1. Dramas familiares

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1.Dramas familiares.

No te puedes fiar nunca de una niñita pija que te pide empleo. Hacía poco más de un mes que una chiquilla de 18 años se había acercado a mi pub por una oferta de empleo, yo estaba buscando camarero desesperadamente y apareció ella, con un currículum vacío y subida a unos Louboutin, con un Chanel colgado del hombro y cubierta por una abrigo divino Marc Jacobs. Eso sí, ella era monísima y terminé dándole el empleo porque a los clientes les gusta que los camareros y las camareras sean guapos, además, ella me contó no se que historia sobre sus padres y el dinero y acabó por darme pena. Hubiera tenido que suponer que era una cuentista que quería hacerse la guay y además tirarse a uno de mis cantantes, porque después de un mes ya me había dejado tirada sin avisar. Era sábado y el club estaba mucho más lleno de lo habitual, ya que teníamos el concierto de un grupo que, pese a no tener discográfica, era bastante conocido en Londres. Así que allí estaba yo, detrás de la barra dejándome los cuernos y muriéndome de calor. Faltaba personal por todas partes y eso estaba a punto de convertirse en un desastre:

― Oye chati― había un imbécil que no paraba de llamar mi atención, ya lo había visto pero tenía que servir a tres personas antes que a él― cielo, aquí― volvió a insistir― bomboncito ¿me pones una cerveza?

― Ya te he visto― le dije al final― pero entiende que primero tengo que servirles a ellos, que estaban antes.

― Lo que tú digas, guapa― estuve  apunto de estamparle la botella de Jack Daniel’s en la cabeza.

― ¿Qué es lo qué quieres tomar?― le pregunté al idiota cuando fue su turno.

― Una cerveza y te invito a un chupito.

― Gracias, pero no― le respondí tajante mientras sacaba un botellín de cerveza de la cámara frigorífica. Él me cogió de la muñeca cuando puse la cerveza encima de la barra para abrirla.

― Oye, me has tenido aquí esperando un buen rato, lo mínimo que podrías hacer es decirme tu nombre y tomarte un chupito conmigo.

― Mira― le contesté ya irritada de verdad― si me sueltas ahora voy a fingir que no ha pasado nada, podrás seguir disfrutando de la noche y ver el concierto, pero como no me sueltes ya voy a llamar a alguien de seguridad y te va a sacar del local a patadas.

― Venga nena, no te pongas así― por lo visto el tío era un gilipollas total y no me quedó más remedio que llamar a John, uno de los chicos de seguridad― ¡No me puedes echar así,  zorra!― se quejó cuando apareció John e hizo que el tipo me soltara― Soy un tipo importante ¿sabes? Soy amigo del dueño ¡quiero hablar con él!― menudo farol se estaba marcando― se va a cabrear cuando se entere que una simple camarera me ha tratado así.

― ¿Quieres hablar con el dueño?― le preguntó John aguantándose la risa― Te acaba de echar de aquí, ella es la dueña, gilipollas.― Al tipo le cambió la expresión de la cara.

― No se te ocurra volver ¿entendido?― le dije― nunca olvido una cara. 

John echó al pelmazo y yo me vi sumergida otra vez por multitud de clientes sedientos, por suerte mi mejor amiga, Kate, apareció de la mano de su nuevo ligue.

― Hola, putón― me saludó. Amaba a Kate muchísimo, pero era la tía más mal hablada del mundo, también estaba como una cabra y cambiaba de novio cada vez que cambiaba de bragas, aún así no podía imaginar a una amiga mejor. Era, además, preciosa: con su piel oscura y sus increíbles ojos verdes que no dejaban indiferente a nadie. Esa noche iba ataviada con un corto vestido negro de lentejuelas con un escandaloso escote e iba subida a unos tacones de vértigo, se había dejado su salvaje pelo en su estado natural, es decir, a lo afro y estaba súper guapa.

Celebrity BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora