Cadete Díaz [Wigetta] [PAUSADA]

T H R E E

A pesar del fastidio que cualquiera pudiese esperar de su parte, Samuel se mostraba tranquilo aunque estaba rodeado de personas y rellenando documentos. Su ceño se fruncía levemente y apretaba el bolígrafo con fuerza mientras escribía, pero aún así no parecía cargar con esa molestia natural que se apoderaba de él en esas situaciones. Sorprendentemente para todos los que estaban allí, no había ni elevado la voz, ni ordenado nada de forma extremadamente inusual, ni se había dejado llevar por sus impulsos cuando los citó, al contrario. Si bien actuaba y se dirigía un poco más severo que de costumbre, había dejado a todos sorprendidos por su forma tan distendida de andar teniendo en cuenta lo mucho que odiaba tener que evaluar cadetes y pasar por su oficina después de ello.

-¿Tiene pensado a quien asignar cada cadete?- preguntó García, siendo la primera en hablar luego de unos cuantos segundos de silencio.

A decir verdad, ninguno había querido tentar a la suerte diciendo algo que pudiese alterar el incomprendido estado del superior, por lo que habían optado por guardar silencio a la espera de indicaciones.

-Si- indicó sin levantar la vista de los papeles que estaba completando -Luzuriaga me comentó sobre el trato que tienen con cada uno, así que pensé en agruparlos en base a eso- levantó la mirada y observó a sus compañeros rápidamente, encontrándose su oficina medianamente invadida.

Había citado a Álvarez, Cremades y García en cuanto comenzó a llenar el último informe, poblando de esa manera su oficina antes de que pudiese terminar con la parte administrativa de los ascensos. Los tres oficiales serían los encargados de instruir a los nuevos hasta que se reincorporasen los faltantes; en ese momento, distribuiría la instrucción entre todos.

Los tres contaban con el mismo uniforme, pero Cremades destacaba por su cabello tintado de blanco, el cual llamaba poderosamente la atención. Estuvo a punto de regañarlo por ello en cuanto lo vio pero se contuvo, consciente de que tampoco tenía nada de malo el color; después de todo, el largo seguía siendo correcto, por lo que podía obviar el tintado fantasía de momento. Por otro lado, Álvarez llevaba el cabello oscuro y en punta, cosa que parecía estar de moda dentro de la comisaría, y García mantenía el suyo recogido en una trenza que caía perfectamente por su espalda y justo por debajo de los hombros, dejando sus puntas rubias ocultas.

-¿Puedo preguntar a quién le tocarán dos?- indagó Cremades dubitativo y atento a las expresiones del superintendente. Samuel ladeó la cabeza y lo observó con detenimiento, encontrando algo de intriga en los ojos claros del contrario -Digo... tengo entendido que son cuatro y solo quedamos tres oficiales para las instrucciones.

-Tengo todo solucionado, no se preocupe por ello- comunicó mientras bajaba la mirada y acomodaba los papeles sobre su escritorio. Los juntó, separó los que necesitaba y volteó para guardar los restantes, dejando solo cuatro archivos sobre la mesa -Después de todo, no es como si tuviesen que ser instruidos desde cero. Es un ascenso, nada más.

-¿Entonces?- indagó más directo Álvarez -¿Por qué asignarle uno a cada uno?

-Tendrán nuevos permisos y más acceso dentro de la comisaría, por lo que necesitarán a alguien que se los recuerde los primeros días- cruzó los brazos sobre su pecho -Ha pasado con ustedes también en su día, saben lo que tienen que hacer y que no es muy complicado.

Álvarez tomó aire para hablar, posiblemente ansioso por soltar alguna queja, pero el sonido de la puerta siendo golpeada lo interrumpió, dejando la habitación nuevamente en silencio. El superior agradeció internamente, ya que odiaba intercambiar ideas con el oficial cuando sabía que estaba molesto. Ciertamente, el oficial Alvares era un tanto rebelde y lanzado, pero no podía permitirse el desvincularlo de la policía; era excelente en lo que hacía.