"Esto es un amor secreto, quiero ser su posesión" (Dice lo que siente, Miranda!)
En San Valentín las cosas son clichés, típicas y bastante voraces, sobre todo lo último si eres popular entre las señoritas. Durante años anteriores los casilleros de algunos integrantes del Karasuno se habían atiborrado de cartas y en algunas ocasiones las prácticas tenían gritos femeninos de fondo entre los ánimos al objetivo de su aprecio o el grupo de amistades que daban aliento a la que buscaba confesarse después del entrenamiento.
En dos años consecutivos la misma cantaleta, Tsukishima y Kageyama eran los más hartos por ser los usuales "tipos". Incluso el pasado catorce de febrero le había ocurrido a Yamaguchi.
Y no se estaba quejando, Shouyou jamás haría eso, pues a pesar de que el celo se le asoma de repente, desde que se descubrió su enamoramiento hacia su rival (porque si, muy noviecitos y todo, pero existen prioridades) y su reciprocidad, esto de gustarle a alguien o recibir atención en fechas triviales era mínimo.
O eso creyó hasta ahora. Porque Hinata Shouyou, "as" del equipo varonil de voleibol, titular estrella de tercer año, hoy ha abierto su casillero y visto una plaga de chocolates que muy apenas caben en el espacio recóndito de metal. Kageyama, quien se encuentra a su lado, está igual de atónito que él.
—¿Ah? —Es lo único que puede decir. ¿Quizás se habrían equivocado? Gira cerrando en un "zaz" la puerta y encara al armador que tras respirar vuelve a tener una expresión seria— ¿Eh?
—¿Vas a repetir las vocales? Te faltan la "i", la "o" y la...
—¡Entiendo, entiendo! —Suelta Shouyou, que vuelve a abrir el locker mirando cada detalle. Algunos tienen notas que no alcanza a leer, sigue sin comprenderlo pero con la presión de ser observado por otros estudiantes, solo mete las golosinas a su mochila a la velocidad del sonido del timbre.
—¡Apúrate, idiota! —Kageyama le apoya, terminando va llevándolo a rastras para alcanzar a llegar al salón de clases— No tenemos tiempo para estas cosas...
Hinata corre detrás de él por la posición, y nota la piel de sus orejas irradiando rojo.
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El balón en las manos de Tobio estaba a punto de explotar (o al menos eso pasaba en su mente), lo aprieta con bastante furia para evitar hacer una mueca frente a los kouhais que toman su descanso entre la práctica. ¿Y cómo no se va a sentir molesto? Hay unas cuantas jovencitas de primer año platicando con su novio, ofreciéndole chocolates envueltos en cursi papel decorado de corazones en distintos colores.
Como si necesitara más dulces cuando en la mañana ya recibió una confitería entera probablemente de otras chicas de la escuela.
—Kageyama.
—¿¡QUÉ!? —Grita alzando la voz y haciendo volar la pelota con una velocidad sorprendente que Yachi esquiva con el espanto en su cara— Lo siento, Yachi-san...
Ella solo hace un ademán a modo de "No importa, pero ten cuidado a la próxima".
—¿Estás bien, Kageyama?
—No lo sé. —A Hitoka le sorprende la honestidad del armador a veces— ¿Son de primer año?
—Si, del equipo femenino de voleibol. —La cara de Tobio es un poema revuelto, se ve desesperado, a lo que decide tocar su hombro con suavidad en plan "todo está bien."— Hinata no te dejaría por ninguna de ellas.
—Eso no me preocupa, ya lo sé. —Esa honestidad de nuevo, algo gracioso y exasperante. Yachi desea algún día tener la misma seguridad cuando tenga una pareja— Es que, ¿Cuando se volvió tan popular?
—Creo que desde el año pasado la gente ha notado otra faceta de él.
—¿Faceta?
—Si. —Asiente la chica soltandolo para recoger el proyectil que vuelve a ser un balón en sus manos— Se ve resplandeciente, feliz, completo. Y todos ahora lo notan. ¿No lo has visto?
Yachi sonríe cómplice, le devuelve el balón y va caminando hacia su capitán para proseguir el entrenamiento.
Antes del grito del coach Ukai, puede alcanzar a verlo, una vez que se despide de las estudiantes y está mirando hacia él. Ojos brillantes, mejillas sonrojadas y una curvatura perfecta enmarcada con sus mejillas.
—Deja de verme tanto, Torpeyama. —El as de tercer año lo sorprende pellizcando sus laterales para sacarlo de su tren de pensamiento— ¿Que? ¿Estás celoso de que este año recibí más chocolates que tú?
—No. —Le responde seriamente para después desordenar la maraña que tiene por pelo y dejarlo refunfuñando.
Corre a velocidad alta a su posición mientras su novio lo persigue intentando llamar su atención buscando pelea.
Es ahí cuando comprende que él también se siente justo como dijo la manager del equipo. Resplandeciente, feliz, completo. Todo gracias a Hinata.
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Crónicas de homos primerizos
FanfictionDesde una confesión, el noviazgo es una etapa muy bonita durante la adolescencia. Pero, ¿Por qué el primero tiene que ser tan complejo? Más cuando se trata de un par de chicos idiotas. Una serie de recuentos enfocada en momentos ridículos, peleas es...