Ubaldo

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Cuando la puerta se abrió, salió un anciano que se sorprendió al verla. Ella también se asustó, pero el la tranquilizo diciendo:

-No te asustes por mi aspecto, yo soy Ubaldo, pero dime ¿Cómo has llegado hasta aquí tú sola?

-Vivo cerca de aquí con mi padre, hace poco nos mudamos junto a un hermoso lago, pero me perdí, no puedo encontrar el camino de vuelta y mi padre debe estar muy preocupado- contestó ella.

-Entonces no te quedarás un rato- dijo el viejo Ubaldo algo decepcionado; -pero no te preocupes, te prestare un caballo para que llegues más pronto y te explicaré el camino para regresar. Sólo debes prometerme que convencerás a tu padre para que vengan a vivir aquí, pues en el bosque corren mucho peligro, hay animales salvajes y otros peligros. Yo vivo solo, así que podrían acompañarme; este lugar es enorme para mi solo, casi le suplico pero también parecía muy honesto en su preocupación.

Así Blanca volvió a su casa para contar lo que había pasado y tratar de convencer a su padre de ir con Ubaldo.

Su padre, después del susto que pasó cuando Blanca no aparecía, recapacitó sobre lo peligroso que era el bosque y para evitarle peligros a su hija nuevamente, decidió ir, emprendieron el camino no sin sentir nuevamente cierta incertidumbre por lo que les esperaba.

Llegaron al castillo y Ubaldo los recibió con amplias muestras de agradecimiento por haber ido y luego los condujo a sus habitaciones, que por cierto eran enormes.

Las sombras del castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora