¿Recuerdas?

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Nishinoya despertó. Solo, sin Asahi a su lado.

  Observó a su alrededor y no pudo encontrar a su anfitrión.

-- ¿Asahi-San?-- Dijo Nishinoya mientras se refregaba los ojos con sus puños.

Luego de unos minutos, Nishinoya, decidió pararse e ir a averiguar en donde se encontraba Asahi.

-- ¿Asahi-San?

Nishinoya bajó las escaleras. Observando la sala de estar, viendo que el más alto no se encontraba allí. Luego observando la lavandería, pero para su sorpresa tampoco estaba ahí.

-- ¿Asahi-San? ¿Dónde estás?-- Dijo observando a todos lados. Tal vez se encontraba algo nervioso-- ¿Dónde fuiste? ¡No te escondas!

Su cabeza comenzaba a doler. Comenzó a caminar en todas las direcciones. Se encerró en cada una de las habitaciones. Y busco en  los lugares más grandes y más pequeños de la casa.

Luego de una hora o dos de buscar, decidió sentarse en una de las sillas de la cocina. Se sirvió un vaso de agua e intentó tranquilizarse. Buscaba desconcentrarse del dolor de cabeza, así que cerró los ojos.

"Arriba, mi vida. El dolor de cabeza no va a durar por siempre, ya va a pasar."

Una voz. Una dulce y cariñosa voz se repetía en su cabeza.

"Te tengo, ¿si? Un abrazo te va a hacer sentir mejor. Confía en mí."

El cálido tacto de unas suaves manos. De una frágil y suave persona.

"Confia en Mamá"

El abrazo de una amorosa madre. Algo que se le había negado durante años.

-- ¡MAMÁ!-- El del mechón rubio miró a todas partes. Se veía exaltado y algo confundido.-- ¿Mamá?...¿Qué fue eso?

Nishinoya miró hacia la mesa confundido y consternado. Luego levantó un poco la mirada, y pudo divisar un papel sobre esta.

El papel se veía bien doblado. Este, parecía ser sacado de un viejo libro, ya que su página se veía desgastada. A la vez se podía ver el nombre "Nishinoya" escrito en él.

-- ¿Uh? ¿Qué es esto?-- Pensó Nishinoya.

El más bajo tomó la nota y la abrió. Comenzando a leer lo que había escrito en su interior.

"Hola, Nishinoya.

Espero hayas encontrado esto lo más rápido posible (sino fue así, voy a intentar colocar la carta en un mejor lugar la próxima vez).

Ahora mismo no me encuentro en casa, tuve que ir a la preparatoria y no podía llevarte conmigo. De todas formas, quería avisarte que al terminar mis clases (las cuales terminan a las 4 p.m.) voy a tener práctica de voleibol.

Podemos encontrarnos en el gimnasio de la preparatoria si quieres, dijiste que también practicabas. ¡Así que me encantaría verte en la cancha!

Atentamente: Asahi Azumane."

Nishinoya, al leer la carta soltó una ligera risa.

Luego subió a la habitación de su anfitrión y se comenzó a vestir.

El más pequeño decidió buscar las prendas más pequeñas de Asahi. Esto porque su ropa seguía húmeda, además olía a pasto mojado (lo cual no le desagradaba por completo, pero no era un olor que lo favoreciera).

-- Meh, supongo que esto podría funcionar-- Nishinoya, tomó una camisa liza de color salmón. También tomó unos shorts de jean y unas medias blancas.

Se cambió con la ropa del más alto. Claramente le quedaba enorme, pero podría ser peor.

Tomó sus zapatillas y se las puso. Se ató los cordones y salió de la casa, rumbo a la preparatoria.

-- Mmh, no lo entiendo, ¿qué fue ese recuerdo?...¿Cómo es posible que no haya recordado a mi propia mamá en todo este tiempo? ¿Qué está mal conmigo?-- Murmuraba para si mismo el de grandes ojos.

Nishinoya iba, técnicamente, trotando hacia la academia. Hundido en sus pensamientos. Mirando al frente, con la mirada perdida.

Luego de un rato llegó a la puerta de la preparatoria.

Los ojos de Nishinoya se iluminaron. Una sonrisa se formó en su rostro. Al igual que el deseo de entrar y recorrer los pasillos. 

 Nishinoya no sabía por qué. Pero el solo ver ese gran edificio y ese uniforme negro, recordó un fuerte sentimiento. Algo que no sentía hace un largo tiempo. 

 Recordó como era estar en casa. Se sentía asombroso. Era un sentimiento cálido.  pero a la vez doloroso.

  El más pequeño se quedó petrificado frente a la preparatoria. Todo se veía gris. Las personas a su alrededor eran solo siluetas. 

 Ya no había sonido. Ya no estaba aquella asombrosa vista. Solo había un murmuro. Una frase que recorría su mente. 

 "¿Y mi madre?...¿Dónde fue?"

El chico del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora