𝙲𝚒𝚞𝚍𝚊𝚍 𝚂𝚒𝚗 𝙽𝚘𝚌𝚑𝚎 𝙸☼︎

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Habían pasado tres malditos días desde que se despidió de su Qing-jie y A-Ning; tres días desde la última vez que escuchó la voz de sus hermanos, despidiéndose de él con un triste "gracias y lo siento"; tres días en los que su única compañía fueron sus lágrimas y los sollozos; tres días tratando de moverse y librarse de las agujas que imposibilitaban su movilidad.

Se sentía como una mierda andante.

No pudo protegerlos, les falló. Les falló como les había fallado a los Jiang, tal vez peor porque al menos shijie y Jiang Cheng seguían con vida.

Quería descansar y aclarar su mente; pero el lugar en el que se encontraba, no le estaba ayudando a aclarar su mente. Gritos era lo que menos necesitaba en este momento, a menos que fueran los gritos de su amada Qing-jie.

En la Ciudad sin Noche, todos proclamaban y exigían por la muerte de Wei WuXian. Aquellos quienes nunca habían visto al Patriarca y de ninguna manera se habían visto afectados por él, fueron los que gritaban con mayor cólera en sus voces. Siendo guiados única y exclusivamente por las opiniones de las sectas prominentes, sin detenerse a observar al chico.

Oh, pobres desgraciados. Si lo hubieran hecho, probablemente muchas vidas se hubieran salvado y muchos malos sentimientos no se hubieran encontrado en los corazones de muchos de los presentes.

Todos continuaban gritando menos Lan WangJi, él se encontraba al borde de las lágrimas, la traición y la decepción a causa de su hermano y tío, quienes se habían negado a escuchar lo que sea que tuviera que decir para defender a su amado Wei Ying. Ni siquiera tuvo la oportunidad de explicarles todo lo que había visto en su visita a Túmulos cuando su tío le corrió y amenazó con el látigo de disciplina.

El de menor de los jades de los Lan oraba para que su amor estuviera a salvo de todo y todos. Lan WangJi buscaba a su alma gemela porque quería protegerle, de las palabras y las acciones de los demás. Esperando que no se activara su plan de respaldo.

Por su parte, Wei WuXian tocaba hermosa y ágilmente su flauta, controlando los cadáveres de quienes una vez fueron sus aliados, enemigos e incluso gente a la que nunca conoció pero que guardaba un gran resentimiento.

Comandaba a los cadáveres por montones para atacar y defenderse de aquellos cultivadores que se hacían llamar justos, qué broma eran ellos. Orgullosos de un sentido de justicia tan inexistente como su propio núcleo.

Defendió sus costados, su frente y su retaguardia, evitando ser herido de gravedad, pues no podía permitirse el lujo de morir allí.

Morir y dejar a su suerte a los remanentes Wen, quienes confiaron en él y lo trataron como un familiar más... O dejar sola a su alma gemela, a quien, desgraciadamente, creía que le odiaba pero que aún así quería proteger... O mucho peor, dejar que el sacrificio que hicieron sus hermanos, fuera en vano, no lo permitiría, no dejaría que sus muertes fueran en vano.

Pensando en sus posibilidades para huir y alejarse por completo del mundo, no se percató de que alguien de túnicas blancas le buscaba con gran desesperación, llamando por su nombre y cortando cadáveres y cultivadores por igual, todo con tal de encontrarlo.

El gran Hanguang Jun y el temible Patriarca Yiling, un par de almas gemelas que, a pesar de creer que no eran correspondidos, nunca dejaron de buscarse y velar por la seguridad del otro.

Uno rezaba por la seguridad del otro, cortando cuerpos vivos y muertos para abrirse paso, mientras que el contrario oraba para que todo saliera bien, para poder salir vivo de ahí y reunirse con su familia, su verdadera familia, la que nunca le juzgó ni le abandonó ni reclamó por su mera existencia y que simplemente estaba ahí para apoyarlo, como una familia; y tal vez, con suerte, si es que los cielos le cumplían un caprichoso, encontrarse con esa mirada dorada nuevamente, y quizás, ser valiente y confesarle aquello que llevaba atorado en su pecho bastante tiempo.

𝐓𝐨𝐠𝐞𝐭𝐡𝐞𝐫 ☽︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora