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¿Hacía falta decir que era un manojo de nervios? Dobby estaba a tan sólo unos segundos de llegar a su casa y su corazón bombeaba a gran velocidad.

Ni siquiera sabía en qué momento debería decirlo, qué palabras decir, ¿Si le decía que sí lo besaba o lo abrazaba? No sabía qué hacer.

El timbre sonó y tomó una bocanada de aire antes de dirigirse a abrir la puerta, encontrándose con su mejor amigo sonriendo. La sudadera púrpura que tenía puesta le llegaba un poco más arriba de sus rodillas, lo que lo hacía ver extremadamente adorable al verse más pequeño. Sonrió enternecido.

Ambos caminaron hasta la habitación del mayor y se sentaron en la cama, delante de la mesita que tenía encima golosinas, palomitas y refrescos.

Doyoung había seleccionado la primera película que verían y se pusieron cómodos.

El menor reía en alguna escena que le pareciera graciosa, pero Yedam sólo estaba concentrado en cuándo sería el momento perfecto.

Terminaron de ver esa película, y luego otra, y otra, hasta que ya iban en la cuarta. Respiró profundamente antes de hablar.

—Dobby... —llamó, sintiendo que algunas partes de su cuerpo temblaban por culpa de los nervios y la timidez que en ese momento tenía.

El nombrado lo miró, quitando su atención de la pantalla para dársela a su mejor amigo.

—Yo... —vaciló en hablar varias veces, pero las palabras se atoraban en su garganta. Después de intentar calmarse habló— Yo pienso que eres un chico demasiado lindo, tierno, cariñoso, eres muy inteligente, envidiable. Tienes todo lo que cualquiera desearía tener. Tu sonrisa es realmente hermosa y no hay palabras para describir lo hermosa que es tu simple presencia y cómo alumbra mis días grises y los pinta de colores cálidos —siguió el consejo de su madre sobre decirle palabras lindas.

Doyoung se demostró sorprendido y una pequeña expresión de confusión se dejó ver en su rostro.

—A lo que quiero llegar es a que... Yo... Tú... Tú me... Ahh —no podía soltar esas dos simples palabras.

—¡Yedam, me gustas! —dijo Dobby con las mejillas sonrojadas.

Dammie lo miró y sonrió al saber que era correspondido. Dobby se acercó a él y rodeó su cuello con sus brazos, dejando un pequeño besito en sus labios antes de esconder su rostro en el cuello del mayor.

Yedam se sentía demasiado eufórico, no creyó que ese momento pudiera llegar a vivir ese momento. Al fin podría estar en una relación con quién pasó la mayor parte lo que lleva de vida, con quien fue su primer amor, con quien pintó su mundo por primera vez. Porque sí, Yedam se había enamorado de Doyoung desde el primer día en el que éste coloreó su mundo por primera vez.

Volviéndose un artista.

Su verdadero artista.

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わびさび 𓏳 𝗖𝗢𝗟𝗢𝗥 𝗠𝗬 𝗪𝗢𝗥𝗟𝗗₊ dodamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora