Capítulo 6

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El suelo cambió sutilmente de posición bajo sus pies y eso fue más que suficiente para que Itadori se dejara llevar, fingiendo una caída estrepitosa contra la pared que casualmente tenía una ventana cerrada, golpeándose contra ella.

— ¡Yuuji, ya basta! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no te asomes? ¡Es de día! Ya estoy viejo para esto, no me hagas ir hasta allí.

— Lo hubieras pensado antes de hacerte cargo de mí. O intentarlo, porque mucho no lo estás consiguiendo.

— ¡Qué malo eres conmigo! Y yo que te quiero tanto...

Itadori sonrió y volteó al oír el tono falsamente lastimero de su voz. Satoru se encontraba literalmente desparramado sobre un sofá de cuero oscuro apenas vistiendo una camisa, sus piernas largas y blancas cruzadas sobre el apoyabrazos del mueble. Pese a su intento de angustia, Satoru le sonreía desde su posición a unos metros, la diversión llegándole a la mirada.

Aquel camarote era en verdad bastante lujoso. ¿Cuánto dinero había puesto Satoru en aquel viaje? Ni siquiera golpeaban la puerta, nadie sospechaba, nadie los molestaba durante el día.

— ¿Cuánto falta para que lleguemos?

— Santo Dios, Yuuji...ya me has preguntado eso como, no sé, cien veces. Ya falta poco.

— ¿Cuánto?

— Un par de días, como mucho.

— ¿De verdad?

— De verdad.

— Eso me dijiste hace un mes.— Satoru arqueó las cejas e intentó fingir indignación, pero la sonrisa volvió a asomarse.— Lo sabía.

— ¡Esta vez es verdad, lo juro! Cruzar el mar no es cosa de un día, Yuuji. Paciencia.

— Tengo hambre.

— Lo sé, yo también.

Frustrado y ansioso, Itadori se rindió. Se alejó de la ventana y casi arrastrando los pies, cruzó el camarote esquivando los muebles y llegando adonde se encontraba Satoru; éste apartó las piernas y le dio un lugar a Itadori, quien no dudó en zambullirse de lleno entre los almohadones mullidos, resoplando.

Hacía poco más de un mes que Satoru había decidido cruzar el mar en busca de...bueno, lo que él llamaba "nuevo ganado". Al parecer, se había cansado de la sangre de aquella zona de Europa e iban a otra aún peor.

Estados Unidos, creía que le había dicho. Allí, en algún lugar de aquel vasto territorio vivía el "amigo" que Satoru le había comentado a grandes rasgos sin entrar en demasiados detalles. Lo único que Itadori sabía y que a Satoru parecía hacerle cierta ilusión era que ese amiguito suyo tenía mucha más experiencia que él tratando con vampiros jóvenes como él y que seguramente sería de mucha ayuda en algunos aspectos que a Itadori le costaba dominar.

Había aceptado sin recelos subirse a aquel enorme barco al ver la emoción de Satoru y, tratando de seguir su consejo, no había intentado despedirse de nadie ni había mirado atrás cuando finalmente habían partido, enterrando el recuerdo de su antigua vida para siempre.

O al menos eso se decía a sí mismo, porque cuando no podía conciliar el sueño aún recordaba la sonrisa de su madre, las bromas de su padre, la mirada molesta y los regaños de Fushiguro.

¿Tan fácil iba a ser olvidar algo que lo había hecho feliz?

Convencido, se dijo a sí mismo que era más perjudicial para ellos que Itadori se mantuviera cerca. Sin embargo, luego de un mes de viaje su fuerza de voluntad y su paciencia ya flaqueaban, no sólo porque se sentía encerrado y aislado...sino porque en verdad tenía hambre.

El extraño de mi cuarto [GoYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora