𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 4

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En serio que el Titanic era un barco hermoso

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En serio que el Titanic era un barco hermoso. Celeste se quedaba embelesada observando las finas terminaciones, tanto en la madera de las puertas y paredes, como en los cristales de las ventanas y lámparas. Ella jamás se imaginó capaz de presenciar algo así. Sin darse cuenta tenía la boca abierta de par en par y los ojos le brillaban con mucha fuerza.

De un momento a otro alguien tocó su hombro sacándola del trance. Eso le hizo derse cuenta de que varias damas de clase, vestidas con sus alajas horribles, la miraban de arriba a abajo contenido las risas. Celeste les dedicó una mirada neutral y les sacó la lengua, lo cual las desconcertó.

—Señorita —llamó alguien desde atrás.

La chica se giró para presenciar como un hombre, vestido de gala y con un violín en sus manos, le sonreía. Tenía el cabello rubio con terminaciones extrañas, como un bicolor. Sus ojos también eran bastantes peculiares, estaban entre amarillos y naranjas. Tenía un aspecto refinado, pero se veía que era un debilucho.

—Llámame Celeste —soltó divertida para tomar la mano de él y moverla con entusiasmo.

—Que energética —murmuró el susodicho antes de carraspear —. Usted debe ser una de las violinistas.

—Si —contestó rápidamente.

—Yo soy el encargado de explicarle cómo son las cosas. Verá, no es la primera vez que trabajo para la casa Rengoku —comenzó tranquilo sin saber que había perdido por completo la atención de la pelirrosa —, sé mejor que nadie como le gustan las cosas al dueño de este barco, y puedo decirle que nada es fácil. Debemos mantener un orden y...

Celeste miraba a los alrededores buscándolo, aquel amable hombre que la había subido sin pedir nada a cambio, un rico interesado en una pobre como ella.

Un pequeño brinco de alegría indicó que lo había encontrado. Su traje esmoquin ajustado negro le queda perfecto, y aquel pequeño pañuelo dorado, se parecía al color de ojos de la protagonista.

Sin pensárselo mucho, dejó al violinista hablando solo para caminar sin dudar ni un segundo a la mesa, en la que no estaba Kyojuro solo, no, habían otras seis personas más, pero eso a ella no le importaba.

Grande la sorpresa de aquel Rengoku, cuando, al alzar su vista después de unas risas con su prometida, encontró esos ojos dorados brillando, que lo examinaban hasta en lo más profundo de su alma, y aquella genuina sonrisa que era más hermoa que cualquiera de ahí, sólo por ser sincera.

Ah, pero las sorpresas no terminan ahí, porque Celeste, aún con la mirada incrédula de media mesa sobre ella, tomó su violín, para colocarlo en posición y comenzar a danzar en las cuerdas, marcando una hermosa y tranquila melodía, que se mezclaba con la alegría.

Dos minutos duró aquello, dos largos minutos de sentimentos y música juntos como si fueran un pastel. Cuando la muchacha finalizó su sinfonía, algunos se ahogaron en la pena, porque aunque fuera difícil admitirlo, ella le ponía un amor especial al violín, y eso se notaba.

—Es mi forma de agradecer lo de esta mañana —dobló su cabeza para sonreírle, otra vez ignorando todo lo demás —. Muchas gracias.

Él no pudo contestar nada, porque antes de que supiera como hacerlo, aquella jovencita ya se había dado la espalda y se había incorporado con la banda sonora del lugar. Rengoku se quedó procesando lo ocurrido y terminó por reír a carcajadas.

—¿Quién era esa chica? —cuestionó uno de los hombres de la mesa.

—¿Quién era esa chica? —cuestionó uno de los hombres de la mesa

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—¿Acaso tienes la menor idea de quién es ese? —interrogó el hombre al verla llegar, las gotas de sudor descendían de su cara como si estuviera lloviendo, él si estaba consciente de quien se trataba.

—Sé que es alguien rico —le restó importancia para observar como los demás miembros se ponían a su lado, preparándose para comenzar la función.

—No es sólo "rico" —encerró la última palabra entre comillas hechas por sus dedos —. Es Kyojuro Rengoku, el dueño del Titanic.

—Ah si si, el dueño del... —, a Celeste le costó trabajo procesar aquello, pero cuando lo hizo casi grita con todas sus fuerzas —¡Espera! El dueño... del Titanic —repitió en shock —¿Entonces es el culpable de que tenga que vestir esta horrible cosa?

—¡Ese no es el punto! —exclamó mientras se frotaba fuertemente la frente —. Mi nombre es Zenitsu, y será mejor que no te muestres con tanta confianza con el jefe.

—¿Por qué? —cuestinó sonrojada —, fue muy gentil.

—Porque está comprometido, y cualquier cosa podría ser malinterpretada, confía en mi —le puso una mano en el hombro y suspiró —, lo mejor es que te alejes de él, no conozco una sola chica que haya estado cerca de Rengoku y no se haya enamorado.

La pelirrosa le echó una ojeada rápida a la mesa del mencionado, él no apartaba su vista de ella, ni siquiera lo disimulaba. ¿Cómo no enamorarse con esa sonrisa que le estaba dedicando? Pero este no es momento para eso. Celeste se abofeteó a si misma para concentrarse. Ella tenía cosas más importantes en las que pensar. No había abordado el Titanic para enamorarse.

Debía centrarse en lo importante, dar una buena imagen, despegar su carrera y crecer en el mundo de la música. Cualquier otra cosa era secundaria.

 Cualquier otra cosa era secundaria

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

ʟᴀ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ᴛɪᴛᴀɴɪᴄ •|ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ ʀᴇɴɢᴏᴋᴜ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora