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Su madre había caído en una preocupación y una tristeza inexplicable. Había pedido no ver a ninguno de sus hijos, estaba muy molesta con los dos, pues parecía que a ninguno le importaba el hecho de que su padre estuviera en coma, lo más importante para ellos era saber quién sería el que obtenga el trono. 

Los hermanos habían tenido un total de cinco riñas desde que el rey había caído en aquel sueño, nadie sabia quien las iniciaba pero siempre era la misma reina la encargada de terminarlo una y otra vez. Simplemente ya estaba harta porque ni si quiera recuerda en que momento sus hijos dejaron de jugar y comenzaron ese tipo de peleas en donde Jungkook terminaba con una abertura a la altura de su sien y SeokJin con un brazo ensangrentado por una daga que Jungkook atravesó en su piel.

En ese instante Jungkook yacía sentado ante SeokJin, ambos con sus miradas desafiantes y sin querer dar su brazo a torcer. El reino estaba echo un desastre pues tan pronto supieron la situación del rey, todos esperaban ansiosos que fuera anunciado el rey suplente. Jungkook estaba muy enojado, ya que, dejando de lado sus diferencias con SeokJin,  la mayoría de la gente alardeaba por su hermano mayor, gritando que él sería perfecto para tomar el reino en su poder. Eso a Jungkook lo enfurecía, lo enfurecía mucho.

¿Habría alguien quien lo quisiera a él? No, para Jungkook no existía nadie, pues siempre era SeokJin, era como sí él no existiera en aquel planeta y ahora entendía el porqué. Él no era hijo legítimo, él era un hijo adoptivo que no tenía ningún derecho de ser rey.

Jungkook ya sabía todo aquello, y su único propósito ahora era conseguir aquél trono para demostrar a su padre que él era tan capaz como SeokJin, que él puede ser incluso mejor que su hermano mayor, porque Jungkook tenía fe en que su padre despertaría y vería todo lo que ha hecho en el reino. Eso era lo que quería.

Pero, ¿Cómo dejaría a SeokJin afuera? Jungkook ya trabajaba en ello. Recuerden que es muy bueno mintiendo.

Se levantó de aquel asiento en dónde descansaba, seguido por SeokJin quien de inmediato lo miró con desconfianza y se posó frente a él.

— ¿A dónde vas? — preguntó rápidamente.

— Iré a ver a nuestra madre.— intentó esquivar el cuerpo de su hermano pero éste de inmediato se interpuso de nuevo.

— Sabes que no quiere ver a ninguno de los dos. Dijo que nos mantengamos alejados.

— ¿Y desde cuándo yo hago lo que madre dice? A un lado.

Chocó su hombro con el contrario y avanzó hasta la salida a paso decidido, con una sonrisa apareciendo en sus labios. Había caminado hasta la habitación de sus padres, en dónde el cuerpo del rey reposaba, con su reina a su lado, cuidándolo.

Jungkook puso sus manos a la altura de su estómago, eran un par de centímetros lo que separaba a su estómago de sus manos, y pronto una luz dorada comenzó a brotar de sus palmas. Jungkook estaba usando sus poderes para abrir una herida en su abdomen, indolora pero real, haciendo que en cuestión de segundos ésta comenzara a sangrar.

Una sonrisa de orgullo se asomó por la comisura de sus labios al ver su asombroso trabajo. Retrocedió unos pasos mientras con una mano se posaba en su herida, como si intentará detener el sangrado, y entonces entró a la habitación de sus padres abriendo la puerta abruptamente.

— ¡M-madre! — la llamó, cayendo de rodillas al suelo.— ¡Dile que se detenga! ¡El trono es suyo, pero dile que pare!

La mirada de su madre se posó sobre él con preocupación.

— ¡Jungkook! ¿¡Que te ha pasado!?

— S-seokJin, él me atacó. Quiere el trono, madre, p-puede tenerlo, y-yo me haré a un lado.— lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.— Lamento haber discutido por ello.

Mentira Divina ✧ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora