II.

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Al día siguiente volví a clase, la gente estaba inquieta, como antes de la pandemia del 2020. 

Así pasaron un par de días más, se notaba la tensión en el ambiente, la inquietud y el desconcierto inundaban todos los lugares por los que pasaba.

Era imposible que no hubiesen visto los vídeos, aunque en todas las redes sociales eran eliminados a los minutos de ser publicados (cosa que no evitaba que la gente los descargase para salvarlos de esa extraña censura a la que estaban siendo sometidos).

- Dicen que van a hacer confinamiento domiciliario en unos días, pero no dicen el por qué – comentó Laura alcanzándome a la salida de la facultad.

- ¿En serio? ¿Dónde han dicho eso? - no me había enterado de nada, ha debido ser algo  muy reciente.

- Hace como 20 minutos. Escucha, sé que tú también has visto los vídeos... ¿Tú crees que...?

- Tonterías - dije para tranquilizarla -. Son tonterías, no te preocupes, pero siempre puedes ponerte a organizar las cosas para sobrevivir en el caso de que pase algo grave.

- ¿Algo grave?

-Sí, no sé, alguna pandemia que sea más agresiva que la última que nos encerró domiciliariamente – añadí.

- No entiendo, Ale...

- Escucha, Laura, necesitas guardar suficiente comida para este confinamiento, ya sabes lo que pasó la última vez, puede que los supermercados estén ya vacíos.

- Lo sé, pero tampoco nos han dicho qué está pasando – agregó Laura desanimada.

- Tú prepárate para cualquier cosa. Luego hablamos – me despedí, hasta a saber cuándo.

Julia vino a verme después de comer, estábamos hablando cuando de repente me llamó mi madre.

- Alejandra, han puesto ya el confinamiento domiciliario.

-¿Qué? - no daba crédito a lo que estaba escuchando. - Dijeron que darían unos cuatro días para que la gente preparase las despensas de comida y se pudiesen trasladar de vuelta a casa.

Julia se levantó de la silla, inquieta por mi reacción a lo que fuese que mi madre me estuviese diciendo.

- ¿Qué vas a hacer ahora? Te quedas en la ciudad hasta que acabe esto, ¿no?

- No me queda otra – respondí.  -¿Pero han dicho por qué están haciendo todo esto?.

- No, nadie sabe nada, pero unos amigos  le han mandado a tu padre unos vídeos muy extraños de algo que está pasando en otro país.

- Algo he visto – me hice la tonta.

-Alejandra, sabes que no me hace gracia que estés allí sola mientras pasa todo esto, ¿tienes comida? ¿tienes suficientes cosas para pasar allí este tiempo? - la preocupación se notaba en su voz.

-Sí mamá y si necesito dinero me lo ingresáis, lo que necesite lo pido por internet y que me lo traigan aquí al piso. - si es que el mensajero podía conseguirlo sin morir, pensé.

Tras una larga charla con mi madre sobre qué debía hacer y qué no, acabé la llamada. Miré a Julia y me encontré con una mirada que me pedía que le explicase todo.

- Nos han confinado domiciliariamente, pero ya, ¿recuerdas que dijeron que esperarían unos 4 días al menos? Pues todo mentira, lo han hecho ya.

- Estás de coña, ¿no?. - Julia se pensaba que estaba de broma, incluso estaba casi riéndose.

- Ojalá, pero ahora nos hemos quedado aquí y no podemos volver a nuestras casas, llama a tu madre y deja habladas las cosas con ella.

Julia se fue de la habitación casi en shock, ¿en serio habían hecho esto sin previo aviso y sin decirnos qué pasaba?. La gente estaba indignada, los grupos de Whatsapp eran un infierno de mensajes y en Twitter la indignación de la gente era más que notable, el Gobierno estaba jugando al despiste con nosotros y eso no gusta nada. Al rato recibí un mensaje de Julia, en dos horas había reunión en el comedor del edificio para hablar y debatir qué estaba pasando y qué medidas teníamos que adoptar, incluso sin saber aún qué está pasando.

Eran las 2 de la mañana, cuando llegué a la entrada del comedor la gente estaba ya gritando y discutiendo.

- ¿Pero cómo cojones vamos a saber qué tenemos que hacer si no nos dicen qué pasa? - levantó la voz un chico con pijama gris.

- No sabemos qué tenemos que hacer pero al menos tendremos que hablar para poner orden.

- SI HAY ZOMBIS NO HAY ORDEN – gritó una muchacha bajita desde el fondo.

Sin duda esto empieza animado, pensé. Julia me buscó con la mirada y me indicó que tenía un hueco a su lado.

- Vamos a ver, para empezar, la comida. ¿Qué pasa con la comida? Porque yo no he podido comprar casi nada. - dijo el chaval del pijama gris, estaba en el centro y sin duda era el que tomaba la voz en todo esto.

- Yo tampoco he podido comprar nada – dijo la chavala bajita del fondo, a esto se unió mucha más gente, dejando constancia de que la comida iba a ser un problema.

- En el comedor hay comida para lo que queda de semana, pero ya está, no hay para más.

- Podemos pedir comida a domicilio en los supermercados – aclaré mi garganta para que se me escuchase un poco mejor entre todo el barullo. - Pero el problema es que todos los supermercados están vacíos por ahora, yo fui esta tarde y no quedaba nada.

De nuevo volvió a formarse un jaleo de voces en el que era complicado seguir el hilo de lo que se decía, aun así se consiguió guardar silencio por un momento. Todo quedó casi aclarado, tocaba esperar hasta que el Gobierno dijese el motivo de todo esto, solo nos quedaba la esperanza de que lo aclarasen mientras nos quedaba comida en el comedor, teníamos que buscar opciones para abastecernos o estamos muertos. 

Me encerré en mi habitación, habían pasado las 3 de la madrugada ya cuando llegué de la reunión. En Twitter habían nuevos vídeos, la gente ya le había puesto nombre a lo que estaba pasando: caminantes.

Pero, ¿cómo se transmitía esto? ¿cómo iba a llegar esto aquí al país? Más preguntas sin respuestas, ya eran tantas que mi cabeza no podía hacer frente a todo esto. 

Miro el reloj, son las 4 y media de la madrugada, sigo sin poder dormir. Cojo mi móvil y empiezo a anotar la dirección de diferentes supermercados, almacenes, lugares en los que pudiesen tener almacenados suministros de agua. Comencé a escribir direcciones, aunque de poco servirían si en algún momento llega a fallar internet, necesitaría un mapa o algo.

¿Pero me iba a quedar aquí todo el tiempo si esto se ponía feo de verdad? No, no iba a quedarme aquí ni loca, tal vez al principio, pero una vez supiese qué está pasando y cómo enfrentarme a ello sí me iría. Así que comencé a buscar urbanizaciones independientes, urbanizaciones apartadas que contasen con sus propios medios de subsistencia. Seguro que muchos pijos vivían en urbanizaciones así, ¿no?, a su propio aire apartados de todo y todos.

Comenzaron a salir algunas direcciones, comprobé que las direcciones eran reales y al rato dejé de anotar en la libreta. Caigo en la cama como si hubiese estado despierta durante 2 días seguidos y cierro los ojos, esta noche no había energía para pensar más antes de dormir.

Dos luchas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora