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¿Era así como se sentía tener el poder de todo? Experimentaba los goces de lujos y comodidad como principe, todos se inclinaban ante él por serlo, pero no era muy común ya a qué eran pocas las veces que salía del palacio y la gente lo miraba, posiblemente, en toda su vida debió de salir por lo menos cinco veces. Era alguien recervado, aunque amaba la atencion siempre preferia su propia compañia. Ademas, era un dios, ¿como podria aburrirse siendo uno?

Pero la situacion a la que se enfrentaba ahora lo hacia sentir diferente en un muy buen sentido, más poderoso al ver cómo todo el reino, o al menos la mayoría, yacía de rodillas ante él y el inicio de su gobierno. ¿Que sigue después? Control total sobre todas esas personas. Simplemente perfecto.

No dirigió ni una palabra más, ni ninguna seña ante el pueblo, solamente caminó al interior del palacio dejando a todos sin saber que hacer exactamente, y es que el tampoco sabía cómo iniciar. Por el principio deberá de ser.

La suela de sus zapatos resonaban en los pisos del palacio a cada paso que daba, el aura peligrosa salía de él y era lo que hacía que todos se inclinaran, añadiendo que en su mano derecha reposaba cómodamente su cetro, un bastón forjado en oro con un brillante diamante color carmesí en la punta, brillando peligrosamente cuan luz de un faro.

- Cancela todo hoy.- habló al consejero real de su padre, quien lo miraba con el nerviosismo floreciendo en sus ojos. No estaba acostumbrado a hablar con alguno de los principes y hacerlo ahora con Jungkook no ayudaba a su debil corazón mortal. - No quiero que nadie me moleste, tengo que arreglar todo por aquí, a mi manera.

- Claro que si, su excelencia, sólo que necesitamos que apruebe los pagos que se dan en apoyo a los ciudadanos.

Jungkook caminó hasta sentarse en ese reluciente trono, dejando su cetro en el soporte junto a éste. Movió la cabeza de un lado a otro hasta escuchar tronar su cuello y así aligerar un poco su cuerpo. Respiró hondo y fijo su mirada en aquel hombre.

- ¿Pagos de qué?

- Un apoyo económico a las familias que perdieron a una Valkiria en la última guerra.

Las Valkirias, una élite creada por el rey en dónde únicamente mujeres eran quienes defendían el trono y el pueblo de la amenaza. Eran fuertes guerreras dignas de admiración ya que además de su fuerza y valentía, siempre llevaban consigo la esperanza de un pueblo entero, y casi nunca fueron decepcionados por ellas.

Jungkook bufó cansino pues por más que quisiera, aquello era algo que no podía simplemente cancelar.

- Bien, házlos pasar. Son cinco minutos por persona, no más.

El consejero dio una reverencia a su majestad y corrió hasta la entrada en dónde finalmente JungKook lo perdió de vista y fue cuando pudo tomar una posición más cómoda para él.

Poco le importó cuando uno a uno entraban en espera de recibir la firma del ahora rey en su hoja de aprobación. Él sólo firmaba y dirigía una mirada rápida a cada uno de ellos, sin perder detalle de como se sentían tan indefensos y débiles ante la mirada de su majestad. Jungkook lo admitía, le encantaba causar ese efecto de miedo en las personas que se acercaban a él con sigilo.

Despues llegó ese chiquillo.

Un motal con cabellera rubia casi igual de brillante que el sol, Jungkook juró sentir sus ojos arder cuando lo miró por escados dos segundos. Pero no fueron sus cabellos lo que hicieron pensar al rey, fue la falta de miedo o nerviosismo en su mirada. Ni siquiera le entregó el papel para firmarlo al mismo tiempo que hacía una reverencia como lo hizo el resto. Nada de eso. Sólo se paró frente a él con los ojos más brillantes que había visto alguna vez, como si estuviera apreciandolo sin miedo alguno.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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Mentira Divina ✧ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora