Te he extrañado, mi ángel.
Sujeto tu fotografía con ambas manos temblorosas. Sonrío al ver tus suaves rasgos. Diamantes caen de mis ojos, chocan hasta romper el cristal que resguarda tu retrato.
Estoy roto, por eso lloro.
Un grito obliga a mis labios a dejar de sonreír para volverse una amarga mueca.
Grito porque estoy roto.
―¿Porqué no vuelves...? ¿¡Porqué no vuelves?!
El retrato se rompe contra la lápida a causa de la fuerza con la que lo aviento y convierte en cenizas al caer.
Parezco poseído por el fantasma de un amor inconcluso, por el dolor de la pérdida de mi alma y el enojo de saber que quien más amas te abandonó.
―¡Dijiste que te quedarías conmigo!
Mi llanto escandaloso alerta al cielo, y a través del pesado clima y las nubes grises, un trueno se escucha a lo lejos.
―Jungkook... Jungkook...
Te llamo cada día y cada noche.
¿Algún día volverás mi ángel?
Perlas caen del cielo y chocan estruendosamente contra el césped. Soy el único en el cementerio y por ende el único que recibe las perlas contra su cuerpo.
Caen en mi cabeza, caen en mis ropas empapándolas. Siento que penetran mi piel y un escalofrío recorre mi espalda.
¿A este punto he llegado?
―Vuelve, por favor vuelve...
Eras mi amor, mi religión, mi fortaleza.
Ahora soy un trapo viejo con alcohol en sus venas reclamándole a tu lápida que desaparezca porque te quiero a mi lado.
Las perlas chocan cada vez más y más fuerte contra mí mientras caigo de rodillas frente tuyo.
Golpeo con mis puños el cemento bajo mío, donde tu hermoso nombre está escrito.
―¡Vuelve, vuelve...! ¡Estoy muriendo!
Siento que las fuerzas abandonan mi cuerpo y dejo caer mi frente en el cemento. Siento tu nombre dejando una huella en la piel de mi frente.
Las lágrimas no paran de salir y los truenos tratan de acallar mis sollozos. Pero nadie podría callar el sonido de mi corazón gritando por ayuda.
Mi cabeza golpeando el cemento sin fuerza mientras tiemblo bajo la mirada de las nubes. Siento una herida en mi frente formándose, la sangre cayendo en un hilo por mi ceja.
Soy patético.
Trato dolorosamente de abrazarte, pero no puedo.
―Mi amor...
Y mi voz se cansa y dejo de llamarte porque caigo inconsciente sobre el cemento.
Abro los ojos y sueño nuestros últimos días.
Cuando te encerrabas al baño a devolver lo que tu estómago contenía. Te criticabas frente al espejo creyendo no ser suficiente para mí, ni para nadie.
Amor, eras tan perfecto...
Cuando creías esconder las marcas de tus muñecas, sin saber que yo descubría cada cosa tuya.
Traté de dejar una nota en tu tasa de café favorita cada mañana, escribía cuánto te amaba y lo hermoso que eras a mis ojos.
Te llevé a un psicólogo y te atendí de lo mejor en casa, preparando tus postres favoritos y quedándome a tu lado por todas las noches, para que no sufrieras solo tus ataques de ansiedad.
Te hicieron mucho daño, mi amor.
Y mis esfuerzos no fueron nada a comparación del dolor que sentías.
Porque a pesar de que jurabas estar bien, que estabas mejorando, que ya no te lastimabas físicamente y empezabas a sonreír...
Sabía que a pesar de todo eso, tú solo fingías. Y me quemaba por dentro saberlo y no poder hacer nada.
Definitivamente el color avellana de tus ojos se perdió. Sabía que en algún momento llegaría tu punto de quiebre.
Seguías llorando, lo sé. Seguías haciéndote daño a ti mismo, en tu cabeza. Seguías teniendo miedo de vivir.
Pero nunca pensé que... Dios, nunca lo había pensado.
Tú un día decidiste rendirte.
Decidiste dejar de fingir y de una vez cometer tu mayor pecado, tu mayor delito contra la vida.
―Me dejaste...
Murmuro entre sueños.
Me quema, me hierve la sangre saber que llegué tarde a rescatarte.
Dejaste tu último suspiro en mis brazos.
No fuiste capaz de darme un beso de despedida...
¿Tienes idea del colapso que sufrí al perderte? Me dejaste con el corazón partido en miles de pedazos y los planes a futuro esparcidos en el suelo, rotos y grises.
Tu funeral fue hermoso, porque solo fuimos tu y yo. Nadie más asistió, porque tú no tenías familia más que yo, y yo no quería a la mía cerca. Quería estar solo, pero contigo.
El color de mis ojos se ha apagado.
Me veo en el espejo y no me reconozco. Solo puedo ver la mitad de mi ser, porque tú con tu última sonrisa te llevaste mi mitad faltante.
Y muchos dirán que fuiste un cobarde.
Pero en verdad en verdad fuiste el más valiente de todos mi amor.
Dejar a la persona que se desvive por ti en un limbo de dolor y emociones rotas, de eso solo se atreve un valiente.
Saber que romperla a todos los que te amaron con tu perdida y aún así aceptarlo, es de valientes.
Los cobardes no podrían hacerlo.
Tú siempre fuiste muy valiente.
Hoy muero lentamente sin ti, y solo espero el momento indicado para reunirme contigo, para abrazarte otra vez y saber si al fin eres feliz, si al fin eres libre.
Te dañaron, te dañaron mucho.
Espero que seas feliz, estés donde estés, mi ángel.
―Si tú no vuelves, yo iré por ti...
En la soledad de mi habitación me emborracho de dolor.
En la soledad de mi habitación imagino tener tus brazos al rededor mío.
En mi vieja cama, fría de tu lado donde acaricio, es donde cierro los ojos para siempre y mi aliento cálido se escapa por mis labios.
El perfume de tu ser sigue impregnado en las sábanas, es lo último que ocupa mi mente.
Solo quiero mi mitad de vuelta.
Quiero ver a mi ángel.
―¿JiMin...?
―Te encontré.
Traigo una serie de relatos cortos, iré subiendo uno cada semana, ¡espero les guste el pequeño proyecto!
He llorado como nunca en mi vida con este pequeño relato. Espero les haya gustado, me inspiré de la nada con la canción Train Wreck (multimedia, y queda perfecto) ❤️
See you later ❤️
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BROKEN STORIES
FanfictionCompilación de varios capítulos únicos. - Pareja: Kookmin. - Narración en POV. - Se tocan temas sensibles. - Leer con precaución.