Capitulo 3

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— Yuuji, siéntate un momento, por favor.

— Estoy bien así, gracias.

Itadori sabía que había sido grosero con el sacerdote, pero la ansiedad que estaba viviendo en esos momentos le impedía ser incluso respetuoso con un desconocido.

Se encontraban en su habitación; era de tarde, el sol golpeando los ventanales de su balcón. Itadori se hallaba de pie o mejor dicho, dando vueltas por todo el cuarto como un león enjaulado, prácticamente desesperado por salir de allí. El sacerdote se encontraba sentado en una silla de madera al otro lado del cuarto, las piernas cruzadas y las manos descansando sobre su falda, el rostro impertérrito. Sus padres, a su lado, sin embargo, distaban mucho de hallarse tan tranquilos como el cura.

E Itadori tampoco podía echarles en cara la expresión contrariada y preocupada que ambos expresaban. Incluso había maltratado a su madre más temprano aquel día, no iba a suponer que no se hallaban molestos...

Y es que estaba harto, cansado, exasperado; habían pasado dos semanas desde que aquel sacerdote se había metido en su casa, en su vida, en su intimidad y con ello, el inicio de todos sus problemas. Lo que había iniciado con pequeñas charlas que no llegaban demasiado lejos no sólo porque Itadori no se sentía en confianza y no quería soltar lo poco que sabía sino porque entendía la mitad de las cosas que le preguntaba aquel sujeto, ya había escalado un poco más lejos aquellos últimos días en donde el insomnio y la ansiedad habían alcanzado un nivel insoportable para Itadori.

Le había dado ejercicios para realizar; insólitamente, cuando Itadori se había negado e incluso había pensado en no realizarlos en cuanto el sacerdote se fuera de la casa y lo dejara en paz, se había topado con la desagradable noticia de que debía hacerlos junto a sus padres. En otras circunstancias aquello no debería haber suscitado ningún problema; después de todo, la ejercitación consistía solamente en leer algunos pasajes de la biblia, nada más.

¿Quién iba a suponer que algo tan inocente podría llevarlo al borde de la demencia?

No sabía si era el libro que el mismo Getou les había proporcionado con los capítulos y pasajes marcados, si se trataba de las palabras que su madre recitaba casi de memoria o si era la actividad en sí, pero conforme los días pasaban y aquello se había vuelto costumbre, Itadori había aprendido a aborrecer aquello. La molestia se transformó en dolor de cabeza, el zumbido en sus oídos se había instalado de nuevo y cada día Itadori se volvía más insufrible, situación que empeoraba y detonaba cuando su madre lo obligaba a escuchar y leer aquello junto a ella.

Y a eso, tenía que sumarle otro hecho escabroso y determinante de su insanía: el sacerdote les había prohibido expresamente que lo dejaran salir de la casa.

Contrario a lo que sus padres podían llegar a creer, Getou les había explicado que el problema mayor radicaba en no encontrar al causante de todo aquello, el cual se encontraba fuera de la casa. Había intentado por todos los medios sonsacarle a Itadori un nombre, una ubicación, lo que fuera, pero no había tenido caso; por ese motivo, al no tener una pista firme del sujeto que en teoría el cura estaba buscando, había decidido atraerlo hacia él, encerrándolo.

O eso era lo que ya comenzaba a pensar Itadori, porque lejos de mejorar su situación cada vez empeoraba más, y ya no se trataba de la ansiedad tonta y manejable que había sufrido tiempo atrás. Aquello era literalmente insoportable. Al zumbido y el insomnio se le habían sumado poco tiempo después la ansiedad y el dolor de cabeza, y hacía tres o cuatro días, la inapetencia y una comezón extraña que le obligaba a rascarse insistentemente los brazos y el cuello, tal y como si de una alergia persistente e intensa se trataran.

Ese mismo día, después de que Itadori le gritara a su madre que ya estaba harto de aquellas estupideces, de que quería salir de allí y de que su padre viese las heridas que él mismo se estaba infringiendo al rascarse violentamente, habían vuelto a llamar a Getou, quien se había hecho presente un par de horas después.

El extraño de mi cuarto [GoYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora