yeol se / / 열세

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El látex mezclado con el talco rozando sus manos, un doble cubrebocas que impedía que pudiera respirar como era debido en un día de cuarenta grados y el peor sonido que uno puede sentir en su consciente.

Silencio, pero no cualquier silencio como la falta de alguna voz o ruido de fondo, oh no.

El silencio que te hace sentir que te gritaban todos esos puntos débiles que te rompían, falta de sonido tan extenuante que uno sentía que perdería la cabeza, llevando a la persona a un estado de entre alerta y letargo gracias a la ansiedad.

23:59:13

Sus palpitaciones no eran normales, siempre había sido alguien de baja presión y el sentir su propio corazón chocar contra sus reforzadas costillas dolía, más que cada respiro que daba.

Daba asco, podía sentir como mil y un microorganismos se volaban a su sistema respiratorio, podía sentir como la sudorosa gente a la salida de sus trabajos de oscurecida ante manchas alucinadas.

23:59:59

Y como mucho tiempo atrás, él era el nicho de la infección.

Estaba tan sucio que sentía que sería el causante de un virus de escala mundial si alguien atrevía a posar sus manos sobre él.

Sakusa Kiyoomi había perdido el control de su trastorno obsesivo compulsivo, y todo había comenzado exactamente veinticuatro horas atrás.

00:00:00.

"Creo que ya perdí el control."

Sus manos temblaban sobre el picaporte para ingresar al pabellón de internaciones del hospital general del viejo Tokio, y su tío Ichigo a sus espaldas solo observaba.

Lo había hecho desde el minuto que lo pasó a recoger por el aeropuerto luego de que Kiyoomi lo llamara para avisarle que estaba allí y con menos de dos dólares en monedas en su bolsillo.

Ichigo nunca había sido de muchas palabras en los momentos difíciles, no eran su fuerte, y ante un Kiyoomi al borde del colapso y un hijo en el hospital no pudo hacer mucho más que susurrar al verlo un ''Todos están vivos.''

00:17:01

Le tomó más de lo esperado entrar, algunas personas pasaban por su lado con tanta facilidad, cuando el de ninguna manera podía avanzar ni un centímetro dentro de ese pabellón.

Al menos no pudo hacerlo por sí mismo, porque cuando la puerta se abrió desde el lado de adentro y unos ojos verdes lo observaron, recordó porque estaba allí.

- Rin. – Suna lo observaba pasmado.

Lo inspeccionó de pies a cabeza, su cabello estaba recogido en una desordenada coleta, y su flequillo estaba sostenido por pasadores, su rostro estaba repleto de moretones y cortes tapados por gasa, hasta su nariz se veía inmovilizada por cabestrillo. Una bata azul era lo único que cubría su cuerpo, y dejaba ver la gran extensión de raspones y cortes en sus brazos, al igual que su pierna izquierda, ya que la derecha estaba totalmente oculta en un yeso.

Jeong & Han ✧ SakuAtsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora