Una salida casual

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Haruka había aceptado ir al cine con Kuroo y el gato no podía estar más feliz y nervioso al mismo tiempo.
Habían coincidido en aquellos gustos raros e irían a ver una película que a nadie más le gustaba, incluso Kuroo le había estado rogando a Kenma que lo acompañara pero ni siquiera eso había funcionado.
De ahí que estuviese tan feliz de haber encontrado a alguien que quisiera verla como él.
Más fue su felicidad al ver a Haruka tan arreglada para ir a verlo, iba vestida con unos shorts negros y blusa de manga corta, traía unas botas largas, su cabello estaba atado en media cola e iba maquillada con tonos pastel.
Se sonrojó ligeramente y volteó para otro lado.
— ¿Qué pasó, princesa? ¿Te comió la lengua el gato? – preguntó ella al ver qué no le dirigía la palabra ni la volteaba a ver.
— Eh... Ho-hola, am... te ves bien hoy... ¿Lista?– fue lo único que pudo salir de los labios de Kuroo y se sintió demasiado torpe, nunca tenía problemas para hablar con alguien más.
La pelirroja rió y asintió con la cabeza.
El gato le consintió comprarle dulces y después entraron a la función.
Salieron riendo y comentando lo que les había gustado de la película y qué les hubiera gustado ver.
— Tengo una idea, pienso enseñarte cómo se saca un peluche de la máquina sin hacer trampa – dijo ella con algo de maldad.
Volvieron al arcade para intentarlo, al final aquella chica si bien no siempre podía había logrado sacar en la primera máquina una Barbie Sirena y se la había dado a Kuroo.
— Para ti y tu colección – había bromeado mientras le guiñaba un ojo.
— Yo también puedo conseguir uno de forma rápida, espera aquí – dijo Kuroo.
Caminó hacia una tienda de peluches que estaba dentro del arcade, compró uno que pensó era perfecto para la ocasión y regresó.
— Ten, así puedes pensar en mí. Creo que extrañamente nos parecemos – explicó poniendo a un lado el peluche de Chococat para que Haruka viera la comparación con él.
Soltó una risotada fuerte y tomó el peluche asistiendo.
Comenzaba a oscurecer cuando salieron de ahí y decidieron pasear un poco por un parque.
Kuroo quería hacer algún movimiento, aunque fuera tomar la mano de Haruka...
Aquellos pensamientos terminaron cuando una voz se escuchó a lo lejos.
— ¡HARUKA! ¡HARUKA! – gritaba aquel hombre.
Aquella chica se detuvo en seco y Kuroo pudo notar el terror en sus ojos.
Aquel hombre se había acercado más, se veía que su ropa era vieja, estaba sucia y rota, su cabello tieso hacia ver qué tenía varios días sin bañarse.
Kuroo se puso frente a Haruka protegiéndola.
— ¿Necesitas algo de ella? – preguntó
— Aléjate de mi hija, bastardo – contestó haciéndolo a un lado con la mano.
El señor tomó el brazo de Haruka comenzando a jalarla, ella gritó asustada y Kuroo actuó de inmediato.
— ¡Déjala! ¡No la toques! – gritó poniéndose frente al señor.
— Esto no tiene nada que ver contigo, hazte a un lado – contestó empujándolo.
Fue entonces que el pelinegro no pudo contenerse más y dio un golpe al padre de la chica.
Aquel minuto de distracción sirvió para que ambos pudiesen correr lo más que pudieron dejando atrás al hombre.
No se detuvieron hasta que se aseguraron que no los seguían.
Haruka no dijo nada más durante el camino a la parada de autobús, solo quería ir a casa.
— Gracias... – fue lo último que le dijo dándole un beso en la mejilla y se subió al autobús.
Kuroo no sabía con exactitud lo que había pasado, solo sabía que debía esperar a que ella estuviese lista para contarle cualquier cosa.
Solo esperaba que estuviera bien.

Cuando te ví  ~ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora