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CUANDO PEARL ERA NIÑA, escuchó un grito venir de la casa de su abuela y cuando bajó, le prohibieron el acceso a esta. Su abuelo había sido embrujado y estaba casi moribundo. Su abuela no pudo controlar su salud, ni en los libros más poderosos encontraba la solución al problema y cuando la encontró, su esposo había muerto del daño de este hechizo. Pero sin saber el transfondo de muchas cosas, Tommy pensaba que la comunidad de Pearl era bastante linda; las casas donde vivían eran de color neutro, el cual combinaba con el clima siempre nublado del pueblo. Se podía percibir el ambiente pacifico del lugar, además de que cuando llegabas, solo veías mujeres.
— ¿No hay hombres aquí? — preguntó Tommy ayudando a Pearl a caminar.
— Sí hay, jóvenes y niños — susurra. —. Los adultos fueron hechizados por gitanos y murieron de eso, por eso mi abuela los odia — contesta seria.
— ¿Por qué no revirtieron el hechizo?
— Porque la magia gitana es muy diferente a la nuestra y revertirla es complicado, a veces la magia que está puesta con malas intenciones no puede remediarse con la magia que si la tiene — responde cabizbaja. —. ¿Te gusta? Yo nací ahí — dice después de varios segundos, evitando el tema anterior.
Pearl apunta a una casa más grande que todas las demás, de color distinto y estética diferente. Y Meredith y Douglas se adelantaron a entrar.
