Capítulo 11: La Devastación de Jamie Høgh

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En mi opinión, tras años de desgracias y calamidades... Concluí que los planes están hechos para ser contraproducentes.

La gente tiende a diseñar cosas en su cabeza que llegan a resultados perfectos. Todo encajará en su lugar y las consecuencias serán las mejores posibles.

Eso nunca sucede.

Y a pesar de ello, internalicé la idea de que todo resultaría nada más que en una buena carcajada y una sonrisa triunfante. Bueno... Además de tener poder sobre ella.

Al final, termine cubierto de la sangre de Jamie, con sus gritos aún resonando en mis oídos. Quedé bañado en vergüenza.

Salí de esa "travesura" sabiendo que nunca más podría acercarme a ella.

Nunca había planeado hacerle daño... pero como ya dije, todos los planes fracasan.

El jueves por la noche había comenzado todo simplemente esperando. Me senté en el sofá de cuero más grande de la sala común, esperando que el resto de la Casa Slytherin regresara de cenar. Quería una multitud. Quería que fueran testigos de la ruina de Jamie Høgh, de como el témpano de hielo se derretiría.

Algo dentro de mí había estado hirviendo desde que su sedoso cabello rubio se había esparcido sobre el piso de baldosas del baño.

Se había disfrazado de hombre, lo que probablemente era lo que más me enfurecía respecto a todo el asunto. Los mortífagos hombres lo pasaban peor. Especialmente los jóvenes.

El Señor Oscuro nos obligaba a hacer el trabajo sucio. Asesinatos. Violaciones. Vandalismo.

Siempre nosotros. A las mujeres les asignaba trabajos encubiertos, como los agentes especiales de las ridículas agencias Muggles. Recopilaban la información necesaria.

Nunca pensé que alguna de ellas llegaría a conocer los horrores de ser un hombre, entonces, ¿quién le dio a Jamie el derecho a hacerse pasar por uno de nosotros? Fue ese pensamiento el que me llevó directamente a lo que estaba a punto de hacer. Una broma cruel e innecesaria, incluso si hubiera salido bien.

La Sala Común ahora estaba llena, yo había estado mirando a Jamie -desde dónde yo usualmente me sentaba- durante una hora más o menos antes de obligarme a levantarme y cumplir fon mi plan.

Caminando casualmente hacia su lugar habitual junto a la chimenea, me agaché a su lado, fingiendo el mejor rostro arrepentido que pude. Casi al instante, sus cejas se levantaron y pareció sospechosa... Chica lista.

"Jamie..." murmuré, mi tono sedoso. "Necesito hablar contigo."

Ella resopló, "Oh, por supuesto, habla. No es como que si hará mucha diferencia".

"Por favor." Suplique, cambiando mi expresión para parecer desesperado. "Es importante."

"Ya te dije. Habla."

"Tengo que saber que me estás escuchando con atención." Con un pequeño gruñido de frustración, giró su cuerpo en la silla para mirarme, cruzando los brazos sobre su pecho, "¿Feliz?"

"Mejor", dije inclinando la cabeza.

"Yo solo-... supongo que tengo- que quiero-... disculparme." Su labio se curvó de una manera burlona y sarcástica que hizo que mis puños se apretaran, pero me obligué a mantenerme bajo control. Esto nunca funcionaría de otra manera.

"Solo escúchame", me apresuré, levantando mis manos en señal de paz. Ella frunció el ceño de nuevo. Ojos ajenos estaban comenzando a dirigirse hacia nosotros, y supe que el momento adecuado se acercaba rápidamente. Mi audiencia estaba presente y atenta. Mi objetivo estaba por cumplirse.

𝓛𝒾𝓀𝑒 𝓜𝒶𝒹𝓂𝑒𝓃 {𝚍.𝚖}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora