Seo Changbin
Nunca un camino me pareció tan largo como el de ese día. Apresurado y con ganas de ver a mi hijo. De seguro corrí tan rápido, lo hice aún si me parecía que iba de regreso y no hacía adelante, avanzando.
El cielo se nubló de repente y unas luces y sonidos bajaron sobre la ciudad. Todos levantaron sus cabezas hacia arriba y luego empezaron a caminar más de prisa. Saqué mi teléfono y marqué el número de Jihyo quién contestó en cuestión de segundos, seguramente entendía mi desesperación.
—Si, Changbin—dijo tranquila y en un cierto punto su voz me tranquilizó. De todos modos ya me encontraba a una calles de su departamento.
—¿Puedes bajar con Jeongin, por favor? En cinco minutos estoy allá solamente entro a comprar unas cosas para cocinar—hablé con rapidez echándole un vistazo al cielo. La tormenta estaba a punto de empezar.
—No Jihyo, necesito mi baño y mi cama. ¿Qué dices si te vienes tú y te quedas con nosotros?
—¡Voy!—exclamó feliz—. Nos vemos en unos cinco minutos entonces—añadió mientras me detenía en frente del supermercado.
—Perfecto—proseguí antes de entrar en el supermercado, cortando la llamada.
Con una cierta repulsión saqué el sobre que contenía el dinero de anoche. Creo que nunca más podré mirar un sobre con buenos ojos porque siempre me recordará el pasado.
En menos de tres minutos había comprado todo, unas verduras, frutas, té, carne y al final un chocolate. Lo necesitaba igual o más que Jeongin.
Una vez fuera del supermercado pude ver las calles mucho más vacías, toda la gente se apuró en llegar a sus casas para evitar la tormenta que tanto nos amenazó en ese tardecer. Mientras caminaba hacia el edificio de Jihyo miré el cielo, siempre rezando que no empiece la peligrosa tormenta.
—¡Mi amor!—exclamé feliz cuando por fin miré el rostro de Jeongin, arrodillándome y soltando las bolsas para poder abrazándolo—¿Cómo te sientes? —toqué preocupado su frente para asegurarme de su bienestar.
—Me siento mucho mejor Papi— intento sonreírme pero su rostro enfermizo y sus ojos apagados me crearon ya una imagen sobre la realidad de su malestar.
—Le bajó un poco la fiebre—me tranquilizó Jihyo—. Ahora mejor nos apuramos. —dijo levantando la mochila de Jeongin y un bolsa que trajo con ella.
Debo admitir que Jihyo tenía mucha energía o de otra manera no me explico como logro caminar tan rápido y dejarme atrás.
—¡Apúrate niño!—bufó divertida mientras unas gotas de agua empezaron a caer del cielo.
Bajé la cabeza e intenté caminar lo más rápido que el estado me permitía pero el cansancio me lo impedía con empeño.
Renuncié y decidí caminar lentamente.
Con el cabello y la ropa mojada entré en el edificio donde vivía, evidentemente unos minutos después de ellos que me esperaban sonrientes en el pasillo.
—¡Ya llegué!
De ahí todo fue más fácil y ligero. Entré en mi pequeño departamento donde el calor familiar me envolvió.
Después de la muerte de mis padres y de la noticia sobre mi embarazo decidí, fui obligado en dejar mi hogar. Vendí la casa de mis padres y logré comprarme un departamento, el que hasta ese punto consideré mi único hogar.
Había una sala en cuál el color blanco dominaba. Llena de flores y de mis ridículos diseños. Sí, me gustaba dibujar ropa e imaginarme que un día esa pasión se convertirá en algo real.
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゚᩿ ⪩ MILLIONARIE ⪨ 𓈒 ˚𝗖𝗛𝗔𝗡𝗚𝗝𝗜𝗡
Fanfiction╰╮ 𝗘𝗡 𝗣𝗥𝗢𝗖𝗘𝗦𝗢 !𓍲 Enterró su corazón y entregó su cuerpo, olvidándolo y abandonándolo entre múltiples sábanas de tercio pelo. Lo único que lograba levantarlo después de cada «uso» eran los ojos de su hijo, por él era capaz de todo. Sin sabe...