𝕍𝕀𝕀

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"𝓟𝓮𝓻𝓸 𝓮𝓵 𝓽𝓲𝓮𝓶𝓹𝓸 𝓼𝓮 𝓹𝓪𝓻𝓪 𝔂 𝓽𝓮 𝓪𝓬𝓮𝓻𝓬𝓪𝓼 𝓭𝓲𝓬𝓲𝓮𝓷𝓭𝓸..."


Y como de si un sueño se tratase, ahí estaba de nuevo... Sentada junto a Amity. Una vez más había ido hasta mi estación, con la promesa de viajar juntas tal y como lo había dicho el día anterior. Pero sentía que me mentía, siempre nos vemos... No tenía porque ir a mi estación, aunque me gustaba que lo hiciera me hacía sentir especial, como si le importara.

No comiences a hacerte falsas ilusiones, Luz.

— Entonces estudias literatura.... — pronunció luego de que le contará un poco de mi vida.— Pues... Yo en este año me gradúo. Estudio composición musical, como te habrás dado cuenta — me dio un ligero codazo, recordándome que vi sin su permiso su libreta.

— Basta, Amity. Te he pedido disculpas — la mire con una sonrisa, esperando que funcionara y con esto dejará de recordarlo.

— Estoy jugando, Luz — sin más, llevo su mano hasta mi cabeza donde ahí despeino mi cabello juguetonamente. Sentí como si un rayo me atravesará, uno muy bonito que no me iba causar la muerte.

Creó.

— Además — agregó.— He dicho que te debo algo, eres mi salvadora. Eres un ángel, ¿Cómo debería pagarte? — bajó su mano lentamente de mi cabellera y me miro con aquella expresión seria que me cautivo desde el primer momento en que la vi. Nunca creí que me dedicaría a mi una de sus miradas.

¿De verdad sigo viva?

— ¿Luz? — interrumpió mis pensamientos.

— ¡No es necesario! Los ángeles no andan por ahí cobrando los favores que les hacen a los humanos, ¿o si?

— ¿Ah, no? ¿Entonces que haces aquí en la tierra, ángel?

Sentí como la sangre se me amontonó en las mejillas. Amity me había llamado ángel. ¿Eso era coquetear, acaso? ¿Ella... era como yo?

¡Basta, Luz! Si rompe tus ilusiones también te romperá a ti.

— No soy un ángel, Amity — rasque con nervios mi mejilla, tratando de ocultar el rubor que tenia.

— ¡Acabo de ver un ángel sonrojarse! Debe ser mi día de suerte

¿Cómo puede decir aquello sin ni siquiera pensar lo que causa en mí? Sólo lo hizo y se acomodo sobre el respaldo del asiento. Como si de su propia cama se tratase.

De pronto, el tren freno su marcha de manera abrupta sorprendiéndonos. Del fuerte movimiento, me recargue sobre la mayor.

Mi corazón de pronto dolió. Se suponía que debía evitar cualquier tipo de "sustos" pues mi cuerpo no es apto para ello o algo así menciono el doctor. Trataba de controlar mi respiración, el tren se detuvo y los focos que alumbraban el lugar comenzaron a parpadear.

Dios me escuchó, se detuvo el tiempo hoy.

— Luz, ¿estás bien? — me miró preocupada mientras me sostenía y se reacomodaba sobre su lugar.

— Sí, solo me asusté — me faltaba el aire y apenas pude susurrar.

— ¿Segura? — insistió pasando su mano por mi mejilla, tomándola delicadamente sin dejar de observarme.

— ¿Por qué te mentiría, Amity? — y lo hice, mentí.

— Esta bien... — dejo de insistir y miro a su alrededor quitando sus manos sobre mi. Lo agradecí. Sentir sus manos era una sensación increíble pero mi cuerpo no lo soportaba, me ponía lo suficientemente nerviosa como para hacerme daño a mí misma.— Parece que hubo una falla en el tren y por eso nos detenemos.

— Sí... — no quería fallar, no hoy. No ahora. No frente a ella.

Saque de mi mochila mi pastillero que me acompañaba a todos lados desde hace dos años y con ayuda de mi agua, la trague. Me recosté sobre el respaldo del asiento y miré el techo.

Tienes que controlarte, ella te está mirando.

— ¿Estás enferma? — me preguntó analizando mi rostro.

— Algo así... — ya más tranquila, me atreví a mirarle.

— ¿Más que una simple gripe?

— Ajá, pero... Ya estoy mucho mejor, ¿sabes? Pronto curaré — dije esperanzada, y me despegue del asiento.

— Me alegro... — y dudando entre agregar algo más.— Eh... ¿Puedo decirte algo? Quizás suene muy raro pero no quiero hacerlo. Además, parece que el mundo ha conspirado para que lo haga. Me regalo más tiempo a tu lado.

Sonreí.

Sonreí achicando los ojos como muy pocas veces lo hacía pues Amity Blight, la chica seria que creía que todo este tiempo me había estado ignorado, estaba frente a mi. Nerviosa.

— Dime, Amity. Te escucharé

— Se que hasta ahora comenzamos a hablar y solo apenas te conocí realmente... Pero por alguna razón inexplicable, los fines de semana yo... Yo te extraño — bajo la mirada evitando la mía.— Eso ha sonado demasiado extraño, lo siento.

— ¿Me extrañabas?

— Aún no he terminado, respeta — me regañó y yo me disculpe, callándome una vez más para dejarla terminar esta vez.— Hay otra forma para llegar a mi facultad, ¿sabes? Una más fácil y rápida. Pero desde que te vi, prefiero esta ruta.

— ¿Por qué, Amity?

— Se me hizo costumbre verte, creó — soltó sin más.

— Oh...

— Y, quizás suene extraño... Pero eres bonita, me gustan las cosas bonitas.

— Amity... No soy bonita — mis mejillas volvieron a arder y con toda la pena del mundo, lleve mis manos a mi rostro para ocultarlas de la mayor. Debía estar soñando, sin duda es demasiado para ser realidad.

No soy más que una extraña, ¿Por qué yo?

— Lo eres. No me repliques

— Pero...

— Se que quizás estés pensando, "oh porque una chica me diría eso, que extraño, debería huir". Pero dado que soy música, me gusta expresa mis sentimientos... Aunque a veces me cueste.— Continuó con su discurso, chocando sus palabras, realmente estaba nerviosa. Y me sentí afortunada por verla así.

— No estoy pensando eso, Amity

— ¿No? — preguntó extrañada.

— En lo absoluto, ¿Por qué estaría mal que una chica le diga a otra que es bonita? No es como si lo fuera pero...

— Lo eres — volvió a interrumpir.— Y tienes razón, no hay nada de malo en ello.

El tren volvió a avanzar y mi corazón volvió a latir con mayor intensidad pero sin dolor. Esta vez era Amity Blight la que causaba que mis latidos aumentaran. La chica que hacía que me enamorará de ella cada cinco segundos.


Yo no te conozco y ya te echaba de menos.

Jueves ║ Adaptación LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora