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imagina: bertholdt te da un obsequio y le terminas dando mimos porque sabes que es fan de ellos.

...

—¿Has visto a Bertholdt? No lo encuentro por ningún lado, Reiner. —Preguntó.

El rubio la tranquilizó, diciéndole que él pronto vendría, que no debía preocuparse. Ella esperó paciente mientras conversaba con Reiner cosas del entrenamiento. Entonces vio a Bertholdt, tenía esa aura tímida y seria, esa que a ella le gustaba tanto. Caminó hasta acercarse al azabache, sacándolo de sus pensamientos, sorprendiendolo y en cambio ella le sonrió.

—¿Dónde estabas? —Tomó su mano y caminaron al pozo, donde no había nadie. —Estaba un poco preocupada.

—Lo siento, estaba haciendo cosas, hmm —de su bolsillo sacó un anillo y los ojos de (n) le brillaron—, Traje esto para ti. —Le tomó la mano izquierda e introdujo el anillo en su dedo corazón.

—¿D-dónde lo conseguiste? Es hermoso. —Jadeó feliz y abrazó al chico.

—Es muy difícil de explicar. —Correspondió al abrazo, sonriente. —Me alegro que te haya gustado. —se separaron, pero Bertholdt mantenía sus brazos alrededor de la cintura de ella.

—¿Gustarme? Me encanta. —Volvió a mirar su dedo con el anillo, sonrojandose de golpe. —Gracias, cariño.

Bertholdt se sonrojó, evitando la mirada de su novia, quien colocó su mano en la mejilla de él y comenzó a acariciarla con suavidad, provocando que el mayor cerrara sus ojos y disfrutara de lo que ella hacía.

—En serio te gusta que te haga mimos. —Soltó una suave risa que calentó más las mejillas de Bertholdt y su corazón también. —Te haré cuantos quieras. —Se puso de puntillas para colocar su otra mano en los cabellos del chico y darle cariño en su cabeza. —Pareces un gato.

—¿T-tu crees? —sonrió tímido, aún con sus ojos cerrados. —Es que sabes bien dar mimos, me gustan mucho, no voy a cansarme nunca de sentir esto.

—Oye, ¿No quieres acostar tu cabeza en mi regazo? Sería mejor así.

Bertholdt de inmediato abrió los ojos avergonzado. Nunca en la vida había acostado su cabeza en el regazo de una chica, no había porque, no sabía como tratar a su sexo opuesto, creyó que se quedaría solo para siempre, incluso con dos años de relación junto a (n) seguía siendo el mismo Bertholdt tímido y sin experiencia con las chicas.

—Creo que mejor no, si lo estás dudando es porque no estás seguro de hacerlo, quizás en otro momento.

—P-pero yo—

—No cariño, está bien. —Besó su cuello y Bertholdt soltó un leve jadeo. —Mejor tomemos asiento, ya mis piernas se están cansado de estar en puntillas.

—S-sí.

Ella soltó una bocanada de aire y la planta de sus pies tocó el suelo, hizo ciertos movimientos y tomó asiento al lado de Bertholdt. Continuó haciendo esos cariños mientras el más alto se debatía si acostar su cabeza en el regazo de su novia o simplemente no. Ni siquiera supo de donde sacó la valentía, pero logró lo que se debatía, sorprendiendo a la fémina.

—¿E-estás seguro de querer estar así, bertholdt?

Él asintió tímido. (n) le sonrió y siguió con lo suyo. Bertholdt cerró nuevamente sus ojos, soltando un suspiro de relajación. La chica echó hacia atrás su cabeza, mirando el atardecer, sin pensar en nado por un momento.

—¿Sabes? Deseo estar así por el resto de mi vida junto a ti, sería lindo, ¿verdad? —Cerró sus ojos también, sintiendo la brisa chocar contra su rostro.

El azabache frunció el ceño triste, sintiendo una punzada en su pecho que dolía como el maldito infierno. Realmente quería compartir su vida con (n), siempre se lo imaginaba, llenaba su corazón de una felicidad inexplicable, hasta que desaparecía al recordar que eso nunca iba a pasar, porque su misión de volver a Marley con el fundador se lo impedía.

—Sí, sería más que lindo... Sería perfecto.

𝘣𝘦𝘳𝘵𝘩𝘰𝘭𝘥𝘵 𝘩𝘰𝘰𝘷𝘦𝘳 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora