Bellatrix no vio a la mujer por el resto del día. Una vez salió del despacho dejándola sola, se fue directamente hasta las mazmorras de la mansión, insonorizando el sector por completo. Descargó sus frustraciones en las paredes, puesto que, para su desgracia, no tenía prisioneros en los que desquitarse y se lamentó sabiendo que eso sería demasiado satisfactorio. Estuvo durante horas allí metida, lanzando hechizos a diestra y siniestra, gritando y llorando por la rabia que sentía de ella misma. En un punto de su desahogo, soltó su varita y arrastró sus uñas por su cuello y pecho, dejando las marcas y sacando algunas hileras de sangre en el proceso.
Sentía rabia y desesperación al no saber qué hacer. Toda su vida le enseñaron que los Muggles eran seres tremendamente inferiores, y que casi deberían fungir como elfos para los magos, pero con aquella mujer se sentía diferente. Ahora que sabía realmente lo que podría llegar a hacer por la persona en quien depositaba su corazón, estaba embelesada por ella, quería tenerla, poseerla y no dejarla ir de su lado nunca más; pero aquello sería su perdición, puesto que ciertamente tendría que olvidar sus enseñanzas y en estos momentos era todo lo que tenía.
Siempre fue el orgullo de sus padres en ese tipo de menesteres, hacía todo lo que ellos dictaban sobre la pureza de la sangre y su educación, pero no podía dejar pasar el hecho que había encontrado alguien que parecía ser su igual, el complemento que le faltaba a su vida, y se lamentaba que fuese alguien prohibido. No podía pensar en que dentro de todo lo malo que le había pasado durante los años, desde que salió de Azkaban, lo único interesante había sido que una Muggle la encontrase en la calle y que fuese la pequeña oscuridad que apegó a su ser dejando calidez.
Toda su vida había gritado al mundo que detestaba a los Muggles, había matado a muchos de ellos, torturado y secuestrado a muchos otros, pero no hallaba la forma de sacarse a esa oscura mujer de la cabeza. Siguió lazando hechizos y en el camino se iba tomando la cabeza, buscando un poco de calma, la cual no llegaba. Un trueno se escuchó en las afueras de la mansión, haciéndola pegar un brinco en su lugar y abrir los ojos desmesuradamente. Dejó sus actividades y salió corriendo del lugar en el que se encontraba, llegando con rapidez hasta su habitación. Estando dentro, se metió al baño y se dio un relajo en la tina, tratando que los truenos que se escuchaban fuera no le afectasen, mas no tuvo éxito. Salió del cuarto y se dirigió hasta la puerta que daba el paso a su vestidor. Sacó una gran cantidad de colchas que guardaba en todas sus casas y las llevó hasta la cama. Se puso a estirar una por una las mantas sobre el colchón, dejando sobre éste un total de diez colchas. Caminó hasta el borde de la cama y se metió desnuda dentro. Odiaba esos días y se tapó los oídos con las manos, enterrándose dentro de las mantas, llegando al medio de la cama prontamente. Se quedó así hasta que cayó dormida.
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Eleanor se había ido hasta el cuarto que tenía el techado con vidrio, y se perdió admirando las flores y plantas que se encontraban desperdigadas por todos lados. Una de las cosas que ella pensaba que le daban vida a una habitación eran las flores, pero no podía dejar de lado que aquella cúpula sobre su cabeza era algo maravilloso. Podía ver a los pájaros volando libres, como el sol se iba escondiendo poco a poco y las copas de los árboles moviéndose a lo lejos gracias al viento que corría a su voluntad. Se olvidó del pasar de las horas y al ver que el sol se había escondido en su totalidad, se encaminó hasta su habitación. Se puso a curiosear los vestidos y las distintas cosas que había en la habitación. No quería pensar en lo que había pasado, porque independiente de que había sentido mucha pena al verse sola y sin los labios de la mujer sobre los suyos, también todo estaba siendo demasiado abrumante para ella. Hacía demasiados años que alguien la había besado o tocado alguna parte de su cuerpo, tantos que le era difícil de recordad exactamente cuando fue, y ciertamente pensaba que nadie la había hecho sentir de esa manera.
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El día que cambió mi vida
FanfictionBellatrix es maltratada y expulsada del Mundo Mágico bajo las órdenes de Voldemort, llegando a una remota parte de Londres, haciéndola tomar decisiones que cambiarán su vida y la de alguien más.