Capítulo 1 Cuando le conocí.

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  ¿Sabe el frío que tienen mis manos ahora que no están con las suyas? ¿Sabe lo tristes que están mis ojos ahora que no los alegra? ¿Sabe el vacío que siento en mi interior ahora que no me late el corazón? No entiendo nada, ¿por qué lo hicieron? Bueno, creo que lo mejor es empezar desde el principio, cuando le conocí.

 Viernes. No hacía ni mucho frío ni mucho calor. Mi hermano Isaac no estaba ni muy borde ni muy cariñoso. El café no estaba ni muy caliente ni muy frío. Viernes normal, tal vez. Pero no. Era el cumpleaños de Aaron.

El cumpleaños de Aarón. Aarón era el chico más guapo de la clase. Alto, musculoso, bronceado, de pelo color paja y ojos color mar. Una sonrisa perfecta, con un hoyuelo a cada lado de sus mejillas rojizas. Pero era, por encima de todo, uno de mis mejores amigos.

  Me maquillé y me puse un vestido negro, me hice una trenza en la parte izquierda y me dejé un mechón suelto en el lado opuesto, me puse mi collar favorito y los pendientes que me regaló mi padre en mi anterior cumpleaños. 

  Salí de casa y cuando bajé, Arturo ya estaba allí. Arturo, el hermano de Aarón y mi amor platónico desde que le conocí. Era idéntico a Aarón, sólo que Arturo tenía el pelo negro azabache.

 Siempre me había llevado bien con él, por eso le pedí que me acompañara al cumpleaños de su hermano. Por eso, y porque el resto de mis amigos ya tenía pareja para ir. El paseo se me hizo largo porque era una noche fría. Lo único que me mantenía en calor era mi corazón bombeando con fuerza la sangre por todos los rincones de mi cuerpo cuando me hacía reír.

 Me tropecé muy cerca de su casa y me torcí el tobillo. Me cogió en brazos para llegar a tiempo. Hubiera sido romántico si no me hubiera dicho que tenía que adelgazar, ya que le pesaba mucho. Me reí de nuevo y le golpeé.

  Al fin llegamos a su casa y lo primero que hice fue ir al baño a quitarme la tierra que tenía en los tobillos. Me miré en el espejo, me retoqué un poco el pelo y salí.

 Entonces le vi.

 Alto, delgado musculoso, con la piel blanca como la nieve, el pelo castaño decorado con un tupé natural, fijado sin gomina. Los ojos más bonitos que había visto en mi vida, de un color entre verde claro y gris. Las mejillas adornadas por pequeñas pecas parecidas a pepitas de chocolate en miniatura. Entonces me miró. Y sonrió. Me sonrojé. 

¿Cómo es que no le había visto antes?

Apuesto mi vida por ti [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora