Acantilado

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(Me gustan los finales trágicos)

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La vida... No tiene sentido.

Miré el vacío y me quedé hipnotizado pensado si saltar o no, se veía tentador, quizá en la muerte pueda encontrar un sentido o tal vez solo deje de existir y me convierta en polvo. De cualquier forma no tenía nada que me ate a este acantilado, o a esta vida.

La vista era grandiosa, pero para mí era tétrica. Podía imaginar cómo sería si solo me dejara caer, mi padre estaría tranquilo, los aldeanos serían felices, mis hermanos quizá se sorprendan pero luego lo aceptarán rápidamente. ¿Que tenía en esta vida que me detuviera ahora? Nada, vacío.

Yo estaba vacío, lo único que podía sentir era un intenso dolor en pecho todas las noches, esa era la única prueba que tenía de que era humano, de que tenía vida.

Pero... Ahora realmente pensaba en saltar, realmente tenía deseos de dejar de existir y, quizá, poder sentir algo más que dolor, por qué el odio tampoco formaba parte de mi, o almenos ya no.

Todo comenzó a ser distinto el día que dejé de pensar en todo el mal sentía y comencé a aceptarlo. Por qué me lo merecía. Desde entonces también empecé a pensar que mi vida era mísera en el sentido de que no tenía, absolutamente, nada. Lo único que tenía era mi ropa y un vacío intenso en mí.

-Tal vez... Debí haber hecho algo más.

Miré hacia arriba y ví el atardecer resplandecer por su hermosura. El mundo era tan bello y yo no sabía apreciarlo. Ya era tarde.

Pensé en toda mi vida, o almenos lo que recordaba, y mi pensamiento de que mi existencia era en vano persistía. Una leve sonrisa se poso en mis labios al recordar que Yashamaru me había dicho que mi madre, segundos luego de mi nacimiento, había dicho que a pesar de todo me amaba...

La única persona que me amó estaba muerta por mi culpa. ¿Necesitaba más razones para justificar el acto que quería cometer? No.

Una brisa fresca me envolvió y yo suspiré decidido. Sentado en la orilla de un acantilado, cerré mis ojos un momento y-

-¿No vas a saltar, verdad? -me quedé estático en mi posición y abrí mis ojos. ¿Quien era?- ¿Me escuchas?

Una vos femenina me estaba hablando a mis espaldas. Giré lentamente mi cabeza, lo suficiente como para verla, y me quedé en silencio un momento. Era una niña, de cabello negro y piel blanca, estaba a unos pasos de mí.

-¿Que quieres? -le pregunté tranquilo, no parecía más grande que yo, pero su mirada tenía algo extraño.

-¿Vas a saltar? -insistió y yo, luego de pensarlo, asentí- ¿Es broma, verdad? -Negué con la cabeza y ella abrió sus ojos sorprendida- ¡¿Porqué vas a hacer eso?!

Su repentina acción de levantar la voz me hizo fruncir el seño, ¿Quien era está chica y que quería aquí? Nunca había visto a nadie aquí ¿Y justo hoy aparecía?

-¿Que es lo que quieres? -repetí, ella seguía mirándome sorprendida y hasta podía decir... Preocupada.

-¿Por qué vas a saltar? -preguntó un poco más relajada. Me molestó que no respondiera mi pregunta pero solo suspiré con mi seño fruncido.

-Por que quiero.

Se mantuvo en el mismo lugar y yo volví a ver al frente.

-Esa no es una respuesta muy precisa -comenzaba a... Dolerme la cabeza.

-¿Podrías irte? -dije tratando de contenerme.

-¿Podrías no saltar?

Su descaro al hablar me puso incómodo, volví a verla con mi seño fruncido pero eso no pareció afectarle en lo más mínimo, por el contrario segura viéndome con preocupación.

Amor | Gaara - KiyomiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora