Londres era todo lo que alguna vez soñó, grandes casas, calles largas, preciosas estructuras y gente elegante, no supo cuánto tiempo caminó, sin embargo, Londres empezaba a verse menos bonita y olía cada vez peor, se veían ratas en los rincones oscuros y el sonido del llanto de los niños llenaba sus oídos, como si hubiera solo pensado en la fachada, pero este era el corazón, una ciudad infectada de insectos y olores putrefactos, niños y ancianos pedían dinero, mujeres y hombres trabajan por igual, nadie siquiera la miró, lo que agradeció.
Sentía las lágrimas en el borde de sus ojos, empuñó la pequeña bolsa y comenzó a hiperventilar, esto no es lo que su padre le contó, no se parece en nada a los cuentos y las expectativas que le hizo tener, su padre era un mentiroso, un maldito mentiroso que la había engañado una y otra vez ¿Por qué quiso creerle ahora? Estaba lejos de casa, sola, trasgredida y con el corazón hecho añicos, no podía dejar de temblar, el llanto en algún momento tomó el control de sus mejillas, recorriéndolas en vía libre por la rojez de su vergüenza, ojalá hubiera permanecido su padre con ella, por deshonesto que fuera, daría todo por un fuerte abrazo suyo.
- ¡alto! – sumida en sus pensamientos, empezó a escuchar el casco de un par de caballos, fueron eternos segundos de dolor al ser aplastada por los grandes animales, miró el pelaje negro de estos, una llanta café y los gritos de un hombre, ¿o era una mujer?
No tardó mucho en desmayarse.
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Marine miró por la pequeña ventana intentando averiguar por qué su chofer gritaba, no esperaba encontrarse con la imagen de una joven siendo arrollada por ellos.
- Por dios... - en cuanto se detuvo el coche bajó sin pensar demasiado en los modales, la luz había desaparecido, solo el brillo de la luna era visible- debemos ayudarla, Charles
- Mi señora, se nota que la joven no es más que una campesina, no podrán hacer nada por ella... - el chofer había bajado también, aunque no se acercó al cuerpo desconocido.
Por el contrario, Marine estaba de rodillas palpando el rostro de la joven "campesina", no la miraba muy bien, pero sus manos estaban cálidas.
- Súbela, la llevaremos a casa y allí la atenderán.
El hombre no pudo más que acatar la orden de su señora, subió a la delicada joven dentro del coche y continuaron rumbo a la mansión.
Aun dentro estaba más oscuro, Marine se sentó al lado de la desconocida y tomó sus manos, no quería dejar de sentir esa extraña calidez.
En poco más de un par de horas llegaron, el camino era escabroso y oscuro, por lo que fue muy difícil llegar. En todo el trayecto a casa, no pudo dejar sus manos, no sabía que hacer por ella, así que intentó, con todas sus fuerzas, darle un poco de su energía para mantenerla viva. Al aparcar frente a la puerta Marine saltó al suelo de piedra, sin dejar de mirarla.
- Ve por las mucamas, que preparen mi habitación y llamen de urgencia a un doctor ¡rápido, muévete Charles! – el pobre hombre regordete corrió hasta dentro de la casa gritando órdenes a diestra y siniestra, Marine simplemente se sentía hechizada, el joven encargado de los caballos se acercaba lentamente, hasta que vio a la señora de la casa y decidió regresarse - ¡tú! Ayúdame a llevarla a mi habitación, por favor.
A pesar de tener tantos años en esa casa, jamás hablaba con nadie de no ser necesario, los sirvientes simplemente pensaban que era una mujer altanera, así que tampoco se esforzaban por crear lazos, pero esta señora, se veía preocupada, se veía humana.
El joven accedió de forma apresurada y ambos corrían hasta el aposento principal, en el recorrido, Marine pudo observar el cabello rubio de la pobre chica ondear en el viento, como una bandera de paz en la guerra.
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Libre Albedrío
RomanceMarine mantiene una prestigiosa vida como la esposa del señor Erickson, fue educada para ser una madre gentil y cariñosa, pero el destino se ha encargado de darle una actitud fuerte, insensible y cruel... hasta que llega a su vida Lía, una dulce muc...