2. De tragedias, recuerdos de la infancia e intervenciones

75 7 10
                                    

«Tengo miedo de olvidar a aquellas personas importantes en mi vida que se fueron».

••••••

Atención:

Este capítulo contiene una escena algo fuerte desde mi punto de vista, así que aunque es bastante importante en la historia aconsejaría a los "sensibles" que se preparen o que pasen la escena en cuanto la localicen, puesto que es bastante previsible y es la primera vez que escribo sobre este tipo de cosas, no sé qué impacto tendrá, pero no es nada explícita y la he hecho lo más real posible, así que me gustaría saber vuestra opinión sobre ello si os animáis, ¿eh? ¿Qué me decís?

***

-Hasta mañana, Syo -se despidió mi amiga bajo la nieve, agarró a su madre de la mano y como todas las noches se despidió de mí con una sonrisa, ajena a la realidad de que esa sería la última vez que me vería con vida.

No recuerdo mucho de mi vida antes de morir, solo unos pequeños recuerdos de aquella noche que con el paso del tiempo se hacía más difusa, ni siquiera recuerdo el nombre de aquella niña que parecía ser mi amiga, aunque igualmente me resultaba muy extraña, pues a día de hoy aunque su cara para mí sigue siendo una simple imagen difusa, yo siento que de alguna forma sigue existiendo para mí.

Me quedé mirándola hasta que dobló la esquina, en silencio y bajo la nieve, hasta que una voz conocida me sacó de mis pensamientos, era mi madre.

-Pero cariño, ¿qué haces sola aquí fuera? -me preguntó acercándose a mí y aupándome con bastante esfuerzo.

-Ahora iba a entrar -le dije escondiendo mi cara entre su largo pelo negro.

-Ya casi no puedo contigo, has crecido mucho estos años -me dijo haciendo más esfuerzo aún para mantenerme agarrada.

-Yo no quiero crecer, quiero seguir siendo una niña para que papá y tú me sigáis cuidando siempre -contesté, y ella se rió por mi ocurrencia.

-Eso es lo que decís todos y después queréis ser más mayores, ya tienes siete años, eres toda una mujercita -me sonrió dejándome en el suelo-. Ay, no te lo había dicho, hoy habíamos pensado que podríamos ir a cenar algo fuera, ¿te apetece? Hace años que no podemos salir a algún lado juntos.

-¡Sí! ¡Genial! Vayamos a uno de esos sitios de comida rara americana -dije ilusionada cogiéndola de la mano.

-Se llama comida rápida, cariño.

-Sí, lo que sea, ¡pero vamos ya! -le apremié tirándola del brazo.

-Al menos espera a que salgan tu padre y tu hermano.

Y así fue, los cuatro pasamos una noche estupenda, no recuerdo exactamente de qué hablamos pero sí que nos reímos mucho, no sé cuanto tiempo estuvimos allí pero sé que se me pasó volando, no recuerdo cuantos años tendría mi hermano pero sé que solo era un bebé, ya no me acuerdo de mis padres, pues por alguna extraña razón sus rostros siguen ocultos para mí cada vez que rememoro esa noche, pero si algo sé es que todos me querían y que por culpa de un hombre al que ni siquiera conocía perdí todo lo que tenía y amaba.

-Ya es tarde, tenemos que volver a casa -indicó mi padre señalando la hora y cogiendo a mi hermano en brazos.

Los cuatro salimos con rapidez de aquel establecimiento y nos pusimos en marcha por las oscuras y desiertas calles de nuestro barrio.

-Tengo sueño... -comenté esperando a que alguien me hiciera caso, pero nadie respondió-. Mamá, tengo sueño -insistí tirándola de la manga.

-Ahora llegamos, cariño -me dijo más seria de lo normal.

Memorias de una ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora