Capítulo 3.

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—¿Con qué Hange, eh? —Golpeo con su codo mi brazo mientras me brindaba una sonrisa media pícara, con la intención de insinuar algo más.

Conociendo a Ymir, sabía que había sido una mala decisión contarle lo sucedido en el baño; no era para nada precavida a la hora de hablar y me lo había demostrado en más de una ocasión. Pero por toda la confianza y el cariño que le tenía, lo deje pasar.

Se podría decir que desde mi llegada, con quienes pude entablar una mejor relación fue con ella y Christa, y si bien al principio me costó ganarme su confianza -como era de esperarse- al poco tiempo, gracias a la rubia, podría decirse que lo logré.

Ymir y ella tenían una amistad muy linda, ambas se complementaban como almas gemelas y juntas nos sacaban una que otra risa. Las admiraba demasiado, tenerle aprecio a alguien de la legión era arriesgado y cada uno de nosotros lo sabía, aunque nos cueste aceptarlo pronto todos tendríamos que despedirnos tarde o temprano.

Lo sucedido en Shinganshina marcó algo en mi, además de perder mi familia, deje de ser quien era entre las ruinas: una niña. Esa niña que junto a Armin anhelaba ver el mar en algún futuro, esa niña que creía que podría tener una larga y buena vida dentro de los muros, esa niña ingenua que en su cabeza solo abarcaba la fantasía.

Ahora el temor me invadía, el miedo me atormentaba día a día y ni siquiera sueños tenía. El pesimismo se apoderaba de mi y la venganza solo crecía, derrotar a los titanes era lo que mas quería.

—¡Me alegra mucho por ti, t/n! La líder ha tomado una buena decisión —Comentó Christa con una sonrisa—. Espero que muy pronto podamos reencontrarnos en el entrenamiento.

Luego de almuerzo me despedí de ambas, ellas tomaron su camino y yo el mio.

Según Hange, por ser la primera vez, el adiestramiento de hoy sería algo largo, y por mas de que ya podía presentir el cansancio también mi cabeza percibía el alivio de mi mejor amigo por un día de descanso.

-

—La expedición extramural será en menos de un mes ¿Crees que podré hacerlo bien? —Le pregunté mientras la veía beber agua.

Estuvimos practicando en uno de los bosques mas cercanos alrededor de una hora, solas, pero juntas. Para mi suerte, Hange me tenía demasiada paciencia y se podría decir que yo a ella también; "la espada no debe manejarse así", "excedes el uso de gas", "si no te apuras un titán te devorará" eran solo algunos de los múltiples comentarios que recibía. No carecían de maldad alguna, pero al ser tan constantes me hacían creer que mi esperanza de vida no sería tan prolongada como me gustaría.

—No veo el porque no —Respondió ella sin ninguna gota de pesimismo—. ¿Acaso no confías en mi?.

¿Cómo no confiaría en ella?, ni siquiera estaría aquí si fuese asi.

—No es que no confie en ti —Admití desanimada—. No confío en mi, por mas que lo intenté sigo sin sentir que soy de utilidad aquí.

Al escuchar eso dejo la botella de lado, elevó su ceja izquierda y analizó mas de cerca lo que mi rostro transmitía: frustración, estrés y miedo.

—Te dire algo t/n. Para ser un soldado no solo se necesita fuerza física, necesitas contar también con la inteligencia y con los conocimientos necesarios para ser capaz de elaborar estrategías, tomar decisiones y manejar armas —Explicó tranquila, pensando que con eso quizás me convencería.

—Lo sé, pero no me siento lista.

—¿Crees que yo cuando me uní yo lo estaba? —Negué con la cabeza—. Todos al entrar pasamos por lo mismo, teníamos diferentes puntos fuertes y eso hacía que juntos lo lograramos, la confianza fue lo que nos conectó y hizo que avanzaramos, imaginate que hasta yo, que creía que no durarían ni un día, sigue estando viva —Continuó soltando una leve risa.

bonita; hange zoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora