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Tardé mucho tiempo en relajarme, casi unos 20 minutos. Fue complicado resistir esos impulsos tan aterradores que invadieron mi mente, la necesidad de querer agarrar esa parte de ahí abajo fue casi insana.

Pero tenía que ganar la competencia, por lo que no me dejé vencer por los impulsos, y eso es un gran avance.

Como ahora no tengo nada que hacer, fue más difícil relajarme. Pero si hubiera tenido trabajo, habría sido más fácil, ya que me habría distraído. Aun así, Mark no me ha dicho si los cálculos están bien.

No sé cuánto tiempo tendré que esperar para que venga a mi oficina y me diga los promedios.

Cuando pensé que aquella persona que es mi secretario no llegaría, fue justo cuando entró por aquella puerta.

—Antes que nada, dime ¿Qué estuviste haciendo con Luisa? —¡Mierda! Sabiendo que iba a preguntar eso, hubiera preferido que no viniera.

—¿A qué te refieres con “¿Qué estuviste haciendo con Luisa”?

No jodas, Perth… ¿Eso es lo único que se te ocurrió decir? Mark no es tan estúpido como para no darse cuenta de que estás evadiendo su pregunta.

—No te hagas el idiota. ¿Qué estuviste haciendo con ella?— Estaba actuando como mi padre y detesto cuando hace eso.

—Deja de hablar, no tengo nada que decirte. — Eso es, Perth. Por primera vez no le has dicho nada a Mark. Ya era hora de que te hicieras cargo de tus propios problemas sin que nadie se enterara de ellos.

—¿Estás seguro de lo que dices? — Me cuestiona amenazante.

—Sí. ¿Por qué no debería estarlo? —Siento que estas palabras fueron las más difíciles que he dicho en mi vida.

—De acuerdo... Entonces el resultado que sacaste está bien, me retiro — Me dijo fríamente.

—¿Por qué te vas tan rápido? ¿Acaso te enojaste con lo que dije?

Mark se giró sobre sus talones y se acercó a la puerta. Cuando agarró la manija y la abrió solo un poco, no sé cómo lo hice, pero se lo impedí. Posicioné mi mano en la puerta a la altura del hombro de Mark, haciendo que esta se cerrara de golpe. Mark se sobresaltó y se encogió en su lugar, pero no se giro para poder verme así que lo  agarre del hombro izquierdo y le di la vuelta.

Su tez se ve muy pálida, quizás se debe a la agilidad con la que realicé esos movimientos, causando que se asustara, pobrecito.

Tomé su barbilla, levantándola ligeramente para poder observar su rostro. Nunca me había dado cuenta, pero la piel de Mark es suave como la de Luisa, aunque en este caso la textura es aún más sedosa.

—¿Sabías, Mark, que tu piel es muy suave? — al escuchar esto, Mark se liberó de mi agarre y bajó la cabeza.

—Si no se le ofrece nada, me retiro — Me dijo, aunque claramente no pensaba dejarlo ir. Lo tomé de ambos hombros y apreté mi agarre, lo que causó que Mark levantara su rostro mostrando dolor. Fue en ese momento cuando decidí soltarlo.

—Tienes razón, no se me ofrece nada. Puedes irte —Dije, apartando a Mark y abriendo la puerta para darle permiso de marcharse. Él no me miró y se fue.

Un Contrato Sexual.《PerthSaint》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora