2. Snowman (CORTO)

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La nieve cae en mi cabeza como mis lágrimas caen al suelo, haciéndolo temblar tal cual mi corazón tiembla.

Es de noche, y lloro porque estoy muy solito. Salí de casa para no escuchar los gritos.

Mamá y papá discuten mucho en estas épocas navideñas.

Mamá y papá se odian, me odian, pero yo los quiero mucho.

Tan solo tengo ocho años; soy un niño grande, pero hasta los niños grandes lloran, lo sé.

Y estoy tan triste que quisiera poder correr lejos del patio trasero, donde aún puedo escucharlos gritarse dentro de casa.

Limpio mi rostro y empiezo a cantar, una canción de cuna que mi abuelita me canta por las noches antes de dormir.

Don't cry snowman, not in front of me...

La nieva se moldea entre mis manos y entonces recolecto toda la que puedo mientras canto.

Quisiera un amigo.

Don't cry snowman, don't leave me this way.

Quisiera alguien con quien jugar, que me haga olvidar que mamá y papá se odian, que me odian.

Anhelo que me amen como a su hijo, quisiera que se trataran bien entre ellos también. Que se abracen y que se sonrían.

Quisiera alguien que me aleje de este lugar.

Un amigo, porque hermanos no tengo, y me siento muy solo aquí afuera, sin nadie con quien jugar.

Don't cry, snowman, don't you fear the sun.

Recojo los viejos botones que encuentro en mi descuidado patio, lleno de basura que papá tira de vez en cuando.

Mi hombre de nieve tiene un cuerpo y cabeza, solamente le faltan los pequeños detalles.

―¡Ta-da!

¿Papá estaría orgulloso si le enseño mi trabajo? ¡Mi hombre de nieve está finalmente terminado!

Tiene botones en su cuerpo y cara que sirven como ojos, una zanahoria como nariz y dos palitos a su lado simulando brazos.

Y el detalle más importante, un pequeño moño negro que encontré entre las llantas rotas de al fondo.

Entusiasmado me coloco sobre mis rodillas y le saludo.

―Soy JungKook, hola hombre de nieve.

Mi abuelita decía que saludar a las personas hará que sepan lo educado que eres. Y aunque no tengamos mucho dinero o una casa bonita, la educación es importante.

¡Y yo soy muy educado!

―¿Tú serás mi amigo, verdad?―Le sonrío, y le doy un cálido abrazo a su frío ser.―Sé mi amigo, quiero un amigo hombre de nieve.

Cierro mis ojos y me relajo por el frío de la nieve blanca contra mi mejilla.

Aunque dura poco.

¿¡A dónde crees que vas?!

Mi corazón se acelera al escuchar el grito agudo y escandaloso de mi madre a lo lejos, seguramente en la entrada de la casa. Luego se escucha el carro de un motor viejo encenderse para luego marcharse.

Me aferro al muñeco de nieve y vuelvo a sentir mis ojos llenarse de lagrimas.

¡¡N-no puedes dejarme con ese niño!!

Escucho su voz temblar como mi corazón tiembla en esos momentos.

Me alejo del hombre de nieve y tapo mis oídos para no escuchar el llanto de mi mamá.

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