Cap 4: Boca

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"You put your arms around me and I'm home" (arms, Christina Perri)


Ver a Kageyama de malas no es una novedad. Al contrario, es rutinario. Un "mood" veinticuatro horas por trescientos sesenta y cinco días del año. Excepto en año bisiesto que gozamos de un día más de esta faceta del menor del grupo de los de segundo año.

Para variar, la causa del mal humor de Tobio no era otra más que Hinata, del cual no se ve ni sus luces. Y ese es el problema, están a treinta minutos del calentamiento público previo al primer partido de las nacionales. Tienen que empezar su ruta a la plataforma o los de logística se molestarán con ellos, cosa que no parece lejana, pues la encargada hace muecas a cada excusa que Tanaka le plantea para retrasar el suceso.

—Es ridículo que Hinata no pueda controlar sus dolores de estómago antes de un partido. —Suelta Tsukishima con los pies repiqueteando al suelo.

Kageyama quiere decirle algo, pero no encuentra las palabras para hacerle saber que él es así. Defenderlo de lo indefendible.

—Lo sé, Tsuki. —Responde Tadashi adelantándose con la voz alzada. Está preocupado, todos lo están— Pero no es algo sencillo...

—No ayudes, Yamaguchi.

—¿Aún no aparece Hinata? —Ennoshita hace aparición, con brazos cruzados y el ceño fruncido, este se ciñe más con la negativa de cabezas. Suspira, ¿Por qué tenía que pasarle esto a él? Como capitán ahora era toda su responsabilidad— Como sea, no podemos retrasarnos más, Tanaka está colmando la paciencia de los organizadores, hagamos filas, nos tendrá que alcanzar allá. Dejaré el recado con uno de los equipos de aquí...

—¡Espera, Ennoshita-san!

El grito de Tobio frena el ambiente tenso, Chikara devuelve la mirada relajando un poco su rostro hasta darle una sonrisa sincera. Sabe que el chico quiere buscarlo y no dejarlo a la desidia. Solo asiente concediendo permiso de huir en su búsqueda.

—Recuerda, cancha A. ¡Rápido!

Mientras el resto del equipo se prepara para dirigirse al calentamiento, Kageyama recorre los pasillos a pasos agigantados, porque las zancadas no le bastan. Sabe que debe estar en uno de los baños más recónditos, pues Shouyou huye del ruido, la presión y de los intimidantes encuentros con equipos rivales. "Si que tiene mala suerte el idiota." Piensa.

Después de varios minutos vagando a alta velocidad, Tobio encuentra la puerta de los sanitarios. Al ser un sitio alejado de la concurrencia no se escucha nada, ni percibe la presencia de nadie al entrar, hasta que un suspiro hace aparición espantando el silencio; Mira debajo del límite de la cabina y puede ver los zapatos de Hinata sacudiéndose nerviosos, con ese tic que tiene de moverlos cuando algo le exaspera.

A la cuenta de tres, Kageyama patea la puerta abriéndose de golpe, asustando al pelirrojo que ahora está abrazando las piernas sobre la taza del inodoro. Hinata al ver que se trata de su compañero de equipo la mueca de susto se le transforma en determinación

—¿¡QUÉ MIERDA TE PASA, KAGEYAMA!?

—¡YA VA A EMPEZAR EL PARTIDO! ¿¡QUÉ ES LO QUE TE PASA A TI!?

Ambos gritos dejan de hacer eco. Exhalan aire, Hinata evita el contacto visual, aunque eso le moleste no es el momento para seguir rumiando uno contra el otro, porque el tiempo no les sobra.

—Ennoshita-senpai estaba preocupado.

—¿Solo Ennoshita? —Pregunta aún sin verle y con las piernas en su pecho.

—No, todos lo están. —Esta vez Shouyou si que lo ve, entiende lo que quiere saber— Bien, yo estaba preocupado.

—Si que es difícil para ti admitirlo. —La risa del bloqueador se siente apagada, eso no le gusta nada a Tobio, su corazón se oprime. Sus brazos actúan antes que su cabeza, envuelven el cuerpo de Hinata estrechándose contra el suyo— ¿Kageyama?

—No tienes porque seguir poniendote nervioso, idiota.

—Pero, ¿Qué tal si no ganamos? ¿Y si se repite lo mismo que el año pasado...?

El agarre se ajusta, no quiere escucharlo. No se va a repetir. El recuerdo de su llanto, de la vista derrotista que tuvo en esa semifinal, cayendo de bruces con la sensación de la fiebre debilitando su cuerpo. Él no va a caer, no de nuevo.

La respiración de Hinata es incapaz de mantener su ritmo, Kageyama sube sus manos, acariciando con las yemas de los dedos el rostro de su novio, rozando poros de la piel en sus mejillas.

Se acerca más a él encorvandose, con sus frentes tocándose.

—Necesitas calmarte, idiota.

—¿Cómo lo hago?

Los latidos se alojan gratis en su garganta, haciéndole memoria de que está vivo y todo es real. Lo confirma cuando Tobio aprieta su boca con la suya. Le recorre por la columna vertebral la electricidad del momento, en ese instante torpemente se incorpora de donde está sentado.

Sabe que deberían parar, porque podría verlos alguien, porque tienen el tiempo contado. Sin embargo no quiere desprenderse de allí, menos cuando sus manos son independientes del cerebro y con vida propia se pegan a los hombros de su alto rival.

La cadencia del beso sigue con movimientos de labios desesperados que van perfectos para ellos.

Al separarse, los ojos se abren y se tiñen las caras de un rojo impresionante del brillo.

—Kageyama...

—No te atrevas a decir... ¡Mierda!

Lo que sigue avanza demasiado rápido hasta para su velocidad habitual, Kageyama lo toma del brazo con fuerza para llevarlo casi a rastras desde el baño hasta el camino hacia la cancha. Necesitan apurarse, pues podrían perderse el periodo de calentamiento. Le suelta, ahora ambos avanzan a zancadas amplias por las instalaciones.

Ingresan por la entrada donde se encuentran rematando balones sus compañeros y se incorporan a las dinámicas del equipo con los regaños de Ukai y las reprimendas de su capitán de fondo.

No cruzan miradas durante este lapso, pues Kageyama siente que si vuelve a ver la boca de Hinata su concentración se irá hasta otra galaxia.

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El enfrentamiento ha finalizado, exhaustos los integrantes del Karasuno caen sobre la duela con la victoria en sus sonrisas. Entre sudor, el equipo de preparatoria sale de nueva cuenta a los pasillos para descansar y prepararse para volver a la posada donde se hospedan durante este periodo de nacionales.

Mientras la mayoría ya van encaminados hacia el transporte, Kageyama y Hinata como castigo (de nuevo), se encuentran buscando cosas que pudieran haberse quedado y ordenando últimos detalles antes de la retirada.

Tobio no podría ser más obvio sobre que no quisiera enfrentarse a los ojos brillantes de Shouyou, pues teme quedarse prendado en ellos y eso lo nota el pelirrojo que se acerca para ir juntos a la salida.

—Oye, Tontoyama. —Ante el apodo no reacciona y sigue andando a su lado. Solo suelta un "hmm" para que sepa que lo escucha— Lo que hiciste...

—¿Besarte? —Responde el armador con timidez y aún así se atreve a encararlo, soltando el miedo de verlo porque hablan a susurros en un lugar repleto de ruido— ¿Estuvo mal?

Hinata negó con la cabeza. Cuando el sonrojo aparece de nueva cuenta una sonrisita boba también lo hace.

—¿Lo volverías a hacer mañana? —Pregunta con decisión Shouyou, quien se acomoda el maletín en el hombro para abrir la puerta del gimnasio.

Kageyama siente la sonrisa atravesarse en su boca, su novio lo mira expectante y con un cariño que no sabe cómo medir.

—Lo pensaré.

"Podría hacerlo siempre." Responde dentro de su cabeza, lo repetiría toda su vida.

Crónicas de homos primerizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora