Capítulo uno: Pildora.

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Bakugou siempre había pensado que era un beta

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Bakugou siempre había pensado que era un beta.

En toda su adolescencia y tiempo en el que se supone debería despertar su segundo género —por lo regular era así, según enseñaron en sus clases de educación sexual—, nunca lo hizo. Por lo que asumió erroneamente que él era un beta. Después de ver como el jodido Deku despertaba su rutina a la edad de dieciséis años y se presentaba como alfa, Bakugou perdió las esperanzas en su tercer año de Academia y lo acepto fervientemente cuándo cumplió los veinte años.

Nunca había detectado olores, ni feromonas y esas mierdas. Era totalmente ajeno a los calores de los omega y las fuertes oleadas de calor en los alfas.

Recuerda, de hecho, incidentes totalmente asquerosos en la escuela media dónde algunos alfas despertaban la primera rutina y lo primero que hacían era atacar a los omegas —a veces hasta desconocidos en la calle— y destrozarles el cuello. Era algo horrible que incluso le helaba la sangre a alguien como él. No le gustaba en lo absoluto y se encargó él mismo de darle unas buenas patadas en el culo a Deku para que él no hiciera una mierda así.

Aunque bueno, Deku nunca hizo algo así y ahora ya estaba comprometido y enlazado con Shinsou, justo en la graduación.

Ni tampoco es que estuviera saltando de emoción por presentar un segundo género, ya que lo veía como una maldita molestia. Él solo quería ser el mejor héroe, no necesitaba lazos. No querría estar discapacitado por las consecuencias que traía el apareamiento de los subgéneros, ya que, estaba muy al tanto de los problemas que traía consigo, todos los accidentes y violaciones que había traído consigo el asunto. Sinceramente, le asqueaba pensar en eso y estaba mejor siendo un simple beta. De hecho, se sentía aliviado por eso.

Pero la vida le da una patada directa en los huevos a la edad de veintitrés años. Despierta su primera rutina y es una molestia.

Si tuviera que describirlo en una palabra sería: desastre.

Pasa alrededor de las once de la mañana, para su suerte, está en casa —tiene un departamento cerca de la agencia— y empieza lento. Las sábanas parecen más pesadas de lo que realmente son, los aromas que desprende la cocina son malditamente fuertes y el sonido de la calle parece estallar en sus oídos aunque es gradualmente.

Cuándo se despierta y se sienta al borde de la cama, como lo hace todas las mañanas, se queda mirando sus pies por un largo minuto. Puede apreciar los ruidos de fondo, la voz chillona de su vecina, los ladridos del perro. Todos es malditamente fuerte, le retumba en los oídos y lleva por reflejo sus palmas para sostener la cabeza. Presiente que podría ser la migraña más fuerte que ha experimentado —por su quirk, ha estado teniendo ataques de migrañas desde hace mucho tiempo, pero nada como esto— su vientre se siente pesado, como si tuviera una piedra que presiona sus entrañas. Jadea y toma todo el aire que puede. Siente que se ahoga. La habitación se siente muy caliente aunque solo es él.

When the life fucks you. |Bakushima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora