𝐸𝑠 𝑡𝑎𝑛 𝑛𝑜𝑟𝑚𝑎𝑙 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑡ú || 00

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Primer Acto; 𝙎𝙖𝙜𝙖 𝙙𝙚 𝙖𝙨𝙚𝙨𝙞𝙣𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙣𝙖𝙡 6

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Primer Acto;
𝙎𝙖𝙜𝙖 𝙙𝙚 𝙖𝙨𝙚𝙨𝙞𝙣𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙣𝙖𝙡 6

Primer Acto; 𝙎𝙖𝙜𝙖 𝙙𝙚 𝙖𝙨𝙚𝙨𝙞𝙣𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙣𝙖𝙡 6

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Aunque su mente no sentía nada por el máximo letargo en el que estaba, su cuerpo temblaba en frío. Titiritaba, deseando poder recuperar su calor corporal, o al menos, cubrir su semi desnudo cuerpo con aquella tela fina y suave, de la cual estaba más que agradecido por haberlo respaldado y protegido de las noches más solas, tristes, deprimentes y candentes. Lo malo es que ahora, se encontraba totalmente enrollado en el cuerpo de aquella mujer que solo vestía una de sus camisetas. Tal vez exageraba, pero se sentía traicionado por aquel pedazo de tela, como si tuviera vida propia y estuviera consciente de cómo lo hacía sentir. Estaba celoso, eso aumento cuando decidieron vivir juntos, porque ella le había arrebatado su muy cálida sábana (además, era su favorita.) Y no tenía más, ninguna otra; ni para invitados ni familiares que vinieran de sorpresa a visitarlo.

Su mano palpó otra vez en medio de aquella noche tan fría el colchón mal tendido, buscando poder enterrar sus dedos en aquella tela y jalar con todas sus fuerzas, para así dejar a su novia en su mismo estado; pasando frío.  Mentalmente, estaba enojado. Y lo único que tocaron sus dedos fueron migas de pan, o tal vez de galletas. Sus ojos se abrieron de par en par, la expresión que tenía no era la de casi siempre; somnolientao, distraído o relajado. Estaba enojado, cabreado, desde las uñas de los pies hasta los pelos con canas que su cabeza tenía.

Bufo, sentándose en su lado de la cama, frotando con sus manos sus brazos contrarios a estos, buscando calor. Porque si, aquella mujer era más fría que el hielo, y le desagradaba por completo quedarse dormida abrazando a alguien. Además, no es como si el fuera un osito cariñosito, pero joder, tenía frío, y tal vez meterle la mano a su mujer significaba la muerte más indolora y rápida del mundo. Bostezo, casi desencajando su mandíbula en el proceso. Froto sus ojos con lagañas, logrando así despegarlos. Lo primero que vio fue el reloj eléctrico que descansaba en su mesita de noche, marcando las dos y media de la mañana.

D̶a̶b̶i̶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora