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Los Dioses, siempre se creyeron criaturas divinas y poderosas, dignas de cientos de encantos que podrían bendecir cuando sea que lo necesites si es que te consideran digno para ello. Dones que solo un Dios sería capaz de controlar debido a la grande responsabilidad que conlleva poseerlo, cada uno de estos dioses poseía su propio don, siendo entregado cuando mostraron ser digno para controlarlo.

Existe un Dios de la belleza. Todos sabían que SeokJin era digno para ello más que nadie. Con tan sólo mirarlo unos segundos podrías quedar perdidamente enamorado de su belleza sin igual, incomparable ante cualquier ser celestial. Bien se sabe que todos los dioses fueron bendecidos con belleza, pero sólo Seokjin podría destacar ante todos llegando a la perfección.

Después, siempre después, estaba JungKook, su hermano. Él es considerado la desdicha de los hombres, ya que es intrigante, astuto, imprevisible, caprichoso y manipulador. Asimismo, es el dios del caos, azar, engaño y la mentira. Tan digo de su nombre como el resto.

Jungkook era conocido por ser un bromista, pesado y engañoso, alguien no tan sentimental como su hermano SeokJin, sin embargo, claro que tenía sentimientos, muy pocos en realidad y los sabía ocultar muy bien ante los ojos de los demás, por ello se podían considerar inexistentes.

Jungkook yacía de pie frente a las reliquias que guardaban en la bóveda del palacio, objetos tan preciados que solo un Dios como como ellos podría controlar y a pesar de eso, tenían estrictamente prohibido tomar alguno.

La bóveda era un pasillo con fino piso de mármol negro que parecía recién pulido, y a los costados, las reliquias se dejaban ver cómo una exhibición que solo ellos podían observar. Ya había estado en ese lugar cientos de veces y conocía todo a la perfección, pero en esta ocasión no planeaba solamente ver todo y ya, él había ido en busca de algo más que para su mala suerte no lo logró encontrar aunque buscó en cada rincón, e incluso, en los lugares secretos que su padre ocultaba del ojo cualquiera, que él por ser príncipe, conocía.

– ¿En serio creíste que estaría aquí? – escuchó a sus espaldas la voz de su hermano, haciéndolo sonreír de inmediato con la ironía plasmada en su rostro.

– Muy curioso de tu parte seguirme hasta aquí, hermano. Creí que nuestro padre había inculcado en ti algo llamado pertinencia.– Jungkook mantuvo su sonrisa en todo momento.

– Digo lo mismo, por algo estás irrumpiendo en este lugar. ¿No te has cansado, Jungkook? Deberías dejar esto ya, padre te lo ha dicho cientos de veces.

– Vengo por lo que me pertenece y es mi derecho natural.

– No eres digno del trono, Jungkook.

- ¿¡Y tú sí!?

– ¡Lo soy, más que tú!

Era una historia de todos los días, tan común que ya no le sorprendía a nadie, más bien aburría por ser tan repetitivo. Para nadie era una casualidad que los hermanos, príncipes de Asgard, tuvieran sus peleas verbales en cualquier lugar y en cualquier hora, presumiendo siempre ser mejor que el otro. Ambos estaban tan equivocados, cegados por la arrogancia y la sensación de ser superiores en todo momento.

– ¿Crees que nuestro padre te hubiera elegido a ti para ser un rey cuando no puedes gobernarte ni a ti mismo? ¡No puedes mantenerte! ¡Ambos sabemos que yo soy mucho más digno del trono que tú!

– ¡Suficiente, SeokJin! – el chico calló de inmediato cuando la voz profunda de su padre hizo eco en todo el lugar.– ¡Siempre tiene que ser así con ustedes! ¡Les es imposible mantener una sana conversación como deberían de hacerlo! ¡Son hermanos! Ustedes solo sirven para gritarse el uno al otro, acuchillarse por la espalda sin ser capaces de pensar un momento en lo que los demás puedan sentir.

Mentira Divina ✧ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora