Preludio

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Un fonógrafo hacía eco en aquella habitación, reproducía música de Frank Sinatra lo cual era un gusto un poco peculiar para un pianista como lo era Jeon Jungkook.

El piso de madera de roble relucía de limpio, la botella de vino de la mesa retumbaba un poco por la música de su alrededor.

Jungkook agotado se quitó sus lentes y se recargo aún más en la silla, pasando sus dedos por sus ojos haciendo un poco de presión en ellos para relajarse.

―No entiendo como no puedo memorizar esa parte—dijo aventando la partitura a su escritorio.

Lentamente se puso de pie y se dirigió a él otro extremo de su habitación rápidamente apago el fonógrafo quedando en silencio sepulcral, avanzó un poco más donde estaba su hermoso piano de cola, color negro por su puesto. Se desabotono los primeros tres botones de su camisa y tomó asiento en aquel banquillo el cual lo ajusto un poco para quedar más cómodo.

Estiro los músculos de su cuello, espalda, hombros y por último las mejores herramientas realizadas por dios, según palabras del propio Jeon; sus manos.

De manera automática colocó sus dedos sobre las teclas apenas rozando estas, sintiendo esa chispa en la punta de sus dedos desencadenando emoción de la más pura como si de un niño pequeño se tratase.

Rápidamente se pudo identificar Chopin Nocturne op.9 no.2

Sus dedos eran audaces, pero caían al piano de una manera gracial y elegante.

La cabeza de Jeon estaba fijada en sus dedos, tenía toda la maldita partitura en su cabeza y juraría que cuando presionaba las teclas salían las notas musicales como si fuera la propia partitura.

Se fiel a la partitura Jeon, es como tú Dios... apégate a ella; La partitura manda.

Recordó las palabras de su abuelo.

―Blasfemo―soltó con asco y descaro digno de un soberbio.

Poco a poco la cabeza del castaño se fue elevando hasta quedar viendo el techo, sus dedos no se detenían... conocía cada rincón del piano, lo conocía más que así mismo.
Era como las curvas de una mujer las cuales memorizo exactamente, como si fuera la mejor meretriz del jodido mundo.

―Blasfemia―se dijo en voz alta al tener ese pensamiento tan pecaminoso.

Sus dedos seguían tocando con gracia y belleza sin igual, cerró sus ojos y empezó a mecer su cabeza de arriba hacia abajo siguiendo los tiempos de la música, su cuerpo empezó a transpirar un poco por el esfuerzo y rapidez de su sagaces movimientos y dramáticamente impacto sus dedos con las últimas notas dando fin a un espectáculo digno de reyes.

Se quedó en la misma posición y poco a poco abrió los ojos deslumbrándose con los focos de aquella alcoba, bajo su cabeza y miró el piano junto ello también sus huesudas manos con dedos dignos de un pianista y sonrió por el deleite que había sentido.

"ese sí era Chopin en todo su esplendor"

Pensó.

Rápidamente retomó su postura para iniciar una melodía y ahí comenzó.

Liebesleid de Kreisler/Rachmaninoff.

Sus dedos impactaron de manera sublime sobre las teclas haciendo sonar el clásico y bello sonido que se podía identificar como Liebesleid o love­­s sorrow.

La melodía más melancólica que Jeon llego a oír durante su infancia haciendo que cada que tocaba esas teclas de esa partitura en específico, su niñez pasara sagaz en su cabeza, proyectándose como un mal sueño. Eso hacía que un escalofrió recorriera su espalda y recordara sus manos con pequeñas gotas de sangre en sus manos después de que su abuelo le hubiese dado muchos azotes en esas tiernas e inocentes manos de solo un pequeño niño, eso también traía de recuerdo a su madre limpiando


First Love | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora