-Draco-
De pie en la puerta de la locomotora roja, exhale profundamente y vi mi aliento condensarse en el aire, el frío de Londres se metió bajo mi piel en segundos. Moví mi cuello de lado a lado, intentando aliviar la tensión de mis músculos, parpadee un par de veces y busque a mi madre entre la gente que llenaba la plataforma 9 y ¾.
Cuando por fin la encontré, baje los escalones y camine lentamente hacia ella. Sabía que tenía muchas preguntas sobre lo que había sucedido con Jaime, preguntas que yo no quería contestar, mi madre podía ver a través de mis mentiras como si fueran agua. Una estrategia que empleaba desde pequeño era mentir por omisión, mientras lograra distraer la atención del tema, todo estaría bien. Pero este caso, luego de terminar en una audiencia frente al ministerio...
No sería fácil evadir a mi perspicaz madre.
Muy poco se le escapaba a Narcissa Malfoy.
Cuando estuve a solo unos pasos de ella, tomo mi rostro entre sus cálidas manos y acaricio mis mejillas con sus pulgares mientras susurraba "Mi pequeño...", sus ojos emanando adoración.
Mi pecho se llenó de calor, al darme cuenta de que no importaba que ya no era un niño, no importaba que tuviera un tatuaje maquiavélico en mi antebrazo, mi madre siempre estaría allí para mí...
"Madre..." intente decirle con una sola palabra lo que sentía, lo mucho que me arrepentía por no haber escapado de cuando ella me lo pidió.
Unos momentos después, me separé de ella. Estábamos en un lugar público donde otros Mortífagos podían vernos, y jamás me permitiría mostrarles debilidad o vulnerabilidad. Algo que detectaban con facilidad y luego explotaban a conveniencia. Como una jauría de lobos atacando a un animal herido.
"Me alegra mucho verte mi Draco, sé que estos últimos meses han sido... duros, para ti." Dudo un momento antes de continuar, tomo mi brazo y me guio hacia la salida de la estación. "La Mansión está preparada para las festividades, tenemos muchos invitados este año, se ha planeado un evento entre nuestros allegados".
En pocas palabras, mi casa estaba sitiada por Mortífagos, carroñeros y probablemente hombres lobos...
Gobernada por Lord Voldemort.
Fantástico. Y yo que creía que podría estar en paz durante estas vacaciones de invierno...
Cuando por fin estuvimos alejados de la gente, se inclinó un poco y susurro en mi oído.
"Debes estar preparado Draco."
"¿Preparado para qué?"
"Se te asignará una tarea, nada como a lo que te has enfrentado antes. Debo advertirte."
Llegamos al callejón adyacente a Kings Cross y me giré para verla de frente, intentando buscar indicios de algo en su expresión. Pero no logre ver nada más que años de sumisión y apatía fingida. Si bien mi padre usaba una máscara plateada para ocultarse al cometer crímenes para el Señor Oscuro, mi madre usaba su propio rostro como mascara para enfrentar los horrores de su vida.
"Antes de llegar a casa, debes saber que él está muy interesado en lo que ocurrió con Jaime, quiere que vayas ante él apenas llegues. Hijo, es muy importante que no lo hagas enojar, ha estado... temperamental estos últimos días... Ansioso."
En silencio asentí con la cabeza, dando a enter que debía controlarme.
No le tenía miedo, debería... pero más bien sentía repugnancia hacia él.
Mi madre me regalo una sonrisa forzada y sin más me tomo de la mano, en un parpadeo dejamos Londres y aparecimos en Wiltshire, en los terrenos fuera de la mansión, frente a la gran entrada protegida por poderosos Wards. Agite mi varita y una ranura se abrió en el velo de protección. Entramos aún tomados de las manos.
El sol se estaba escondiendo y la penumbra hacia que todo se viera más sombrío, el aire se sentía diferente también. Como algo antinatural que estaba perturbando el ambiente. El simple hecho de su existencia después de la muerte causa ese efecto, no tengo que ser Nicholas Flamel para descifrar eso. Pensé.
Al entrar a la mansión, lo primero que percibí fue el fuerte olor a azufre y descomposición.
Fruncí el ceño e intenté ocultar mi reacción. Mi madre no se detuvo ni un segundo y me guio por los pasillos del ala este. El murmullo de voces desconocidas venía de todas direcciones, cada vez que pasábamos por una puerta cerrada, se intensificaban para luego apagarse al dejarla atrás. Las paredes y el suelo estaban sucios, las alfombras y cortinas estaban roídas y arañadas.
La mansión parecía un mezquino hotel. Si mi abuelo Abraxas pudiera ver esto, explotaría de indignación.
Llegamos finalmente a la biblioteca, un lugar donde yo solía pasar la mayoría del tiempo cuando estaba en casa. Mi madre me soltó y abrió la puerta suavemente, me señalo que entrara y luego bajo la mirada al suelo.
"Draco, mi muchacho. Al fin te nos unes."
A penas puse un pie en la habitación y la aberrante voz de Lord Voldemort me recibió.
Solo tuve un momento para observar a los que se encontraban allí -mi padre, la tía Bella, Lestrange, Colagusano y un hombre que no conocía- antes de inclinar la cabeza y murmurar "Mi Señor" como un fiel ciervo. Eran estos momentos los que me revolvían el estómago y me hacían sentir como una escoria.
"Acércate muchacho. Quiero verte, has crecido desde que te vi."
Mordí mi mejilla y obligué a mis pies a cooperar. Unos pasos fueron suficientes. La única luz en la habitación provenía de las llamas en la chimenea.
"Oh, pero que sorpresa. Has desarrollado un magnífico físico, puedo ver la fuerza que llevas bajo ese traje."
Un escalofrío recorrió mi espina y luché por contener las arcadas de repugnancia. Trague saliva y rogué que pensará que sentía miedo y nada más. Solo asentí en silencio y miré los rostros de los otros presentes. La tía Bella estaba casi encima del regazo de Voldemort mientras su marido miraba aburrido el fuego, mi padre y Colagusano compartían la misma expresión: pánico. Nada nuevo.
Él que realmente llamo mi atención fue el hombre desconocido, sus facciones eran vagamente familiares, tenía ojos fríos y una mirada calculadora. Vestía un traje negro similar al mío, su camisa era marrón oscuro y su capa me recordaba a la de Snape, era negra y se arrastraba por el suelo. En su cuello llevaba una especie de amuleto, desde lejos podía distinguir runas, pero no sabía lo que decían.
"Draco... sé cuáles actividades te han llevado a tal estado... también sé, cuáles fueron los sucesos que causaron la devastación de Jaime Høgh..." siseó el Señor Oscuro.
Inspire abruptamente por la nariz, y cerré los ojos con fuerza. Mi madre estaba allí todavía, no quería que escuchara la verdad...
Él sabia, sabia lo de D&G. Lo sabía todo...
Fui un incrédulo al creer que podría ocultar esto del mago oscuro más poderoso y salir ileso.
Va a castigarme. Fue lo primero que pensé.
"Superaste mis expectativas. Demostraste convicción, determinación y tenacidad. Por no mencionar lo creativo del hechizo, realmente algo excepcional."
Mi vista se quedó en blanco por un instante y las náuseas regresaron ferozmente, esta vez tuve que morder mi lengua para poder contenerlo.
Me estaba elogiando por... Mutilar a Jaime.
"Es por eso que, tras deliberar con mis consejeros... decidí otorgarte una tarea especial. Una misión muy importante." Sus ojos rojos se apartaron de mí y seguí la dirección a donde miraban. Mi madre. "No creo que sea necesario recordarte lo que ocurriría si me fallaras...¿Cierto?", sin dudarlo, negué con la cabeza. "Perfecto..." él definitivamente conocía mi talón de Aquiles...
El hombre del amuleto cruzo los brazos y hablo por primera vez.
"¿Qué sabes sobre la Cámara de los Secretos?"
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𝓛𝒾𝓀𝑒 𝓜𝒶𝒹𝓂𝑒𝓃 {𝚍.𝚖}
FanfictionDraco tiene solo una manera de detener el dolor, y es causando más dolor. En su 7º año en Hogwarts, él se encargará de organizar un club secreto... Un club de pelea. Exclusivo y solo para los nuevos Mortifágos de la casa Slyterin, a quienes sus nuev...