Personajes

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Personajes de la novela de la escuela del libertinaje

El duque de Blangis, de cincuenta años de edad, formado como un sátiro, dotado de un miembro monstruoso y de una fuerza prodigiosa; se le puede considerar como el receptáculo de todos los vicios y de todos los crímenes. Mató a su madre, a su hermana y a tres de sus mujeres.

El obispo de... es su hermano; tiene cuarenta y cinco años; más delgado y delicado que el duque, con una boca desagradable. Es un bribón, hombre hábil, fiel seguidor de la sodomía activa y pasiva, desprecia absolutamente cualquier otra clase de placer, hizo morir cruelmente a dos niños para los cuales un amigo había dejado en sus manos una considerable fortuna; tiene una sensibilidad nerviosa tan aguda que casi se desmaya al descargar.

El presidente Curval, sesenta años; es un hombre alto y enjuto, flaco, de ojos hundidos y apagados, boca podrida, la imagen andante de la crápula y del libertinaje, de una suciedad horrible relacionada con la voluptuosidad. Fue circunciso, su erección es rara y difícil, aunque tiene lugar y eyacula todavía casi todos los días. Tiene preferencia por los hombres; sin embargo, no desprecia nunca una virgen. Sus gustos tienen de singular la inclinación por la vejez y por todo lo cochino. Está dotado de un miembro casi tan grueso como el del duque. Desde hace algunos años está como embrutecido por el desenfreno y bebe mucho. Debe su fortuna a asesinatos y es principalmente culpable de uno horrible y que puede encontrarse en el detalle de su retrato. Al eyacular experimenta una especie de cólera lúbrica que lo lleva a la crueldad.

Durcet, financiero, cincuenta y tres años, gran amigo y compañero de escuela del duque; es bajito y rechoncho, pero su cuerpo es fresco hermoso y de piel blanca. Tiene todos los gustos y la finura de una mujer; privado a causa de la pequeñez de su consistencia de darles placer, las imita y se hace joder muchas veces al día. Le gusta el goce de la boca, es el único placer en el que actúa como agente. Sus únicos dioses son sus placeres a los que está siempre dispuesto a sacrificarlo todo. Es delicado, astuto y ha cometido muchos crímenes; ha envenenado a su madre, a su mujer y a su sobrina para hacerse de una fortuna. Su alma es firme y estoica, absolutamente insensible a la piedad. No tiene erecciones y sus eyaculaciones son raras. Sus instantes de crisis están precedidos por una especie de espasmo que lo lanza a una cólera lúbrica peligrosa para aquellos o aquellas que sirven a sus pasiones.

Constanza es la mujer del duque e hija de Durcet; tiene veintidós años, es una belleza romana, con más majestad que finura, maciza pero bien formada, un cuerpo soberbio, el culo singularmente hermoso y digno de servir de modelo, los cabellos y los ojos muy negros. Tiene ingenio y se da cuenta profundamente de todo el horror de su destino. Un gran fondo de virtud natural que nada ha podido destruir.

Adelaida, esposa de Durcet e hija del presidente; es una linda muñeca, tiene veinte años, es rubia, con los ojos muy tiernos y de un azul vivo, tiene todo el aspecto de una heroína de novela. Su cuello es largo y bien torneado; la boca un poco grande es su único defecto. Pequeños senos y pequeño culo, pero todo esto, aunque delicado, es blanco y bien moldeado. De espíritu romántico, corazón tierno, excesivamente virtuosa y devota y se oculta para cumplir con sus deberes cristianos.

Julia, mujer del presidente e hija mayor del duque; tiene veinticuatro años, gorda, rolliza, con hermosos ojos castaños, linda nariz, rasgos acusados y agradables, pero una boca horrible. Poco virtuosa e incluso con grandes disposiciones para la suciedad, la borrachera, la glotonería y el puterío. Su marido la quiere a causa de su defecto de la boca; esta singularidad entra dentro de los gustos del presidente. Nunca se le han inculcado principios morales ni religión.

Alina, su hermana menor, considerada como hija del duque, aunque en realidad es hija del obispo y de una de las mujeres del duque; tiene dieciocho años, rostro pícaro y muy agradable, muy lozana, ojos castaños, nariz respingona, aire travieso aunque profundamente indolente y holgazana. No parece tener todavía temperamento y detesta sinceramente todas las infamias de que es víctima. El obispo la desvirgó por detrás a los diez años. Ha sido dejada en una ignorancia crasa, no sabe leer ni escribir, detesta al obispo y teme mucho al duque. Quiere mucho a su hermana, es sobria y limpia, contesta chuscamente y de un modo pueril, tiene un culo encantador.

Los 120 días de sadomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora