-¿Señorita?
-¿Perdón?- digo pestañeando un par de veces para ahuyentar el sueño.
-La llevaré al Edificio Hancock, donde la familia la espera- dice Albert con una sonrisa- Me alegra que hayas vuelto, querida.
-Yo también... Gracias, Albert- susurro con mis labios curvados en una sonrisa.
Albert cierra la puerta del auto. Da la vuelta, se sube y el motor gruñe.
Me tiro en el asiento de cuero negro, me hago bolita y tomo mi mochila como almohada. Ahora sólo llego a ver pasar por la ventana las puntas de los edificios y rascacielos, dividiendo el despejado cielo, cada vez en reducidas porciones.
New York.
¿Quién lo diría? Salí del internado mucho más rápido de lo que esperaba, de lo que todos esperaban.
Ahora estoy lista para empezar desde cero.Siento que el auto se detiene bruscamente, causando que la gravedad me arrastre al suelo y mi abdomen y espalda se aplasten entre la guantera y el asiento. Escucho cómo mi mochila se arrastra por el asiento y solo por un segundo, mi cerebro sabe qué pasará.
-Agh, no
Mi mochila cae justo en mi cara. La laptop, mis libros y chamarra me han dejado un chipote en la frente. Y no podría estar más cómoda de lo que estoy ahora.
-Señorita Night- escucho que Albert dice al abrir la puerta- hemos llega... ¿Falun?
Albert ríe roncamente y sólo me queda reír con él, imaginándome mi imagen desde el punto de vista de Albert.
-Emm... Albert ¿me das una mano, por favor?
Albert se ríe en quedo, negando con la cabeza divertido. Me ofrece sus dos manos extendidas, las acepto y él me jala hacia él.
-Nunca deja de sorprenderme, Señorita Night- ríe antes de recoger mi mochila y entregármela.
Los dos caminamos al interior del edificio, seguidos por el botones quien nos ha hecho el favor de cargar mis maletas. Un empleado nos abre la puerta, no sin que después yo le agradezca. Cruzamos rápidamente el lobby, hasta llegar al ascensor.
-¿Nerviosa?-me pregunta Albert. Los años que pasan comienzan a notarse en su ronca pero suave voz, la misma voz que me ha reprendido y arrullado desde pequeña.
Suspiro.
-Algo...
-Usted no se imagina lo tanto que la han extrañado. También hablo por mí, por supuesto.
Río en quedo. Estoy demasiado nerviosa, mis rodillas chocan una con la otra por su temblar y trato de disimular la voz para que ésta no tiemble.
El ascensor llega a nosotros. Nos introducimos en él y Albert pulsa el botón indicando el piso 28 con una "P" a su lado.
-Es una penthouse- me dice aclarando mis dudas- Estoy seguro que le encantará la vista, y más la de su alcoba.
El elevador comienza a ascender, con un tintineo por cada piso que subimos. Y por cada tintineo, mi corazón aumenta de velocidad.
-Me... ¿Me he perdido de algo?- pregunto disimulando la voz.
-Tal vez su madre ya le haya hablado acerca de su nuevo padrastro. Edward Brosnan.
-Algo ha mencionado.
Mi madre me habló por una hora sobre Edward en una llamada telefónica mensual.Al parecer es un ejecutivo que trabaja en no-sé-dónde y no-sé-qué. Carismático y adinerado. Es lo único que llegué a escuchar y en lo que más hizo mi madre énfasis.
-Piso veintiocho- anuncia la bocina del elevador. Las puertas se abren de par en par junto con otro tintineo y la adrenalina se dispara por todo mi cuerpo.Sigo a Albert por el pasillo de baldosas y paredes blancas que se extienden por todo el penthouse. "The Prayer" de Andrea Bocelli y Céline Dion comienza a aumentar de volumen mientras más nos adentramos y mi adrenalina comienza a apoderarse ahora de mis manos; tiemblo y de mi pecho se escapan varios escalofríos.
- ¡Bienvenida a casa, mi amor!
En medio de la gran sala la figura de mi madre es iluminada con el sol que entra por la gran ventana, como si el momento de encontrarnos después de tres eternos años hubiera sido preparado para ser perfecto. Y perfecto o no, la emoción me gana y dejo caer mi mochila para correr a los brazos de mi mamá. Ella me envuelve con fuerza y me aprieta contra en su pecho, como si ninguna de las dos quisiera volver a separarse una de la otra. Las dos sollozamos y nos volvemos a apretar en varios abrazos hasta que me retiro un poco para verle el rostro. Realmente no ha cambiado nada a excepción de su cabello castaño; ahora se lo ha pintado de un rubio dorado, pero su mirada sonriente y ella, siguen siendo las mismas.
- Hola, Bicho.
Volteo a mi derecha, todavía en los brazos de mi madre, y veo a me hermano mayor con una risa brotando de sus labios. El júbilo no me cabe en el pecho y sale en forma de risa de mi boca. Louis extiende sus brazos hacia mi y yo salto hacia él con las lágrimas en los ojos. Me planta un beso en la cabeza, y una carcajada para después levantarme y dar una vuelta abrazados.
Junto a mi mamá y a mi hermano quedando yo en medio de los dos y extiendo el brazo derecho hacia Albert, quien nos ha estado viendo sonriente, en señal de que se una al abrazo. Estoy de vuelta en casa con mi familia y no pienso cambiar nada de ello.-Ejem- escucho del otro lado de la sala.
Un hombre de más o menos 55 años, vestido de traje costoso y un rostro carismático, ha estado parado y callado todo este momento sin que lo haya notado.
-Hija, te presento a Edward, mi esposo- dice mi madre mientras me acerca a él aún abrazándome.
-Bienvenida a casa, Falun- me dice sacando la mano de su bolsillo y extendiéndola hacia mí- Me da mucho gusto el por fin conocerte, tu madre y Louis me han contado mucho sobre ti.
Acepto su mano y le ofrezco una sonrisa gentil pero nerviosa.
-Señora ¿Dónde dejo las maletas?- escucho al botones a mis espaldas.
-En la habitación de la Señorita, por favor- exige Edward demasiado severo para mi gusto.
-Como ordene, Señor- le responde el botones con la cabeza gacha y retirándose de la habitación.
-Si me permite, Laura, me gustaría enseñarle su habitación a la Señorita Night- dice Albert, siempre firme y recto.
-¡Por supuesto, Albert!- exclama mi madre alegre.
Apuro mis pasos para llegar alado de Albert y seguirlo por los pasillos hasta parar frente a una puerta de madera blanca
-Espero le sea de su agrado. Yo mismo ayudé con el decorado.
-Gracias- le sonrío ansiosa.La puerta se abre lentamente, pero mi aliento es arrebatado rápidamente por la habitación que tengo enfrente.
Dos de las cuatro paredes son completamente blancas, mientras que las otras son realmente de cristal, dos gigantes ventanas que me ofrecen la mejor vista del cielo y la ciudad de New York. Del lado izquierdo, mi cama de vestiduras blancas se encuentra entre dos puertas, el baño y el armario; el tocador se encuentra pegado a uno de los ventanales, y los libreros se hayan en una de las esquinas del cuarto, los dos con los tantos cds y libros que no pude llevarme conmigo.
Recorro el cuarto maravillada y sin creer que esto sea mío. Observo las fotografías que tengo con mi familia, acaricio el cubrecama y me detengo frente a mi reflejo en el gran espejo que se encuentra frente a mi cama. Contemplo mi figura, mis largas piernas, mi cabello negro, mis labios y mis verdes ojos. No he cambiado casi nada pero definitivamente ya no soy la misma. Por el reflejo veo cómo Albert posiciona a mi Teddy en mi cama... tal vez no he cambiado taanto.
-Albert...
-¿Si, Señorita?
Camino hacia él y lo abrazo.
-Te extrañé mucho.
-Y yo a usted- me responde, al igual que mi abrazo.
- Le daré unos minutos en los que desempaca y se familiariza con el cuarto antes de buscarla para su festejo de bienvenida.
Asiento y sonrío.
Comienza a salir de la habitación y cerrar la puerta, hasta detenerse y mirarme tiernamente.
-Bienvenida a casa.
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El Lado Este de New York
RomanceUna novela basada en la serie televisiva "Gossip Girl". Atención new yorkinos del Este: Se rumora que nuestra querida Falun Night ha regresado a casa. Todos ya la extrañábamos y deseábamos ver, pero... ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes o después? ¿E...