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Epílogo

Godric's Hollow era un pueblo tranquilo, los vecinos eran amables unos con otros y casi siempre se podía ver a sus habitantes con una sonrisa. En la antigua casa de los Potter, la cual fue reconstruida y habitada por una pareja hace relativamente poco, se podía observar un hermoso y cuidado jardín con varios rosales y lirios, además de otras especies.
El sol comenzaba a asomarse e iluminando el tranquilo pueblo, los habitantes comenzaron a despertar y comenzaron con su rutina diaria.

El sol entraba por la ventana y el azabache gimio con incomodidad al haber olvidado cerrar las cortinas la noche anterior y giró su cabeza para dejar la incomodidad que el sol le provocaba. Sintió como su pareja se removió a su la lado y se levantaba de la cama, él solo lo ignoro y trato de dormir nuevamente.

Escucho el ruido de la ducha en el baño y volvió a quejarse, sabiendo que no podrá volver a dormir nuevamente, bajo a la cocina y comenzó a preparar el desayuno, adoraba la tranquilidad del pueblo y no extrañaba para nada a la ajetreada ciudad. El desayuno ya estaba terminado cuando escuchó el ruido de las escaleras mientras su pareja bajaba y entraba en la cocina, tenía puesto unos jeans y una camisa blanca.

- Buenos días.- dijo pasándole una taza de café. El rubio solo respondió con un beso y comenzaron a desayunar.

Al terminar, Draco se colocó su uniforme para dirigirse a la chimenea de la casa y dirigirse hasta San Mungo, donde había sido transferido hace unos tres meses desde Nueva York a Londres y donde ejercía su profesión de medimago. Otra de las razones para volver a Londres, fue porque Harry consiguió el trabajo de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y solo faltaba una semana para el primero de septiembre.

Harry tomo una rápida ducha y se apareció a las afueras de una pintoresca casa en Clovelly, un pueblo muggle/mágico donde residían Ron y Hermione. Atravesó las barreras de protección y llegó hasta la puerta, antes de que pueda tocar ya estaba siendo abrazado por una castaña.

- Harry, me alegra tanto verte.- dijo Hermione luego de abrazarlo y sonreirle.

- Me pondré celoso.- escucharon tras suyo, donde estaba un pelirrojo con una gran sonrisa y un pequeño niño de cuatro años en sus brazos. Se dirigió a Harry y le dio un fuerte abrazo, luego de pasarle al niño a Hermione - Hermano, que bueno que ya llegaste.

Harry sonrió y les devolvió el saludó, se adentraron a la casa y Harry cargo al pequeño Hugo en sus brazos mientras Hermione preparaba el desayuno. Hugo Granger Weasley era su segundo ahijado, un niño de cabello castaño como su madre, pero pecas y ojos azules como su padre, aunque en personalidad se parecía más a Hermione.

La castaña y el pelirrojo entraron a la sala, donde Harry jugaba con Hugo, y dejaron en la mesa unas taza de café y una taza de plástico con la imagen de pequeñas snitch en ella llena de chocolate caliente. Hermione le pasó el chocolate a Hugo, quien se sentó a su lado y comenzó a beberlo tranquilamente.

- ¿Cómo has estado?- preguntó Hermione tomando una de las tazas de café.

- Bien, conseguí el trabajo de profesor.- dijo Harry tomando una de las tazas con chocolate que su amiga había preparado para él.

- ¿Ya se lo has dicho?- preguntó nuevamente la castaña y Harry desvió la mirada por unos instantes. - Debes decirle antes de que comience el año escolar en Hogwarts.

- ¿Cómo es que Malfoy, siendo medimago, aún no lo descubre?- hablo está vez Ron. Aun cuando ya pasaron diez años, seguía llamándolo por su apellido, algunas cosas nunca cambian.

- Creo que ya lo sospecha.- dijo el azabache y tomo una de las galletas que acompañaban al chocolate. - Se lo diré hoy.

Hermione y Ron asistieron y le dieron su apoyo. Harry se despidió y quedaron en verse al día siguiente en la madriguera, donde se encontraban todos los domingos para un almuerzo familiar.

Se dirigió a la casa de Andrómeda para ver al pequeño Teddy, quien comenzaba Hogwarts este año. Al llegar a la casa vio a una copia exacta de él mismo, cabellos negros, ojos verdes, incluso una cicatriz de rayo en la frente del pequeño niño que ahora abrazaba.

Jugó con Teddy hasta la hora del almuerzo, cuando se despidió de ambos y volvió a Godric's Hollow con la promesa de que el día siguiente jugarían al quidditch en la casa de los Weasley. Al llegar a la casa se preparó un almuerzo ligero para luego dirigirse a la oficina de la casa y ordenar las cosas para sus clases en Hogwarts mientras esperaba a Draco, quien tenía doble turno en San Mungo y tardaría en llegar.

Vio pasar por la ventana a una lechuza negra que se detuvo al frente suyo, y con un suspiro tomo la carta que este traía, viendo la fina caligrafía de Narcissa Malfoy, quien aún después de tanto tiempo aún insistía en el compromiso de Draco con la menor de las Greengras. Desecho la carta como las anteriores y no le prestó atención, hace mucho tiempo que dejó de importarle lo que las demás personas pensarán de su relación con Draco, un exmortífago.

Paso toda la tarde en la oficina arreglando los asuntos de Hogwarts, la emoción de volver al que un día consideró un hogar lo abrumaba y sonrió inconscientemente al pensarlo. En Nueva York tenía un trabajo en una cafetería muggle, pues no podía estarse quieto en su departamento todo el día mientras esperaba a Malfoy, claro que no. En Nueva York también fue la boda de Luna y Rolf Scamander, ambos magizoologistas. Pero aún cuando había pasado varios años en América, jamás se sintió tan cómodo como en Londres.

Escucho la chimenea encenderse y vio a Draco atravesar las llamas verdes para entra a la oficina. Este le sonrió y se dirigió a su habitación mientras Harry preparaba algo de cenar, nunca le gustó utilizar magia para preparar la comida. A los minutos Draco bajo con el cabello mojado y lo ayudó con la cena, como todos los días. Hablaron sobre su día hasta que la cena estuvo lista.

- Draco. - dijo Harry luego de unos minutos cenando y Draco lo miro - ¿Qué piensas sobre tener hijos?

- Creí que estábamos intentando tenerlos desde hace años.-  dijo con tranquilidad y Harry lo pateo por debajo de la mesa - Auch. Bien, creo que tener un mini Potter no sería mala idea. Si tu lo quieres no hay problema.

- Bien, ¿Recuerdas esa noche, hace casi dos meses, donde celebramos tu ascenso en San Mungo?

Draco dejó de comer para mirarlo seriamente.

- Esa noche... - dijo sin quitarle la vista - ohh. No. No me digas que... ¿encerio? Pero.. para eso hay que tomar pociones, y no se podría a no ser que sean magos poderosos.

- ¿Estas bien?- preguntó Harry con cierto temor a la reacción de Draco.

Draco se levantó y se dirigió rápidamente hacia él y lo abrazo fuertemente.

- Estoy bien.- dijo simplemente mientras lo seguía abrazando - Estoy más que bien. Me haces el hombre más feliz del mundo.

Harry se sintió aliviado de repente y con una sonrisa le devolvió el abrazo.

- Mañana debemos almorzar con los Weasley, - murmuró Harry aprovechando el momento. - y creo que debemos decirles.

- Lo que tu quieras.- dijo Draco y lo beso suavemente. - No es el escenario que esperaba, pero creo que es el perfecto.

Harry lo miro curioso y vio como Draco sacaba de su bolsillo un par de anillos de oro y lo miraba con una sonrisa.

- Harry James Potter, - dijo tomando ambas manos - pasamos por muchos desafíos para poder estar hoy aquí a tu lado, es posible que en otra realidad no te hubiera conocido o no estaríamos justo aquí, así de enamorados. Es por eso que me considero con suerte al haberte encontrado y haber tenido la oportunidad de amarte, Harry no quiero pasar otro día de mi vida sin tener el privilegio de llamarte mi esposo, ¿Te casarías conmigo?

- Si. - dijo con una gran sonrisa y un par de lágrimas que se le escaparon.- Si, claro que si.

Ambos se fundieron en un tierno beso. Aún tenían que decirles a los Weasley, incluso tendrían que hablar con Narcissa Malfoy. Les alegraba la noticia de poder ser padres y en ese momento se sintieron felices de como terminaron sus vidas y su historia. O como acababa de comenzar.

Drarry SoftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora