CAPITULO 35

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SAMADHI




Estaba liada de pendientes corriendo de la universidad a la oficina y a mi apartamento durante todo el día. Ni siquiera había tenido el tiempo necesario para probarme el vestido que Magenta me había diseñado. Así que tomé mí tiempo y cuando dieron las seis con treinta de la tarde, fue que bajé al estudio de Magenta.

—¡Por fin! —exclama ella cuando me ve entrar por la puerta. —Ven, tienes que probarte ambos, el de la cena y el de la boda.

Efectivamente. Dos vestidos. Ambos estaban puestos sobre un maniquí de cuerpo completo frente al escritorio de Magenta.

—Tú madre le hizo algunos ajustes y puso uno que otro detalle.

—Son hermosos —susurro mirándolos embelesada.

Y lo eran. El de la cena era un vestido de seda en color rosa palo, de manga larga y descubierto de la espalda. Mientras que el vestido que usaría el día de la boda, era de un color guindo no muy oscuro, ajustado a mi cuerpo, sin mangas y con un pequeño abrigo gracias a que la boda sería a mediados de septiembre y al aire libre.

—Mídete primero el rosa, ese es el que usaras este viernes —anuncia Magenta.

Obedezco.

Después de unos minutos vuelvo a entrar a su oficina y me miro al espejo de cuerpo completo. Hace un mes me había medido el vestido y me quedaba a la perfección, pero al día de hoy...

—Creo que Álvaro me hace engordar —digo riéndome. —Pero sus almuerzos y cenas son tan deliciosos.

—Y tú amas la comida —argumenta Magenta riéndose y volviendo a tomar las medidas de mi vestido.

Por supuesto que amo la comida. Es lo mejor que puede existir.

Al poco rato salgo de la oficina y camino directo al estacionamiento. Y ahí estaban de nuevo. Tenía tiempo de no sentir esa sensación de que alguien me sigue, o alguien me vigila. Sentí un poco de miedo, que opté por apresurarme y caminar más rápido al coche. En cuanto subí a él me sentí mucho más segura, y por supuesto, aliviada. Encendí el motor para después llegar a mi apartamento.

No demoré mucho en llegar. Estaba a mitad de semana y la ciudad circulaba con normalidad. Últimamente me veía mucho con Álvaro, por un momento me cruzó por la mente invitarlo a la cena, pero para ser honesta, no estaba preparada para ello.


(***)


La cena había ido bien. Y para mi fortuna o decepción, Clarence no se había aparecido. Sara me había mencionado que había tenido un viaje de negocios a Londres, una oportunidad que ni él y mucho menos Lucas podían dejar pasar.

Por fin era sábado. El día tan esperado. Salí de la universidad porque tuve que ir a presentar un examen que tenía pendiente. Después de ello corrí a mi apartamento para poder tomar una ducha. Sara me llamaba a cada instante que me comenzó a estresar.

¡Se suponía llegarías hace media hora! —me reclama al otro lado de la línea.

—Perdón, me he liado con unos apuntes en la universidad —me excuso.

Le hago saber que ya voy en camino aunque no sea verdad. Tomo mis pertenencias poniéndolas dentro de una maleta y salgo del apartamento apresurada. Estaba nerviosa y emocionada al mismo tiempo al saber que mi amiga estaba por contraer nupcias con el amor de su vida.

PERFECTOS°2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora