Capítulo 1: "Primer día"

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Abro los ojos. Hoy es el primer día de instituto. Empiezo cuarto de la ESO.

Bajo a desayunar, me pongo mi uniforme del colegio, con el cuál parezco una completa gótica, subo al coche y voy al instituto.

Llego al patio, donde nos tenemos que ver todos y voy con mis amigas: Ellie, Lisa e Iris. Somos pocas, todas un poco marginadas, pero de vez en cuándo diríamos que lo pasamos bien.

-Hola-digo seria, pues estoy muy nerviosa, ni siquiera sé si voy a ir con ellas a clase.

-Hola-responden todas a la vez un poco más alegres que yo.

Después se ponen todas a hablar mientras yo me mantengo al margen. Siempre suelo hablar pero cuando estoy nerviosa... ¡Que nadie me hable por nada del mundo!

Cuelgan unas hojas, en las cuales miramos a la clase que tenemos que ir. Genial, me ha tocado sola, sin ninguna de mis amigas. Siempre me pasa todo a mí.

Entro en la clase y están todas las... Diríamos populares. Me ha tocado ir con todos los populares y algunos repetidores, ¡no puede ser!, ya lo sé, ser repetidor no es nada malo, pero diríamos que estos repetidores son unos degenerados que se creen que el día de mañana estarán mantenidos de Dios o algo. Me siento en el pupitre que tiene mi nombre: Ariana Estefanía Grande Brown. En seguida escondo mi nombre debajo de la mesa, odio que me empiecen a cantar canciones de Ariana Grande como burla, a pesar de que adore a esta cantante.

Detrás tengo a un chico dos años mayor, muy popular, el cual se cree el rey y punto, y delante tengo a la chica más lista de la clase. Es la más lista pero todo el mundo la adora. Vamos a ver, todo el mundo menos yo. En primeras porque le tengo envidia y en segundas porque odio la gente pija y ella lo es y lo sabe, lo reconoce, pero le gusta y odio semejantes tonterías. Al lado tengo a un repetidor feo y gordo, que no se ducha seguramente, que seguro que faltará todos los días y al otro lado tengo la pared. Santa pared. Adoro tener la pared al lado, porque estás como protegido, y solo tienes que aguantar tres personas cerca de ti, mientras que los demás tienen que aguantar a cuatro. Pensándolo bien, mi sitio no está mal, pero seré la marginada de la clase.

Nuestra tutora se llama Annie y sus apellidos no los ha querido decir, seguro que son penosos. Es una mujer de unos treinta y pico, con mucho genio, pero que en el fondo es una buena persona.

Suena el timbre, me voy corriendo de la clase, antes de que alguien me diga algo y me encuentro de nuevo con mis amigas. A todas les ha tocado juntas.

-Es estupenda y, ¿cómo es posible que sea casi igual a la del año pasado? Menos por las pijitas, de estas, nos hemos librado-dice Ellie.

-Y nuestro tutor es de lo más divertido-añade Lisa.

-Di que sí, casi me muero de la risa-dice Iris a punto de reír de nuevo.

Ellas siguen hablando e ignorándome hasta que al fin digo algo cuando están un poco calladas.

-Pues yo tengo una clase de mierda-digo mirando el suelo.

Todas se ríen y me dicen cosas que no escucho porque me fijo en lo contentos que están los demás. Después suena el timbre y subimos a clase. La profesora nos da tiempo libre para relacionarnos con todo el mundo y etc, pero yo solo estoy apoyada a la pared, mirando lo que hacen los demás. Mi subconsciente me dice: No puedes quedarte aquí Ariana, tienes que ir a alguna parte. Es muy bonito pensarlo, pero poco hacerlo. Y no, no lo hago. Me quedo mirando hasta que viene mi tutora.

-¿Qué haces aquí sola? Os he dejado tiempo libre para algo, no para que te relaciones con la pared-dice provocándome unas risas.

-No tengo con quien ir-digo sintiendo que me pongo roja.

-Bueno... Ya eres mayor para que tenga yo que decidir con quién te tienes que llevar, tú sabrás-dice marchándose.

Odio a esta mujer. Me ha bastado esto para odiarla y encima estoy muy roja por la rabia, impotencia y vergüenza que siento.

No quiero empezar con mal pie, pero saco mi móvil para así hacer algo. Justo cuando lo hago la profesora dice que se sienten todos, que solo quedan quince minutos para salir, pues hoy salíamos a la una.

Suena el timbre y salgo de la puerta toda contenta por haber acabado. Todos salen como si unidos fueran una avalancha y me empujan, cosa que hace que me enfade y empiece a insultar en general.

-Te pones tranquila enana-dice el que se sienta detrás.

-Tú te me vas a poner tranquilo-le digo sin controlar mis palabras.

-¿Qué?-dice acercándose a mí.

En estos momentos quiero contestarle que se compre un sonotone pero me da miedo, me debe sacar como una cabeza.

-Em... Nada-digo poniéndome roja y apartándome.

De repente se da media vuelta y me voy enfadada a casa, sin siquiera buscar a mis amigas.

En llegar, después de unos quince minutos de horrible y apestoso autobús (nunca suelo ir, pero hoy no me ha quedado otro remedio), entro en casa. Me tiro al sofá y mi madre se sienta a mi lado.

-¿Qué tal ha ido?-pregunta.

-Bien-respondo-. Después te cuento, ahora estoy acabada.

En realidad no estoy acabada, pero sí de mal humor. Estoy tan a gustito, cuando de repente entran mis dos hermanos, tanto el pequeño como el mayor. El pequeño se llama Zack y tiene diez años y el mayor se llama Cameron y tiene tan solo un año más que yo. Pero no nos llevamos exclusivamente bien, es imbécil, y se pasa el día diciéndome que soy una rara.

-Toma que toma-dice cantando-. Esta tarde me la voy a pasar con los amigos.

Empieza a bailar, ¿cómo puede ser que este chaval sea tan friki? Después tira la mochila por los aires, haciendo así que mi madre le echara la bronca.

-¿Tú eres tonto o te lo haces?-pregunta ella.

-No entiendes a un adolescente, ¿o qué pasa?-le pregunta él.

-Déjate de hacer comedia, das pena-me meto en la conversación.

-Das más pena tú, que estás metida en casa todo el día como una vieja.

Le tiro un cogín.

-Mejor ser una vieja que no una loca.

Me voy a mi habitación dando un portazo. Miro mi móvil y cero mensajes de WhatsApp, como siempre. Hoy será una tarde de no hacer nada y... De recordar lo marginada que soy. Pero, espera, de repente me llega un mensaje:
Equipo: Chicas, recordar que hoy hay entreno, ¡el primer entreno después del verano! Es urgente no faltar.

Genial, hoy entreno. Vale, a mí me gusta ir a entrenar, pero es una pereza inmensa. Y no es muy agradable empezar a jugar a baloncesto con el calor que hace. Nada agradable. Bueno, al menos no tengo que pasarme toda la tarde aburrida.

Son las seis, me visto, y me voy en bus hacia el baloncesto, pues mi padre trabaja y mi madre tiene el coche a arreglar.

Después de un entreno en el que me ha ido mal (porque no he pegado ni golpe en todo el verano y soy de las malas del equipo) y un entreno en el que me he caído dos o tres veces me doy una ducha, ceno y me meto en la cama. Mañana será otro día, esperemos que un día mejor, pero quién sabe.

El diario de una diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora