrada a la era Reiwa, llegando así a los Higurashi. Contempló las hojas bailar con la brisa, era eterno, siempre estaría en el mismo lugar, ¿quién sabe por cuánto tiempo más seguiría allí?

Tantas imágenes de su pasado invadían su mente, había vivido y jugado siempre alrededor de este árbol, sin siquiera saber que la persona que le había traído al mundo se encontraba dentro de él, nunca estuvieron solas a fin de cuentas, aunque sus recuerdos fueran casi nulos con respecto al propio Jaken. Negó rápidamente con la cabeza, para luego suspirar, ya no quería pensar tanto... Se suponía que había salido para despejarse.

Hasta que...

— Señorita Towa. —

Aquella voz que le llamó, la descolocó por completo, era de quien menos esperaba cruzarse, al menos por un tiempo. Observó por sobre su hombro y si, efectivamente allí estaba él, también más que herido.

— No me llames así, nunca más. — Volviendo la vista al frente. — Tú y yo, ya no tenemos nada qué hablar, Riku. —

Ambos quedaron en silencio, pero uno más que incómodo, sólo escuchando las hojas de los árboles y el agua correr a la distancia.

Él no pudo más y decidió abrir la boca.

— Lo sé, fui un farsante, pero eso fue al comienzo... ¡Estaba siguiendo órdenes! Debía quitarle la perla y acabar con su vida, pero, no pude hacerlo... C-cuando me di cuenta, yo- —

Towa volteó a verlo, su mirada llena de brillo y alegría ya no estaba, se había apagado y fue reemplazada por una bastante similar a la de su padre, cosa que provocó un ligero escalofrío en el joven que tragó en seco. 

— ¿Tú qué?... Riku, me utilizaste, acabas de volver a confesar que estaba en tus planes matarme... Te acercaste a mí con intenciones más que oscuras, mientras que yo... Fui una imbécil que te cedió el paso. — Tragó, intentando calmarse, pero las amargas lágrimas no se hicieron esperar más y comenzaron a brotar de sus ojos magenta. — Vengo de no tener buena relación con el género masculino, te conocí y creí... que éramos amigos, y luego y sin darme cuenta, comencé a verte como algo más... —

Eso último provocó que él se sonrojara de manera leve, jamás pensó que oiría tal cosa de nadie, pero...

— ¿Sabes una cosa? — Prosiguió. — Mataste aquello que estaba empezando a sentir por ti, y no te das una idea de cuanto duele. Perdí a un supuesto amigo, y el primer muchacho por el que... mi corazón se aceleraba... —

— Princesa... —

— ¡Cállate! Deja de llamarme así, porque no soy ni una princesa, ni nada, y mucho menos para ti. — Concluyó, montándose nuevamente en Ah-Un.

Pidió que la sacaran de ahí, Riku estaba dispuesto a frenarla, pero lo detuvo el pequeño demonio de color verde que seguía a Sesshomaru.

— Ya fue suficiente, tú y ella jamás debieron siquiera conocerse. —

El pirata solo observó a la chica alejarse, escuchando lo que el adverso le decía... Tenía razón... Sus caminos ni siquiera debieron haberse cruzado.

Pero, aunque su destino fuese distinto, ya no había vuelta atrás, sus corazones estaban unidos. Ninguno buscó eso, pero se reflejaba en las lágrimas de Towa y en los sentimientos que Riku tenía por la hanyo. La amistad entre ellos había desaparecido hace mucho tiempo, volviéndose algo más fuerte y no supieron darse cuenta de ello, hasta que ya fue demasiado tarde.

Él simplemente tocó la perla en su oreja y desapareció, sin decir absolutamente nada.

Ya de regreso en el palacio de InuKimi, Towa vio a Rin sentada en la entrada, ¿qué hacía sola? es más, ¿qué hacía levantada?... 

Las lágrimas habían parado, pero sus ojos estaban colorados y un poco hinchados, aún así, quería fingir delante de ella; después de todo, era la primera vez que podría hablar con ella, era su mamá.

Rin volteó y extendió sus brazos hacía la menor, para sólo decir;

— Ven con mamá. — Con su característica sonrisa llena de calidez.

Los ojos de la hanyo se cristalizaron nuevamente y se lanzó, con cuidado, hacía la castaña, quien la envolvió en un dulce y reconfortante abrazo.

— Llora todo lo que quieras, mi amor. Mamá está contigo, como siempre lo ha estado... —

Las cosas debían ser distintas, pero mucho no habían cambiado, algunos aún sufrían. 

Se acabó, las máscaras habían terminado de caer, pero algunas, ocultaban algo más y eso era, los sentimientos más allá de una amistad o un siniestro plan. Dos personas que el destino cruzó, que debían recorrer distintos caminos, pero estos sólo los hacían coincidir una y otra vez, ignorando por completo que era obra del amor que les decía a gritos, que debían transitar juntos el mismo sendero.

La mentira, el odio y la traición los separó, pero tal vez, no sea lo único que lo haga.

Grieta「 Ritowa 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora