Capítulo 1: La llegada

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Era una noche muy lluviosa y corria el año 1940.
Los doctores Brennan se dirigían en su auto hacia la mansión Watts, la fuerte lluvia no se detuvo durante todo el trayecto hacia la mansión.
Cuando llegaron a la dirección que les dieron se encontraron con una Mansión enorme, con ventanales hermosos, y techos altos, ambos subieron la colina hasta llegar a la puerta principal. Ya estando allí, dentro se oía un piano con una sonata hermosa, la doctora Brennan toco la gran puerta de madera. De ella salio una mujer alta y de pelo rubio que les dijo.

–Deben de ser los doctores, me llamo Constance, por favor acompañenme.

Ambos entraron a aquel lugar y en cuanto entraron se sintió un ambiente pesado y lúgubre, y la sonata que se escuchaba desde fuera era tocada por dos niños, una niña de ojos azules y de cabellera roja y el niño tenía los ojos cafés y era alto. Los doctores quedaron sorprendidos al ver a dos niños de tan corta edad tocando el piano de esa manera. Los niños se levantaron del piano y uno de ellos dijo.

–Me llamo Emma y este es mi hermano Miles.

–Es un gusto. Yo soy La doctora Alice, y este es mi hermano, el doctor Philip. –Dijo Alice con una sonrisa muy grande.–

Los niños al ver que Constance se acercaba huyeron de ahí, Constance se acercó hacia Alice y Phillip y les dijo.

–Acompañenme, es en el piso de arriba, ahí se encuentra mi esposo, el señor Watts... A el lo tienen que ayudar.

Alice y Phillip siguieron a Constance hasta arriba, mientras más se avanzaba por los pasillos la casa se hacia cada vez más grande.
Cuando llegaron a la habitación donde se encontraba el señor Watts Alice notó un olor a putrefacción y a humedad, Alice se acercó hacia la cama donde se encontraba el señor Watts arrecostado, Alice se acercaba muy lentamente hacia el señor Watts y cuando se encontraba a escasos metros de el le preguntó.

–¿Que es lo que usted siente?.

–Dolor... Mucho dolor. –Dijo el señor Watts con una voz sin fuerzas.–

-Phillip trae nuestro equipo. –Dijo Alice con una gran preocupación.–

Phillip salió de la habitación y bajó las escaleras corriendo, llegó a la entrada e intento abrir la puerta pero parecía cerrada, Phillip forzaba la puerta pero nada, hasta que escuchó tras el a los niños que estaban tocando el piano, los cuales se posaron tras el y le dijieron.

–Disculpa... Morirán aquí adentro, todos lo hacen.

Los niños desaparecieron y la puerta se abrió, Philip tenía mucho miedo pero su profesión iba primero.
Phillip bajo la colina corriendo y llego al auto, agarro el maletín de instrumentos de medicina, y corrió de nuevo hasta la habitación le dio el maletín Alice, empezaron a examinar al señor Watts con mucha precaución, pero era indescifrable lo que el tenía, todos salieron de la habitación y Constance se dirigió hacia Alice y Philip y les dijo con mucha angustia y con lagrimas saliendo de sus ojos.

-¡Por favor quédense aquí!, se les dará de todo pero por favor, salven a mi esposo.

-Claro que nos quedaremos, nunca hemos perdido a alguien, esta vez no será la excepción. –Dijo Phillip.–

Alice asintió su cabeza concordando con Phillip.
Constance llamó a la sirvienta la cual se encontraba en el piso de abajo, la sirvienta llegó muy apurada y dijo.

–¿Se le ofrecia algo, señora?.

–Si, estos son nuestros invitados, ellos son Alice y Phillip, por favor llévalos a la habitació número 20. Phillip, Alice ella es Moira una de las sirvientas, si ustedes nesecitaran algo solo diganle a ella. –Dijo Constance secándose las lagrimas.–

Phillip y Alice siguieron a Moira hacia el tercer piso.
Constance se quedó donde estaba pero cuando ella vio que ya se habían ido, entró al cuarto del señor Watts, se acercó a la cama donde el estaba y de su suéter de piel sacó de la bolsa un veneno de mediana intensidad, muy bruscamente le abrió la boca a Watts y le dio exactamente 5 gotas de aquel veneno, Constance con un enojo que casi no podía controlar dijo.

–Todo esto es tu culpa, la muerte de mis nietos es tu culpa, mi muerte es tu culpa, no entiendo como no mueres y sé que tu fuiste el que llamó a esos doctores y ahora se van a quedar hasta que te sanes, pero no lo harás, yo me aseguraré de eso.

La Mansión Watts Donde viven las historias. Descúbrelo ahora