Reglamento

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Todos los días la hora de levantarse será a las diez de la mañana. En tal momento los cuatro jodedores que no hayan estado de servicio la noche anterior visitarán a los amigos, llevando cada uno de ellos un muchachito; pasarán sucesivamente de una habitación a otra. Actuarán de acuerdo con las órdenes y deseos de los amigos, pero al principio los muchachitos que llevarán con ellos sólo servirán de acompañamiento, porque queda decidido y acordado que las ocho virginidades de los coños de las muchachas no serán violadas hasta el mes de diciembre, y las de sus culos, así como las de los culos de los ocho muchachos, lo serán a lo largo del mes de enero, y eso con el fin de acrecentar la voluptuosidad mediante el hostigamiento de un deseo inflamado sin cesar y nunca satisfecho, estado que debe necesariamente conducir a un cierto furor lúbrico que los amigos se esfuerzan en provocar como una de las situaciones más deliciosas de la lubricidad.
A las once los amigos se dirigirán al aposento de las muchachas donde se servirá el almuerzo consistente en chocolate o carne asada con vino español u otros reconfortantes manjares. Este almuerzo será: servido por las ocho muchachas desnudas, ayudadas por las dos viejas María y Luisona adscritas al serrallo de las doncellas, estando las otras dos al de los muchachos. Si los amigos tienen ganas de cometer actos impúdicos con las muchachas durante el almuerzo, antes o después, ellas se prestarán a dichos deseos con la resignación que se les supone y a la cual no faltarán sin un duro castigo. Pero se conviene en que no habrá juegos secretos o particulares en tal ocasión y que si se quiere hacer el crápula durante un rato, será entre sí y ante todo el que asista al almuerzo.
Las muchachas por regla general deberán ponerse de rodillas cada vez que vean o se encuentren con un amigo, y permanecerán en esta posición hasta que se les diga que se levanten; sólo las esposas y las viejas estarán sometidas a estas leyes: los demás quedan dispensados de ello, pero todo el mundo se verá obligado a llamar monseñor a cada uno de los amigos.
Antes de salir de la habitación de las muchachas, el amigo encargado del turno del mes (como lo que se intenta es que cada mes se encargue uno de los amigos de todos los detalles, el turno debe ser el siguiente: Durcet durante el mes de noviembre, el obispo en diciembre, el presidente en enero y el duque en febrero), aquel, pues, de los amigos al que le toque el mes, antes de salir del aposento de las muchachas, las examinará una tras otra para comprobar si están en situación adecuada, lo cual será comunicado cada mañana a las viejas y arreglado de acuerdo con la necesidad que haya de tenerlas en tal o cual estado.
Como está severamente prohibido ir a otro excusado que el de la capilla, que ha sido arreglado y destinado para esto, y prohibido ir allí sin un permiso particular, el cual es a menudo negado, por ello el amigo que esté de turno examinará con cuidado, inmediatamente después del almuerzo, todos los excusados particulares de las muchachas, y en el caso de alguna contravención, la delincuente será condenada a un castigo aflictivo.
De allí se pasará al aposento de los muchachos a fin de efectuar las mismas visitas y condenar igualmente a los delincuentes a la pena capital. Los cuatro muchachos que por la mañana no hayan estado con los amigos, los recibirán ahora cuando lleguen a sus habitaciones y se quitarán los calzones delante de ellos, los otros cuatro permanecerán de pie y esperarán las órdenes que puedan serles dadas. Los señores se divertirán o no con estos cuatro, que no habrán visto hasta entonces, pero lo que hagan será público; nada de solitarios a tales horas.
A la una, aquellos o aquellas de las muchachas o de los muchachos, grandes y pequeños, que hayan obtenido el permiso de ir a satisfacer necesidades apremiantes, es decir, las gordas —y este permiso sólo se concederá muy raramente, y a todo lo más a una tercera parte de los interesados—, aquellos, digo, se dirigirán a la capilla donde todo ha sido artísticamente dispuesto para las voluptuosidades inherentes al caso. Allí encontrarán a los cuatro amigos, que esperarán hasta las dos, y nunca hasta más tarde, y que los colocarán como lo juzguen conveniente para las voluptuosidades de esta índole que les vengan en gana.
De dos a tres, se servirán las dos primeras mesas que comen a la misma hora, una en el gran aposento de las muchachas, la otra en el de los muchachos. Los encargados de servir en estas dos mesas serán las criadas de la cocina. La primera mesa estará compuesta por las ocho muchachas y las cuatro viejas; la segunda por las cuatro esposas, los ocho muchachos y las cuatro narradoras. Durante esta comida, los señores se dirigirán al salón donde charlarán hasta las tres. Poco antes de esta hora, los ocho jodedores se presentarán en este salón lo más arreglados y peripuestos posible.
A las tres se servirá la comida a los señores y los cuatro jodedores serán los únicos que gozarán del honor de ser admitidos. Esta comida será servida por las cuatro esposas, todas ellas desnudas, ayudadas por las cuatro viejas vestidas de magas: serán éstas quienes sacarán los platos de los tornos donde los pondrán las sirvientas y los entregarán a las esposas que los pondrán sobre la mesa. Los ocho jodedores, durante la comida, podrán manosear todo lo que quieran los cuerpos desnudos de las esposas, sin que éstas puedan negarse o defenderse; podrán también llegar a insultarlas y a servirse de ellas con la verga empinada, apostrofándolas con todas las invectivas que quieran.
Se levantarán de la mesa a las cinco. Entonces los cuatro amigos solamente (los jodedores se retirarán hasta la hora de la reunión general), los cuatro amigos, digo, pasarán al salón, donde dos muchachitos y dos muchachas, que variarán todos los días, les servirán desnudos café y licores; aquél no será todavía el momento en que podrán permitirse voluptuosidades que puedan enervar: habrá que limitarse a la simple broma.
Poco antes de las seis, los cuatro muchachitos que acaban de servir se retirarán para ir a vestirse de prisa. A las seis en punto, los señores pasarán al gran gabinete destinado a los relatos y que ha sido descrito antes. Cada uno de ellos se colocará en su nicho y los demás observarán el orden siguiente: en el trono se sentará la narradora, en las gradas del mismo estarán los dieciséis jóvenes, colocados de tal forma que haya cuatro, dos muchachos y dos muchachas, frente a los nichos; de esta manera cada nicho, tendrá su grupo independiente, este grupo está asignado al nicho ante el que está sin que el nicho de al lado pueda tener pretensiones sobre él, y estos grupos variarán todos los días, ningún nicho tendrá siempre el mismo. Cada individuo del grupo llevará en un brazo una cadena de flores artificiales que estará amarrada al nicho, de modo que cuando el ocupante del nicho quiera a un muchacho o muchacha de su grupo sólo tendrá que tirar de la guirnalda y el escogido correrá hacia él.
Detrás de cada grupo de cuatro habrá una vieja, que estará a las órdenes del jefe del nicho.
Las tres narradoras que no estén de turno mensual se sentarán en una banqueta al pie del trono, sin estar dedicadas a nada especial pero a las órdenes de todo el mundo. Los cuatro jodedores que estén destinados a pasar la noche con los amigos podrán no asistir a la reunión; permanecerán en sus habitaciones ocupados en prepararse para la noche y las hazañas que ésta exige. Los otros cuatro estarán a los pies de cada uno de los amigos, en los nichos, en cuyos sofás el amigo se hallará al lado de una de las esposas de turno. Esta esposa estará siempre desnuda, el. jodedor llevará chaleco y calzones de tafetán rosa, la narradora del mes irá vestida de cortesana elegante, así como sus tres compañeras, y los muchachos y muchachas de los cuatro grupos irán vestidos de modos distintos y elegantes; un grupo a la moda asiática, otro a la española, otro a la turca y el cuarto a la griega y al día siguiente cambiará, pero todos estos vestidos serán de tafetán y de gasa; la parte baja del cuerpo nunca estará ajustada con nada, y bastará desprender un alfiler para que queden desnudos.
En cuanto a las viejas, irán alternativamente vestidas con hábitos grises de religiosas, disfrazadas de hadas, magas y, a veces, de viudas. Las puertas de los gabinetes que dan a los nichos estarán siempre entreabiertas, y el gabinete, muy calentado por las estufas de comunicación, dispondrá de todos los muebles necesarios para las diferentes orgías. Cuatro velas arderán en cada uno de dichos gabinetes, y cincuenta en el salón.
A las seis en punto, la narradora empezará su relato, que los amigos podrán interrumpir cuando bien les parezca; este relato durará hasta las diez de la noche, y durante todo este tiempo, como su objeto es inflamar la imaginación, serán permitidas todas las lubricidades, excepto sin embargo aquellas que infrinjan el orden y los arreglos dispuestos para las desfloraciones, que no podrán ser variados; pero por lo demás podrá hacerse lo que se quiera con el jodedor, la esposa, el grupo de cuatro y la vieja, y hasta con las narradoras si se sienten inclinados a tal capricho, y esto podrá tener lugar en el nicho o en el gabinete contiguo. El relato será suspendido mientras duren los placeres de aquel cuyas necesidades lo interrumpan, y se continuará cuando haya terminado.
A las diez se servirá la cena. Las esposas, las narradoras y las ocho muchachas irán rápidamente a cenar aparte, ya que las mujeres nunca serán admitidas en la cena de los hombres, y los amigos cenarán con los cuatro jodedores que no estén de servicio por la noche y cuatro muchachos. Los otros cuatro servirán, ayudados por las viejas.
Terminada la cena, se pasará al salón de la reunión para la celebración de lo que se llama las orgías. Allí se encontrarán todos, los que hayan cenado aparte, y los que hayan cenado con los amigos, pero siempre excepto los cuatro jodedores del servicio de noche.
El salón estará muy calentado e iluminado por candelabros de cristal. Todos estarán desnudos: narradoras, esposas, muchachas, muchachos, viejas, jodedores, amigos, todos mezclados, todos tumbados sobre cojines en el suelo, y semejantes a los animales, se cambiarán, se mezclarán, se cometerán incestos y adulterios, se sodomizará y siempre, salvo las desfloraciones, se entregarán a todos los excesos y a todos los desenfrenos que mejor puedan excitar la imaginación. Cuando tengan que efectuarse estas desfloraciones, será el momento de proceder a ellas, y una vez haya sido desflorado un muchachito se podrá gozar de él cuándo y de la manera que se quiera.
A las dos en punto de la madrugada, cesarán las orgías, los cuatro jodedores destinados al servicio de noche, ataviados con elegantes saltos de cama, vendrán a buscar a cada uno de los amigos, el cual se llevará consigo a una de las esposas, o a uno de los muchachos desflorados cuando los haya, o a una narradora, o bien a una vieja para pasar la noche entre ella y su jodedor, y todo a su gusto, pero con la cláusula de someterse a arreglos ingeniosos de los que pueda resultar que cada uno cambie todas las noches o pueda cambiar.
Tal será el orden y acomodo de cada día. Independientemente de esto, cada una de las diecisiete semanas que debe durar la estancia en el castillo será marcada con una fiesta. Primero, se celebrarán matrimonios, cuya fecha y lugar se indicarán. Pero como los primeros de estos matrimonios se efectuarán entre los chiquillos más jóvenes y no podrán consumarse, no dislocarán en nada el orden establecido para las desfloraciones. Como los matrimonios entre mayores sólo se realizarán después de las desfloraciones, su consumación no perjudicará tampoco nada, ya que, al obrar, sólo gozarán de lo que ya había sido recogido.
Las cuatro viejas responderán de la conducta de los cuatro muchachitos cuando cometan faltas, se quejarán al amigo que esté de turno y se procederá en común a aplicar los castigos, los sábados por la noche, a la hora de las orgías. Se llevará una lista exacta de dichos castigos hasta entonces.
Por lo que respecta a las faltas cometidas por las narradoras recibirán la mitad de castigo que los muchachos, porque su talento sirve y hay que respetar siempre al talento. En cuanto a los castigos de las esposas o de las viejas, serán siempre dobles que los de los muchachos.
Toda persona que se niegue a hacer cosas que se le hayan pedido, aunque se halle en la imposibilidad de hacerlas, será severamente castigada; a ella le toca prever y tomar sus precauciones.
La menor risa o la menor falta de atención o de respeto o sumisión en— las orgías, se considerará como una de las faltas más graves y más cruelmente castigadas.
Todo hombre sorprendido en flagrante delito con una mujer, será castigado con la pérdida de un miembro cuando no haya recibido autorización de gozar de la mujer.
El más pequeño acto religioso por parte de alguien, sea quien sea, será castigado con la muerte.
Se encarece expresamente a los amigos que en las reuniones sólo empleen las palabras más lascivas, más libertinas y las expresiones más soeces, las más fuertes y blasfemas.
El nombre de Dios sólo se pronunciará acompañado siempre de invectivas o imprecaciones, y se repetirá lo más a menudo posible.
En cuanto al tono de voz, será siempre el más brutal, más duro y más imperioso con las mujeres y los muchachos, pero sumiso, puto y depravado con los hombres que los amigos, representando con ellos el papel de mujeres, deben considerar como sus maridos.
Aquel de los señores que falte a todas estas cosas, o que crea tener un adarme de razón y sobre todo quiera pasar un día sin acostarse borracho, pagará diez mil francos de multa.
Cuando un amigo tenga una gran necesidad, una mujer de la clase que él juzgue a propósito lo acompañará, para atender a los cuidados que puedan ser indicados durante este acto.
Ninguno de los sujetos, hombres o mujeres, podrá entregarse a los deberes de limpieza, sean cuales sean, y sobre todo los de después de la necesidad mayor, sin un permiso expreso del amigo que esté de turno, y si se le niega y, a pesar de esto, lo hace, recibirá uno de los más rudos castigos.
Las cuatro esposas no gozarán de ninguna clase de prerrogativas sobre las otras mujeres; al contrario, serán siempre tratadas con más rigor e inhumanidad, y a menudo serán empleadas en los trabajos más viles y penosos, tales como por ejemplo la limpieza de los retretes comunes y particulares de la capilla. Estos retretes serán vaciados cada ocho días, siempre por ellas, y serán castigadas con rigor si se resisten o lo hacen mal.
Si un sujeto cualquiera emprende una evasión durante el tiempo de la reunión, será al instante castigado con la muerte, sea quien fuere.
Las cocineras y sus ayudantes serán respetadas, y cualquiera de los señores que infringa esta ley pagará mil luises de multa. En cuanto a las multas, su importe será empleado, al regresar a Francia, para los primeros gastos de una nueva partida del tipo de esta o de cualquier otro.

Los 120 días de sadomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora