Celebrity Baby

2.MAMÁ.

No sabía que ponerme para ir a cenar al maldito hotel de cinco estrellas en el que se hospedaba mi madre. Mamá era siempre extremadamente crítica conmigo, me miraba con lupa de arriba a bajo y era algo que me hacía poner muy nerviosa. Para ella ir bien vestida era sinónimo de éxito y si me presentaba ante ella con uno de mis vestidos del Topshop encontraría una manera de hacerme sentir mal... ¡Ah, madres! Menos mal que te quieren incondicionalmente ¿eh?

Al final me decanté por un vestido que ella me había regalado, lo hacía continuamente, me enviaba ropa como si yo no pudiera vestirme por mi misma... pero me embutí en el Marc Jacobs que combiné con unos Louboutin que yo misma me había pagado. Mi madre creía que era una muerta de hambre... que la profesión que había escogido no daba para vivir bien, y estaba claro que no daba para el ritmo de vida que ella llevaba pero no me iba nada mal, tenía algunas prendas de diseñador que yo misma me había comprado pero en mi día a día me gustaba ir más sencilla. Tras acabarme de vestir y arreglarme me miré en el espejo y me sentí satisfecha conmigo misma, estaba guapa; mi abundante melena roja caía lista hasta la mitad de mi espalda y me había maquillado con esmero cubriendo las múltiples pecas que tanto disgustaban a mamá, también había resaltado los ojos pero aunque yo me viera más que bien (me sentía como si fuera a ir a la gala del MET) ella seguramente me encontraría algún fallo. Suspiré resignada y tras un último vistazo salí de mi cuarto.

Max estaba esperando en el salón, por su cara me di cuenta de que llevaba allí un buen rato, rodó los ojos al verme pero me dijo que estaba muy guapa. Él se había puesto una camisa, unos vaqueros y parecía sacado de una campaña de Levi's, me cabreaba un poco que los hombres necesitasen tan poco para verse bien.

― ¿Voy bien así?― le pregunté.

― Depende ¿es qué cenamos con la reina y no me has dicho nada?

― Muy gracioso― le sonreí― me hubiera arreglado menos si fuéramos a cenar con la reina.

― Estás muy guapa, Syd. Es una pena que seas mi hermana― bromeó― aunque bien pensado llenaríamos portadas y mamá estaría encantada― ironizó.

― Sí― estuve de acuerdo― siempre dice que lo importante es que hablen de ti aunque sea mal― añadí mientras terminaba de meter cuatro cosas en mi bolso Chanel.

― Creo que el taxi ha llegado― me informó Max mirando por la ventana.

― Bien, vamos entonces.

Durante un segundo me planteé tomarme un buen trago de ginebra antes de salir, pero deseché la idea al recordar que en casa solo tenía cerveza. El taxi nos llevó directamente hasta The Savoy, el hotel en que mi madre estaba hospedada y al bajar nos dirigimos con presteza hasta la recepción donde esperamos pacientemente que uno de los recepcionistas quedara libre, cuando a penas un minuto después un chico joven y repeinado se desocupó nos acercamos a él.

― Buenas noches― le saludé viendo que él se había quedado mirándome sin decir nada.

― Perdón, buenas noches y bienvenidos al Savoy― recuperó su formalidad― ¿en qué puedo ayudarlos?

― Hemos quedado aquí con alguien ¿puede decirle que hemos llegado?

― Claro ¿me permiten sus nombres y el numero de la habitación?

― Syd y Max y creo que está en una de las suites...― Max murmuró él nombre de la suite y el chico descolgó el teléfono para avisar a mi madre.

― La señora Jones dice que baja en seguida. Si quieren esperar en el área de sofás estarán más cómodos― nos informó con una sonrisa.

― Está bien, gracias― le sonreí de vuelta por cortesía y creo que se sonrojó. Max y yo fuimos a sentarnos en los sofás como si no hacerlo hubiese sido una herejía y esperamos, yo con mucho menos elegancia que Max, puesto que me dediqué a observar mi alrededor con curiosidad y él con cara de fastidio, parecía que fuese el dueño del hotel y que toda esa opulencia le resultase vulgar y aburrida. Después de unos segundos Max dejó escapar una risa ― ¿qué?― quise saber.